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·10 de noviembre de 2019

En medio del caos, rechazo a la esperanza

Imagen del artículo:En medio del caos, rechazo a la esperanza

Aunque se haya hablado poco de ello, lo cierto es que el actual Barça tiene una de las tres mejores delanteras de su historia (si nos ceñimos a los nombres). El provecho que le está sacando Valverde a esto, evidentemente, es inexistente.


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Ronaldinho, Eto’o, Messi y Henry o Messi, Neymar, Suárez y Pedro. Una de estas dos delanteras es la mejor de la historia del Barça. El potencial de ambos cuartetos atacantes es descomunal, aunque el primero de ellos no llegara a triunfar. Recalco que me ciño a nombres, porque si hablamos de mejores ataques por rendimiento, la infravalorada MVP (Messi, Villa y Pedro) está a la par con la MSN (Messi, Suárez y Neymar) aunque jamás se haya comentado semejante herejía para los puristas de «el fútbol es de los jugadores».

El año pasado el Barcelona tuvo otra delantera que podría haber competido entrar en ese top, pero multitud de factores intervinieron para que el ataque Messi, Suárez, Dembélé y Coutinho (con Malcom como actor de reparto) fuera un fracaso absoluto; no creo ni que haga falta decir el responsable de semejante fracaso.

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La venta de Coutinho (y Malcom, nuevamente en un paréntesis) y el fichaje de Griezmann daba un salto cualitativo al equipo, dado que el carioca, independientemente de las cuestionables ideas de Valverde, no es delantero y no está al nivel de Griezmann. El francés, en su prime, es top 10 mejores jugadores del mundo, mientras que el brasileño es un crack mundial que difícilmente entraría en ese rango.

A resumidas cuentas, esta temporada el Barça empezó con Messi, Suárez, Dembélé y Griezmann. Bajo mi punto de vista, es una de las tres mejores delanteras de la historia del Barça. Lo tiene todo. Experiencia, juventud, explosividad, inteligencia, garra, visión de juego… Pero claro, se nos olvida un factor «algo determinante» en el fútbol: el entrenador. Si algo hemos podido comprobar en estos dos últimos años es que Valverde no es entrenador para el Barça. Le queda grande. Su incapacidad para crear un tridente ofensivo sólido le ha costado al Barça depender, ahora más que nunca, de Messi como buque insignia del ataque.

Lo más normal del mundo sería confeccionar una línea de ataque con Griezmann, Messi y Dembélé, pero los galones de Suárez pesan más que el indudable talento de Dembélé, por lo que Valverde ha optado por apostar por un tridente con Messi, Suárez y Griezmann; además, con Griezmann de extremo izquierdo, cuando es un jugador que no tiene ni agilidad, ni desborde, ni es zurdo. Así estamos como estamos, que llevamos tres meses de competición y dependemos exclusivamente de Messi para que haya una jugada de peligro.

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El otro día contra el Slavia de Praga tuvimos la oportunidad de ver al deseado tridente formado por Messi, Griezmann y Dembélé desde el primer minuto de partido, pero el catastrófico 3-1-6 de Valverde arruinó toda posibilidad de compenetración entre ellos. Finalmente, a los 60 minutos de partido, Dembélé fue sustituido por Ansu Fati. Lo más lamentable no fue el cambio, que ya era grave de por sí, sino los pitos que se escucharon por parte de la afición a Dembélé.

Comprendo perfectamente el rechazo que puede causar en un aficionado con la camiseta de Neymar la figura de Dembélé, pero pitar al jugador que más ha aportado en ataque es, cuanto menos, bochornoso. Así estamos como estamos, que por egos descontrolados hemos dejado de ver al Barça. Ahora vemos otra cosa.

Dembélé, objetivamente hablando según el rendimiento que da, es el segundo mejor delantero que tiene ahora mismo el Barça. Es el único jugador junto a Messi del equipo capaz de crear una jugada de peligro de la nada. Su desborde, visión de juego, agilidad, regate… es incomparable al de Suárez o Griezmann. El joven francés es la esperanza que tiene este equipo para no depender exclusivamente de Messi. Pitarle no hace más que confirmar el poco barcelonismo de alguien.

Imagen principal: Getty Images.

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