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·29 de mayo de 2018
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El 29 de noviembre de 1997, en un campo de críquet en Melbourne, comenzó a trazarse su camino. Karim Bagheri y Khodadad Azizi protagonizaron la hazaña, dos goles en la recta final aseguraron el empate ante Australia y la clasificación de la Selección de Irán al Mundial de Francia 98 después de veinte años.
La historia no era suya. Alireza Jahanbakhsh tenía apenas 6 años y estaba lejos de Australia, en donde se disputó la vuelta del repechaje, pero se apropió del episodio y lo ha usado como inspiración desde entonces: "Descubrí lo importantes que eran el futbol y el Mundial”, confesó para el sitio oficial de la FIFA.
Antes de meterse a la cancha con serias intenciones, Alireza probó otros deportes en su lugar natal: Jirandeh, una pequeña ciudad con menos de 3 mil habitantes al norte de Irán. Hasta los 12 años dio el paso adelante y creció en el club Damash Gilan, que lo hizo debutar a los 17, su nombre quedó grabado desde entonces por su juventud en la Liga Pro.
Los goles del 97 fueron de otros, pero el mediocampista Mehdi Mahdavikia se convirtió en su primer héroe del juego. Por unos meses, compartió vestidor con él en Damash Gilan: "¡Lo abrumaba con preguntas!", dudas sobre el futbol y la vida.
Una decena de anotaciones en Irán, además de sus destacadas participaciones con la Selección Sub 19 en el campeonato asiático, lo pusieron en la mira del NEC de Holanda. Las puertas del futbol europeo se abrieron con un contrato por tres años en julio del 2013.
En su primera temporada, debutó en la Eredivisie, marcó seis goles y asistió en 5 ocasiones en 33 partidos, estuvo cerca de ser nombrado Mejor Jugador Joven. Sin embargo, el esfuerzo individual no bastó, el equipo fue relegado a la Jupiler League.
El iraní hizo personal el reto y sus 12 anotaciones fueron fundamentales para regresar al NEC a la Primera División. Para ese momento, el talento de Alireza, especialmente su buen toque de pierna derecha y la capacidad asociativa, era conocidos y plasmó su firma en agosto del 2015 con el AZ Alkmaar.
El futbol holandés ha sido su elección, recibió el consejo de Mahdavikia desde que Persépolis lo tentó para mantenerse en Irán. Alireza se sacudió la comodidad y sin conocer el idioma se aventuró con tal de crecer: "Siempre sigo mi corazón", justifica.
Ganarse un puesto en el AZ no fue cosa fácil, en parte por una lesión de rodilla que demoró su presentación. Acumuló minutos poco a poco y en su tercera temporada, ya consolidado en el primer equipo como titular conquistó el campeonato de goleo de la liga holandesa.
Se quedó lejos ser campeón de la Eredivisie con el AZ, terminaron en tercero y llegará a la Copa del Mundo con el premio a su constancia. No es alto, mide 1.80, a velocidad no es su fuerte, pero sabe qué hacer cuando está frente al marco, es cauto en la decisión final y firma.
Uno de sus recuerdos mundialistas tiene a su padre como protagonista, durante Alemania 2006, le confío: "Este es mi más grande sueño, verte un día vistiendo la camiseta de la selección en una Copa del Mundo".
Estuvo en Brasil 2014 y desde entonces, la afición está a la expectativa de quien ahora comparan con su ídolo Mehdi Mahdavikia. Jahanbakhsh jugó apenas 49 minutos y fue parte de un proceso mundialista tan positivo que ha puesto alto el objetivo del técnico Carlos Queiroz: un pasó más alla de la fase de grupos.
Los bombos los cruzaron con Portugal, Marruecos y España, pese a que algunos lo califican como "mala fortuna", hay optimismo por su fortaleza en la defensa, no permitieron goles en 9 encuentros de la eliminatoria asiática. El poderío ofensivo promete con el campeón de goleo como extremo derecho y Sardar Azmoun, autor de 11 goles en la clasificación, en punta.