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·9 de marzo de 2020

“En el Levante me hicieron el hombre más feliz del mundo”

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“El club se llama Levante UD y desde 1939 solo ha pasado un 10% de su historia en LaLiga, la primera división española”. Así abría el New York Times el artículo que dedicó al club ‘granota’ el 28 de octubre de 2011 cuando, tras nueve jornadas transcurridas en la temporada 2011-12, lideraba la clasificación de LaLiga. Juan Ignacio Martínez, JIM para los amantes de los acrónimos, estaba a los mandos de aquel Levante que cuajó una temporada de ensueño en el Ciutat de València. Por primera vez en sus ya 102 años de historia, el club valenciano conseguía apreciar las vistas desde la cima y posteriormente clasificarse para su primera aventura europea. Sin embargo, JIM no se define únicamente por sus logros en Orriols. Tras curtirse en todas las categorías del fútbol español, incluido el femenino, el técnico alicantino puso rumbo a Asia, donde entrenó al Shanghai Shenxin en 2016 y un año más tarde al Meizhou Meixian, para terminar en el Al-Arabi kuwaití, la última experiencia en su currículum. Hablamos con Juan Ignacio Martínez de su trayectoria como entrenador, sobre el fútbol fuera de España, acerca de las polémicas del VAR, del Getafe de su primo Bordalás y de los proyectos que acechan su costa.   Siempre has querido ser futbolista, pero un evento fortuito hizo que acabaras sacándote las titulaciones de entrenador. ¿Qué cambia para ti ese día? Lo más bonito para mí fue siempre jugar al fútbol, pero después de una lesión que tuve en la rodilla supe que había tocado techo como profesional. Tuve la oportunidad de hacerme cargo del equipo de juveniles porque su entrenador no podía acudir aquel día y el mío me pidió si podía suplir su baja. Me vio con potencial y fue él quien me insistió para hacer el curso de técnico. Yo le dije: “Míster, si yo no tengo ni idea”. Lo que empezó como una broma se fue poco a poco convirtiendo en una opción de futuro. Inicié con los juveniles y luego estuve mucho tiempo en la escuela de Torrevieja, hasta que finalmente di el salto a Tercera División. En tu experiencia, ¿qué ha sido más difícil: ser buen jugador o entrenador? Son cosas diferentes. Jugar al fútbol me resultaba mucho más sencillo, aunque creo que no tuve el nivel suficiente, porque como jugador llegué a 2ªB y sin embargo como técnico alcancé Primera. Ser entrenador lo considero más complejo porque no solo depende de ti, sino que gestionas miles de cosas, desde los medios de comunicación y la afición hasta los consejos de administraciones y, lo más importante, el grupo humano, la plantilla. Las categorías regionales curten como pocas y tú has crecido en ellas tanto de jugador como de entrenador. ¿Qué lecciones te llevas de ellas? Hoy está de moda que los exjugadores, que en algunos casos no cuentan con la experiencia suficiente, se quiten las botas y se pongan a entrenar. Tienen mucha prisa por coger proyectos ambiciosos y en la mayoría de los casos nada sale bien. Guardiola entrenó en el filial del Barcelona y fue cuando llegó al primer equipo, con bagaje como entrenador, cuando empezó a ganar. No digo que haya que pasar por un número establecido de categorías o experiencias, pero sí que debería haber una mínima práctica que no sea ponerse el chándal e ir a entrenar. El hecho de ser un fantástico jugador no va ligado a ser muy buen entrenador… Puede ayudar a la hora de conectar con la plantilla, pero se trata de dos campos muy diferentes. En España hay muchos entrenadores exitosos que no han sido grandes jugadores. Después de haber pasado por Cartagena, Alcoyano, Salamanca, Albacete, tanto en Segunda División como en 2ªB, te llama el Levante. ¿Qué piensas cuando llegas ahí? ¿Que esto ha sido gracias a tu duro trabajo o que es ahora cuando de verdad comienza el trabajo duro? En mi caso debo reconocer que fue un golpe de suerte. Puedo presumir de pocas cosas, pero una de ellas es que he entrenado en todas las categorías del fútbol español: Benjamín y Juvenil, fútbol femenino y desde 2ª Regional hasta Primera, competiciones europeas incluidas. Algo bueno habré debido de hacer en mi trayectoria profesional para que Manolo Salvador contactara conmigo para iniciar un proyecto con el Levante. Nunca se me olvidará el día en el que recibí su llamada. Estaba en casa con mi mujer viendo la tele y pensando: “Hace siete años estaba en Tercera División y ahora voy a entrenar en Primera”. El trabajo duro empieza desde el momento en el que hay una trayectoria como entrenador. ¿Cuál fue el éxito del Euro Levante? ¿Qué crees que pudo funcionar contigo que no ocurrió previamente? Creo que se generó una energía positiva muy grande en el vestuario. Con la llegada de nuestro staff en verano me di cuenta de que contábamos con un equipo con mucha experiencia y trayectoria. Mi frase mágica era que el éxito se consigue a través del compromiso y sin ninguna excusa. El cuerpo técnico se adaptó a las características del club y buscamos la naturalidad desde el comienzo de la temporada. También fue muy importante el respeto que tuvieron los jugadores, ya que ninguno se salió del guion. En ese cóctel de ingredientes el equipo encontró una buena racha de resultados. En ningún momento nos pusimos como reto nada, nuestro objetivo siempre fue la permanencia. Estuvimos en Europa y el Levante cumplió un sueño, fue muy emotivo para todos. ¿Qué se siente al colocar líder por primera vez en su historia a un club con 102 años de trayectoria? Estaba en una nube. Acababa de llegar a la élite y no era consciente. Ser líderes me hizo redoblar el esfuerzo y no se trata de un tópico más. Intentábamos siempre que los jugadores percibiesen nuestro trabajo desde el minuto uno por medio de los entrenamientos, los videos, y siempre con los pies en suelo, con la máxima humildad. Recuerdo muchas emisoras y muchos medios extranjeros que hablaron de nosotros, el club salió en el New York Times… La clave fue el trabajo, la humildad y que los jugadores fueran conscientes de que no habíamos hecho nada, y eso en el fondo no hacía falta decirlo porque ya se encargaban ellos de recordarlo día tras día. ¿Con qué te quedas de tu etapa en el Levante? Todo fue muy positivo, el club, la directiva, los empleados… Yo vivía cerca del estadio y salíamos a comer muchas veces juntos cerca del campo. También, y por supuesto, debo dar las gracias a toda la afición y a las peñas. Después de aquel inicio de temporada los aficionados nos esperaban una hora y media antes en las esquinas del Ciutat de València, nos llevaban a empujones, éramos un autobús flotando. Eso hacía que la energía se trasladara a los jugadores y al terreno de juego. En Valencia he dejado grandes amigos gracias al futbol y al Levante. No me olvido de los jugadores, gracias a su rendimiento hicieron de mí el hombre más feliz del mundo y el mejor entrenador. Fue una experiencia enriquecedora. ¿Qué fue lo más difícil al llegar a China y qué diferencias notaste con respecto a tus años como entrenador en España? Fue una experiencia inolvidable y sigo con las puertas abiertas para volver. Me he hecho nómada, o bohemio, como prefieras llamarlo. La primera semana nos costó un poco aterrizar debido a nuestra metodología, pero rápidamente nos dimos cuenta de que iba a ser mucho más fácil adaptarnos nosotros a ellos que ellos a nosotros. Al final, llegas a un país con millones de personas y crees que eres tú el que tiene que cambiarles y no al revés. La cultura, las costumbres y los ámbitos morfológicos en el deporte son completamente distintos a los occidentales, pero también se vive el deporte con mucha intensidad. Es un fútbol muy joven y todo lo relacionado con sistemas de entrenamiento, métodos y filosofías de juego sigue en pruebas. Nosotros estábamos a las afueras de Shanghái y tuvimos la suerte de llegar a las semifinales de Copa, llenando un estadio de casi 30.000 personas. Había un ambiente espectacular. En algunos sitios nos pidieron hasta fotos y autógrafos. China ha evolucionado a nivel tecnológico, gastronómico y en deportes individuales ha ganado muchas medallas. Entonces, ¿por qué no hacer lo propio con el fútbol? Queda mucho camino por recorrer, pero les auguro un buen futuro.   “Entiendo la crítica y el elogio, aún cuando creo que en muchos casos este último te debilita”   Después de China decides poner rumbo a Kuwait. ¿Qué fue distinto con respecto a lo vivido en Shanghai? Kuwait es un país muy rico y al futbolista le cuesta asumir ciertos compromisos, una de las palabras que para mí define el éxito. Me costó un poco más por su cultura, filosofía de trabajo y porque el fútbol no es tan importante todavía como en otros países. Yo estuve en Al-Arabi, el equipo más prestigioso y con mayor afición de Kuwait. Sin embargo, cuando te enfrentas a otros clubes los estadios están vacíos, hay muy poco público y cuesta motivar a los jugadores. En China me sentí mas realizado. ¿Crees que la humildad es el ingrediente clave de tu trayectoria como entrenador? Al final son valores que mis padres me han enseñado desde muy pequeño. Cada vez que los olvidaba, ellos intentaban recordármelos y ese es uno de los grandes legados que me han dejado. La humildad y el esfuerzo siempre han de estar presentes en mi vestuario. Dices no ser muy aficionado del circo mediático que a veces rodea al fútbol. ¿Cómo es lidiar con medios que te elevan cuando todo va bien, pero hacen ruido cuando se busca silencio? Lo comprendo perfectamente y sé que es parte de mi trabajo. Cuando represento a un club soy parte de su imagen y tengo que hacer una serie de declaraciones. Entiendo la crítica y el elogio, aún cuando creo que en muchos casos este último te debilita. No tengo ningún problema en dar entrevistas, pero cuando no estoy trabajando no me veo en la obligación de actualizar a la prensa sobre mis proyectos. ¿Tienes algún proyecto en mente? ¿Quieres volver a entrenar en España o estás buscando otra oportunidad fuera? Cuando un entrenador no tiene trabajo siempre quiere volver a los banquillos. ¿En España? Por supuesto, porque es mi país, porque tiene una de las mejores ligas del mundo y porque hay una pasión enorme por el deporte. ¿Fuera? También, porque sé perfectamente que puedo desarrollar mi profesión con pasión. Salen proyectos, pero muchas veces por algunos motivos u otros tenemos que tomar ciertas decisiones. Quiero volver a entrenar en España, tengo varias ofertas en la mesa y espero volver a sentarme en un banquillo próximamente. ¿Cómo ves LaLiga esta temporada? Como casi todos los años, se divide en tres grupos, los que pelean por el título, los que luchan por Europa y los que libran la batalla por la permanencia. Lo que hace que LaLiga sea la mejor del mundo son las sorpresas que se generan a pesar de las diferencias en las plantillas y el presupuesto. Tienes al Getafe en zona Champions y luego a Espanyol y Celta de Vigo en la parte baja de la clasificación, sufriendo hasta las últimas jornadas para evitar el descenso. ¿Y qué opinas del VAR? Todo lo que ayude al fútbol a mejorar será bienvenido siempre, pero es cierto que se tienen que coordinar decisiones que, siendo parecidas, se sancionan de forma distinta. Aun así, creo que es una buena noticia para el deporte. ¿Ves en el Getafe de Bordalás, la revelación de esta temporada, algún reflejo de tu Levante? Lo que está haciendo mi primo Bordalás tiene un mérito que difícilmente se puede entender. Cuando el Getafe empieza la temporada su objetivo es sumar los puntos de la permanencia lo antes posible, y si tienes la suerte de hacerlo en enero con media temporada por delante, intentas soñar con objetivos diferentes. Además, si juegas Europa League, eso conlleva el doble de mérito, porque el desgaste físico y mental es muy grande. Creo que muchos de los jugadores del Getafe se han revalorizado y la temporada que viene tendrán grandes ofertas. Si un jugador es mejor al final de temporada, más allá de su rendimiento, el entrenador es en parte responsable de su mejora, y ahí Pepe tiene mucho mérito.   SUSCRÍBETE A LA REVISTA PANENKA Fotografía de Getty Images.

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