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·12 de octubre de 2018
Entrevista al Monito Vargas: "Lo peor del jugador de fútbol es la excusa"

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·12 de octubre de 2018
Pacho Maturana dijo en 1996 que "al fútbol se juega como se vive". Matías no había nacido cuando el colombiano patentó esa famosa frase, pero el Monito le hace honores con su juego, que es un fiel reflejo de la vida que lleva Matías: piensa, disfruta, es solidario, atrevido, inquieto, se anima e intenta sorprender y a cambiar la jugada.
El Monito, adentro de la cancha y Matías, afuera, quieren gambetear al rival. En el césped el rival lleva otra camiseta y suele ser un defensor deseoso de quitarle la pelota o cortar su avance. Afuera, el rival es el sistema, los estereotipos, el egoísmo, la falta de empatía.
Matías Ezequiel Vargas nació el 8 de mayo de 1997 en Salta porque su papá, Omar, volante zurdo de gran técnica, jugaba en Gimnasia y Tiro. Al poco tiempo la familia Vargas se mudó a Mendoza y allí, jugando a la pelota en la calle, se crió el Monito, que se siente más mendocino que salteño. Por eso, y porque le gusta el buen vino.
Matías es de una nueva generación de pibes -y de futbolistas- que no quieren ser ni hacer lo que social y culturalmente se espera de ellos. Matías quiere jugar libre adentro y afuera de la cancha.
"Matías Vargas no juega al fútbol, juega el Monito Vargas. El Monito va para adelante, intenta ser decisivo, bien ofensivo, crear cosas. A veces sale, a veces no. Da una mano con la marca, puede jugar de extremo, por afuera, por el medio también. Le gusta el buen fútbol, le gusta mucho meter pases gol y de vez en cuando le gusta meter algún gol", le cuenta a GOAL el pibe de 21 años que no tiene un corte de pelo "a la moda", no se depila y se anima a escribir historias.
-¿Y Matías Vargas qué hace?
-Es otro, el de afuera de la cancha. Toma mate, escucha música, le gusta jugar mucho, a la Play, juegos de mesa, hace rompecabezas. Me gusta relacionarme jugando, me gusta competir, me gusta ganar todo el tiempo a muchas cosas, pero disfruto mucho de jugar, de una linda charla que sea de todo menos de fútbol, porque el que habla de fútbol es el Monito.
-Matías es el que es crítico con el futbolista "tipo".
-Sí. Pero ¿sabés con quién soy más crítico? Conmigo. Me critico muchísimo en todo porque me parezco un hipócrita: muchas veces pienso y digo algo y después hago algo distinto porque me lleva el mundo así o porque busco esa zona de confort. El estereotipo del jugador de fútbol es un sistemita, nada más, que conviene porque cuando uno más piensa o más busca el por qué o para qué de todo, más sufre, más solitario se vuelve, más le duelen las cosas. Y un jugador de fútbol que esté sufriendo, quizá, no tiene la misma efectividad que otro que sea una especie de zombie que va, que sigue a todos, que va y se compra el auto, que va a comer a tal lado porque otro va, que se tiñe el pelo porque otro se lo tiñe. Sin personalidad propia, y no hablo personalidad para jugar al fútbol. Entonces, muchos no buscan una esencia, no buscan ser uno mismo, y eso le conviene mucho más a todo el mundo futbolístico porque mientras menos piense y más piense en jugar, listo. Ojo, muchas veces las familias te meten en una burbuja para que vos no sufras: yo de chico me enojaba a veces con mis viejos porque si había un problema no me decían nada para que yo no sufra y para que no me aparte de mis objetivos, y yo no coincido con eso. Yo coincido con que el jugador de fútbol es una persona normal, que tiene que hacer lo que hace todo pibe de 17 años -salvando algunas cosas, siendo responsable- pero que no esté exento al mundo, porque lo primero que hacen desde muy chico es eximirte del mundo, alejarte y meterte en una burbuja. A mí no me parece que sea así. Yo no quiero eso en mi vida.
-¿Hablás de esto con tus compañeros?
-No, porque tengo 21 años y todavía me falta mucho por aprender, no sé si estoy calificado para poder ir a aconsejar a alguien. Sólo si se da una charla profunda, pero es muy complicado, sólo con algunos se puede. En ese caso sí se habla y es hermoso eso. Pero es difícil porque tampoco se dan charlas así.
-¿Por qué?
-Porque es todo muy superficial, todas las charlas son superficiales.
-¿Y ahí es cuando te sentís un hipócrita?
-Sí, porque, por ejemplo, no me gusta que sea tan homofóbico el fútbol y quizás hago muchísimas veces chistes homofóbicos. También los hago afuera porque soy una persona que me río de todo, me río de mí, de todo. Pero es un chiste muy común y muchas veces yo intento pertenecer, quizás. Y mismo el entorno o estar todo el día te hace ser así. Cuando quise ser distinto no gustaba, me criticaban mucho, me molestaban, entonces hoy en día no me aparto totalmente, me relaciono como se relacionan ellos. Con mi esencia, pero es difícil apartarse.
-¿Qué pasa si te enterás de que tenés un compañero homosexual?
-Nada, ¿qué me va a pasar? Pero sí sé que él va a tener que sufrir todo lo que tenga que sufrir. El vestuario va a pensar que se lo quiere coger, es así. ¿A mí qué me va a pasar?
-¿Estamos lejos de que un futbolista homosexual pueda integrarse en un plantel?
-Años luz. Hasta que uno no haga esa revolución no va a pasar.
-¿Te gustaría que pase?
-Sí. Yo ayudaría a ese compañero, ¿por qué no? Uno de mis mejores amigos de la infancia es homosexual y yo estuve en toda su etapa de aceptación, sé lo que es el sufrimiento que viven, que es lo que le pasa a todos cuando uno quiere algo y no es la media. Obvio que si pudiera dar una mano la daría, pero estamos en un mundo tan sexual, todo tan llevado a lo sexual, que el problema es que acá (señala al vestuario) nos bañamos todos juntos, entonces el otro va a pensar "este me quiere coger porque es puto". Es un mundo tan sexual que claro, el pibe que va a a la escuela puede salir "tranquilamente" del clóset, va a recibir muchas cosas malas, pero después no se va a bañar con un grupo de heterosexuales. Todos somos hipócritas, todos. Muchas veces pensamos una cosa y hacemos algo distinto porque queremos parecer o ser algo y después te gusta el auto y vas y te lo comprás.
La explosión del Monito en Vélez se dio con Gabriel Heinze como entrenador, un entrenador que, cuenta, le enseñó mucho al volante creativo del Fortín y también a Matías. “La idea de Heinze revolucionó el mundo Vélez no sólo futbolísticamente: hay mucho respeto hacia el laburante, hacia todos, mucho respeto por el laburo de uno, mucho más profesionalismo. Más allá de lo futbolístico, que es lo que manda, nosotros también generamos un entorno muy lindo que hace que las cosas puedan salir”, explica.
-¿Cuál es esa idea?
-Desde el primer día él vino y se plantó, cambió hasta la sala de juegos (ahora hay una sala con un proyector para ver videos) cambió todo. Heinze se plantó, nos mostró su forma, su forma de jugar, su exigencia. Es una forma de jugar creo que bastante distinta a los demás, ya desde que es una marca personal y no intermedia te das cuenta, pero nos mostró principalmente el profesionalismo, el peso, el horario, la exigencia, lo importante que es estar bien para entrenar, lo importante que es esta profesión, lo importante que somos, y se empezó a pensar un poco más en grande.
-No debe ser fácil recibir a un técnico que llega y cambia todo.
-No, cuesta horrores, nos costó mucho. Cuesta también porque genera roce, puede generar malestar. Creo que él nos mostró algo que nosotros no sabíamos, que es lo peor que tiene el jugador de fútbol, que es la excusa: siempre hay una excusa al ser un juego de 11. Si controlás mal la pelota, capaz que la excusa es el pase de otro. Él nos demostró que basta de excusas, que basta de “llegué tarde por tal cosa”, “estoy mal de peso por tal otra”. Él nos mostró que las cosas se hacen bien o se hacen bien. Y si se hacen mal, es tu culpa. Y es una realidad muy grande. Nosotros todavía no estamos adaptados a eso, a lo largo de la carrera todo jugador de fútbol piensa en las excusas. El propio entorno, la gente que te quiere, nunca te va a criticar o a decir "controlaste mal" sino que va a decir "pero el equipo, no te la dan, la cancha, el árbitro, el calor". Siempre hay miles de excusas, y pueden ser ciertas, pero por qué no imponerse ante esa adversidad como él nos lo pide. Yo te lo digo porque él me lo enseñó y porque yo lo estoy intentando, pero no se puede, es muy difícil.
-¿Eso se ve traducido en el juego?
-Obvio, porque trajo una idea distinta a la de los otros técnicos que tuvimos, una forma muy diferente no sólo desde lo futbolístico, sino de todo. Tuvimos que cambiar en muchos aspectos, también en lo futbolístico. Tardamos porque todo proyecto tarda en tener éxito, eso está claro en todos lados que las cosas van de a poco, que la repetición te da resultado. Pero mucha repetición, no un par de días. Me acuerdo los primeros entrenamientos que era increíble que no nos salían las cosas, y lo intentábamos, teníamos la mejor intención, pero no nos salían. Hoy en los entrenamientos todo lo que nos pide o todo lo que hablamos lo podemos hacer.
-¿En qué te ayudó a crecer Heinze?
-Por ahí lo que más me dio es un poco esa forma ganadora de enfrentarse a todo y querer superarlo. Y también me dio mucho mentalmente y fuera del fútbol, fuera del entrenamiento, el profesionalismo, que eso es algo muy importante que uno tiene que tener.
-¿Los hace ver mucho fútbol?
-No, nos vemos a nosotros y el rival. Nadie más.
-¿Y vos, sos de mirar fútbol?
-Poco, pero miro. Muy de vez en cuando, si hay algún partido que me interesa, me siento a mirarlo pero no soy el enfermo que está todo el día mirando fútbol. Hay gente que te dice que está viendo fútbol pero está tomando mate, sube la fotito, está con el celular y mira si hay un gol. A mí me gustan mirar los partidos que me interesan, los partidos lindos.
-¿Al jugador de buen pie sólo le gusta ver a los equipos que juegan lindo?
-Yo creo que sí, uno se siente identificado mirando fútbol con ciertas formas que uno las ve así. No es mito. Ahora, yo sé, porque lo ha dicho y porque lo sé, que Román mira desde la D hasta el Barcelona en la Champions. Él podía sacarle fruto, le gustaba mirar el fútbol así. Mismo mi viejo que fue un gran jugador, un jugador de mucha calidad, él miraba todos los partidos.
-Hablaste de Riquelme con mucha admiración.
-Obvio, ¿quién no es admirador de Riquelme? Hasta mismo, que eso es algo que me sorprende mucho más de Román, la gente de River lo respeta. Y es porque nunca buscó mucho quilombo en prensa o querer menospreciar a River. Él respetaba a la gente de River, la gente de River lo respetaba y cualquiera puede disfrutar de su fútbol.
-¿No hay otro Riquelme?
-No. No hay otro Riquelme no hay otro Maradona, no va a haber otro nada. Cada jugador es propio. No va a haber otro Blas Giunta. Pero, ¿y Iniesta? Está bien, no va a jugar como Riquelme, pero es esa clase de jugadores que son distintos. Y, si te ponés a mirar, está Modric, con distinta dinámica, pero son jugadores que cerca de esas posiciones hacen cosas increíbles o te pueden manejar partidos. El fútbol evolucionó y no va a haber más un tipo que juegue parado en el medio como él (Riquelme) jugaba y que haga lo que quiera. Él en sus últimos con la experiencia que tenía podía hacerlo, hoy es difícil también que un jugador, por más que tenga la calidad de Riquelme -que no la va a tener- tenga esa rebeldía.
-¿De quién intentás incorporar cosas?
-De muchos. De Messi, principalmente, me encanta mirarlo y ver ciertos movimientos, cosas que él tiene, cosas copiables, cosas de este planeta. Cuando hace cosas de este planeta se puede intentar hacer algo.
-¿Por qué te dicen el Hazard argentino? ¿Tenés algo de él?
-Porque en este mundo se busca comparar, se busca generar parecidos. Yo no le veo sentido. Se buscan comparaciones todo el tiempo. Es el mundo para dar referencias y quizá, para dar referencias mías dijeron "le vieron cosas de Hazard" y eso se levanta en una movida mediática.
Justamente desde algunos medios de comunicación europeos surgió el rumor de que al Monito lo busca Real Madrid, algo que desmintió el presidente de Vélez y hasta el propio jugador. Pero, lo que nadie puede negar, es que lo siguen desde Europa.
-¿Es algo que te quita el sueño?
-Es algo que quiero, pero no sé si a la brevedad, depende mucho también de cómo llega uno al mercado de pases. Hace un tiempo recibí ofertas de Europa y de Estados Unidos y las he rechazado porque sentía que tenía que quedarme acá, que tenía que disfrutar más acá y porque quiero lograr algo con Vélez también, pero es algo muy del momento. A mí me gustaría jugar en Europa, obvio.
-¿Tu manera de jugar va a influir a la hora de elegir una liga?
-Obvio. A Ucrania no me voy, a Chipre no me voy ni en pedo. No voy porque no me interesa la plata como para irme a los 21 años a hacer plata. No creo que sea ese el objetivo de mi vida. Si me voy, me gustaría irme a las grandes ligas, como se le dice.