Apuntes de Rabona
·4 de marzo de 2022
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27 de abril de 2012. Jornada 17 del torneo Clausura del futbol mexicano. No es un día más. Hoy, los Estudiantes Tecos se despiden del máximo circuito del futbol nacional, hoy es el último día que el Estadio 3 de marzo acoge partidos de Primera división.
A pesar de que la condena ya está hecha, 15 mil personas se presentaron en las gradas. Hombres, mujeres y niños se reunieron para una última alegría, para despedir con honores a un equipo que cayó en desgracia, y a un mítico estadio de Guadalajara.
El nombre del Estadio 3 de marzo es tan peculiar que, a pesar de los intentos por cambiarlo a ‘Universidad Autónoma de Guadalajara’ o ‘Galerías’, no han podido quitar el recuerdo y la esencia de este recinto. Sí, un 3 de marzo pero de 1935 se fundó la Universidad Autónoma de Guadalajara, misma en donde está ubicado al día de hoy el inmueble.
Sin embargo, tuvieron que pasar 36 años para que la casa de estudios pudiera presumir una cancha para jugar futbol profesional, pero ahora, después de 41 años, tendrán que conformarse con la liga de plata. Aún así, los futbolistas salen a entregar el corazón en la cancha, tratando de hacer este el mejor partido de la jornada y, si todo sale bien, lograr que sea el mejor choque del torneo. Algo así como lo que pasó en la Copa Mundial de México 1986.
En aquella ocasión, las instalaciones del Estadio 3 de marzo ubicadas en Zapopan, Jalisco, gozaron de una remodelación para albergar los juegos del evento más importante para el balompié. El 7 de junio de 1986, España e Irlanda del Norte se midieron en lo que fue el segundo partido del grupo D.
Los ibéricos venían de perder con Brasil con un gol que fue recordado como “el gol fantasma español”, mientras que los irlandeses repartieron puntos con Argelia. Está de más decir que era un encuentro vital. Por un lado, los españoles tenían que ganar si querían llegar con vida a la última jornada, mientras que los irlandeses debían lograr los más puntos posibles para llegar con más calma al partido con los brasileños.
Pero en el futbol alguien debe imponerse; los españoles eran conscientes de ello y desde los primeros minutos se lanzaron adelante para lograr su objetivo. Muy temprano en el juego lograron su cometido. Apenas a los dos minutos robaron el balón en mediocampo y, con un solo pase, Emilio Butragueño quedó frente al arco y anotó pegado al poste más lejano para tomar la ventaja. Ante la facilidad con la que llegaron al arco, España decidió no soltar el acelerador y, a pesar de que el rival intentó ofender, a los 18 minutos Julio Salinas se encontró el balón fuera del área y sin pensar remató a puerta. 0-2.
En una Copa del Mundo, bajar los brazos no es una opción. Así que Irlanda del Norte siguió atacando y fabricando la oportunidad que le abriera las puertas hacia el empate. Y la encontraron. A los 47 minutos de juego, la presión alta surtió efecto. España no supo despejar el balón y, después de un toque hacia el portero, Andoni Zubizarreta resbaló y le permitió a Colin Clarke recortar la distancia en el marcador.
Lo que restó del segundo tiempo fue una España metida en el área esperando el contragolpe y, por el contrario, una Irlanda que atacaba sin cesar. Sin embargo, el partido terminó y España se llevó la victoria en un partido que hizo temblar las piernas a los espectadores.
Un estadio que albergó una Copa del Mundo merece una digna despedida. Retomo el hilo del inicio: el encuentro del 27 de abril de 2012, entre Tecos y Querétaro. El arranque del partido fue lo que tenía que ser. Vibrante, con pasión, con corazón, con todo menos miedo. Los equipos no se guardaron nada, Estudiantes quería dar una digna despedida, mientras que Querétaro buscaba mantener la esperanza de una diablura viva.
Ante un juego trabado, nadie se esperaba un disparo de Alejando Castro desde fuera del área, mismo que se estrelló en el travesaño. Los primeros 45 minutos terminaron sin ventaja para nadie. A pesar de la gran oportunidad que representaba un partido así, ninguna escuadra estaba a la altura. Algo parecido a lo sucedido en el Clausura 2005, en donde los de Jalisco se midieron a las Águilas del América, en lo que fue el duelo de David vs Goliath.
La ida se dio en Guadalajara. En aquella ocasión, los favoritos al campeonato eran los capitalinos, pero Diego Colotto se encargó de dar la sorpresa momentánea. Después de un tiro de esquina rechazado por la defensa azulcrema, Colotto recibió el balón dentro del área y, sin pensarlo demasiado, la recibió con el pecho para rematar sin dejar botar el esférico.
Los Tecos se adelantaron a los 59 minutos ante la sorpresa de propios y extraños, con un golazo que pudo significar la segunda estrella de su historia (su primer campeonato lo consiguieron en la temporada 93-94). Pero enfrente tenían a un América con jugadores como Dulio Davino, Pavel Pardo y Cuauhtémoc Blanco, hombres que tomaron la ofensa con toda seriedad.
A pesar de los constantes embates de los locales, el América no perdió en ningún momento el objetivo. En los últimos suspiros del partido, Jesús Mendoza cayó dentro del área para que el árbitro Marco Antonio Rodríguez marcara un dudoso penal para los visitantes. Blanco, con su característica forma de prepararse para cobrar desde los 11 pasos, se plantó frente a Jesús Corona y definió al lado izquierdo de su rival. La historia terminó 1-1 en el estadio 3 de marzo.
Tres días después, las cosas serían diferentes. Los Tecos que parecía que podían dar la campanada en el Azteca desaparecieron. Desde el minuto uno comenzó la pesadilla para los visitantes, primero Aarón Padilla, luego Claudio López y en cuatro minutos el marcador estaba 2-0.
Eduardo Lillingston recortó la ventaja, pero de nuevo Aarón Padilla hizo respetar el Estadio Azteca. Sin bajar los brazos, los Tecos de la mano de Carlos María Morales volvieron a responder en el marcador, pero Cuauhtémoc y Jesús Mendoza volvieron a acabar con las esperanzas. El marcador final (global) fue 7-4, y el América coronó una temporada en la que perdió un solo partido.
Revive la final aquí
Para la posteridad quedará el alma rota de Juan Carlos Leaño, orgulloso capitán de los Estudiantes. Las lágrimas de tristeza, de frustración y rabia no pudieron contenerse en el mexicano en medio de todo un estadio que gritó a todo pulmón “¡Tecos!, ¡Tecos!, ¡Tecos!”.
“Adiós Estudiantes, hasta siempre” fueron las palabras con las que cerró TV Azteca, y fueron las palabras adecuadas. Hasta el mes de marzo de 2022, los Tecos no han regresado a la Primera división, de hecho están en tercera y, un posible regreso se ve difícil, ya que ni siquiera existe el descenso por ahora. Pero si el universo es justo y sabe premiar las historias de amor por el deporte, en algún momento las puertas del estadio 3 de marzo volverán a albergar a un equipo digno de Primera.
Por: Miguel Bustamante