
La Galerna
·21 de mayo de 2025
Feliz cumpleaños, coma, La Galerna

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·21 de mayo de 2025
Luis Carandell, en su libro “Celtiberia Show” recoge un titular que apareció en el Diario Ya en noviembre de 1971, en la sección cultural. Aludía a un fascinante descubrimiento arqueológico y decía así:
UN MISTERIO TOTALMENTE DESVELADO
EN EL ELCHE ÍBERO-PÚNICO SE SACRIFICABAN A LOS DIOSES NIÑOS RECIÉN NACIDOS.
CON LA COLABORACIÓN ESPECIAL DE DON ALEJANDRO RAMOS FOLQUES.
El subtítulo, por supuesto, era una errata. Sin embargo, sirva este ejemplo para recordarnos que no siempre hemos de fiarnos de todo lo que cuente la prensa por muy grandes que sean las letras de molde (que se lo digan a don Alejandro Ramos Folques, al que suponemos inocente de cualquier infanticidio íbero-púnico en Elche). Los periodistas a veces nos mienten, ya sea por maldad, por interés o por simple idiotez. Nos hurtan la verdad o nos la presentan sesgada para cumplir algún objetivo espurio. A menudo da la impresión de que tales vicios son más abundantes en el ámbito de la prensa deportiva que en cualquier otro. Por ese motivo “La Galerna” es tan imprescindible.
Decía Peter Ustinov que así era como imaginaba el infierno: puntualidad italiana, humor alemán y vino inglés. Si Ustinov hubiera sido aficionado al fútbol seguramente habría añadido: rigor periodístico del diario Sport. O el As, o el Marca, o Mundo Deportivo; o cualquiera de los tabloides citados diariamente en el Portanálisis.
El Portanálisis de La Galerna es un regalo diario que esta santa casa nos hace a todos los madridistas. Desde que empecé a seguir este medio, siento una enorme admiración por quienes voluntariamente se encadenan a la servidumbre de descender a la sima del periodismo patrio, como espeleólogos colgando de un cabo, para explorar sus sombras monstruosas, zafias y deprimentes y traernos algo de recuerdo. Nos ahorran el penoso trabajo de tener que hacerlo nosotros, y ya por eso merecerían un monumento junto al Bernabéu. Además, lo hacen con un inmenso talento y sin pedirnos un duro a cambio. “Gratis lo recibís, dadlo gratis”, dice el mandato evangélico. Los portanalistas además de valientes es que son santos. Los admiro muchísimo. El poeta Matthew Arnold dijo una vez que el periodismo es la literatura con prisa; no se me ocurre mejor manera de describir el Portanálisis de La Galerna.
Ya solo por eso merecería este medio digital las más cálidas felicitaciones en su décimo aniversario. Pero La Galerna es mucho más. Cada artículo, cada entrevista, cada crónica atesorada en sus diez años de archivos es un pequeño monumento a un amor por triplicado: amor al Real Madrid, amor a las buenas letras y amor a la coma del vocativo. La triple cruzada galernauta. Háganme sitio, que yo me apunto.
Amor al Real Madrid, amor a las buenas letras y amor la coma del vocativo. La triple cruzada galernauta. Háganme sitio, que yo me apunto
Me enorgullezco de haber seguido La Galerna desde sus inicios, desde que empezaron a crecerle los dientes con los que se pasaría una década dando mordiscos a los malos periodistas. La encontré de casualidad, bicheando en internet noticias sobre el club al que acababa de aficionarme. Leí su divisa y me enamoró: “madridismo y sintáxis.” Llegué por el madridismo y me quedé por la sintaxis. Aunque también es posible hacer el camino inverso, porque en La Galerna ambos aspectos, sintaxis y madridismo, se respetan como la hostia en el Sagrario. Es el de La Galerna un periodismo del que ya apenas se estila: medido, incisivo, culto e ingenioso. Diría que incluso aquellos para quienes el fútbol interese tanto como el proceso de elaboración del queso en lonchas, podrían encontrar en este medio el mero disfrute de leer cosas que están muy bien escritas.
Mi madridismo es casi tan joven como La Galerna. Como ya conté aquí, yo me hice madridista tras ver a Gareth Bale marcar un gol en Mestalla. El Galés Volador fue mi apóstol y La Galerna mi evangelio. Hasta entonces, lo único que yo sabía del Real Madrid era que se trataba de un club con muchos trofeos en el que jugaba un señor de Cardiff que marcaba goles extraordinarios. Mi credo merengue se ha ido forjando con textos de La Galerna a lo largo de estos diez años, por lo que la deuda que tengo con esta santa casa es impagable.
Cuando empecé mi andadura madridista yo era un ignorante en muchas cosas. Desconocía que Manolo Lama era un periodista y no una marca de somieres, jamás había oído hablar del saldo arbitral ni estaba al corriente de las importantes aportaciones de Rubén Uría al periodismo de investigación (que, básicamente, consisten en pedirle a otra gente que investigue). Probablemente era más feliz por ello, quién sabe. En cualquier caso, a veces me pregunto qué habría sido de mi madridismo si no hubiera existido La Galerna.
Pónganse en mi lugar. Imaginen que después de ver cabalgar a Gareth Bale en Mestalla y tomar la decisión de hacerme merengue, hubiera tenido que apoyar mi recién nacida afición por el club blanco en medios “oficialmente” madridistas como Marca y As. Piensen en lo que supone confiar tu ilusión madridista en la llamada “central lechera” y en periodistas supuestamente afines como el Látigo Serrano y el sabio consejo de los colaboradores de El Chiringuito.
El Portanálisis de La Galerna es un regalo diario que esta santa casa nos hace a todos los madridistas
De haber sido así, ahora mismo viviría convencido de que Gareth no pudo marcar aquel gol en Mestalla porque tenía una hernia, que a Toni Kroos había que venderle allá por 2016, que las últimas Copas de Europa solo han servido para tapar agujeros, que Modric no es mejor que De Las Cuevas, que Ancelotti es un viejo inútil, que el dinero debe estar en el campo y no el banco, que Cubierta Retráctil y Escala Salarial son los únicos fichajes de Florentino, que Negreira solo hacía facturas por asesorar en la decoración de interiores del Camp Nou, que Yamal es un caballero y Vinícius un monstruo sin conciencia, que Ansu Fati Balón de Oro y que Huijsen es un proyecto de fracaso.
Sería, en fin, madridista, pero sería un madridista desgraciado y triste. Un madridista lleno de complejos que iría por el mundo con la cabeza gacha, teniendo como referentes a Eduardo Inda y a Antoñito Romero, pidiendo perdón por no ser del Barça de Messi y exigiendo en Lisboa y en Milán que el fútbol le conceda al Atleti la Champions que se merece.
Ese es el madridismo que me habría tocado experimentar de no ser por La Galerna. Así que imagínense lo mucho que le debo a este medio.
En Inglaterra, cuando había algún acontecimiento periodístico, solía decirse: “han acudido a cubrirlo cuatro reporteros y un caballero de The Times”; hoy deberíamos acostumbrarnos a emplear la frase “acudieron cuatro periodistas deportivos y un caballero (o dama) de La Galerna.” Porque, claramente, no son lo mismo.
Felices diez años a La Galerna y a Jesús Bengoechea, quien junto con Athos Dumas, Joe Llorente y Ramón Álvarez de Mon, creó esta locura maravillosa. Mi deuda es tan grande con esta revista que no encuentro ningún regalo de cumpleaños que pueda estar a la altura, así que os regalo lo que sé que os hará más ilusión: una coma del vocativo. Bien visible en el título de esta larga felicitación improvisada.
Nos vemos, si Dios quiere, en la próxima Copa de Europa.
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