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·22 de febrero de 2023

El segundo de España contra el octavo de Inglaterra

Imagen del artículo:El segundo de España contra el octavo de Inglaterra

El Liverpool-Real Madrid, por mucho que la prensa palmera y chouvinista lo haya querido vestir de seda, no ha sido más que el choque del segundo de España (a ocho puntos del mejor) contra el octavo de Inglaterra (a 19 puntos del Arsenal). Un duelo menor, especialmente si lo comparamos con el de este jueves, que junta al mejor de España con el tercero de la Premier League, a cinco puntos del líder. Pero suficiente para generar ilusión entre un madridismo que ya casi ha perdido de vista al Barça, distanciado en ocho puntos.

El Liverpool se entregó y no ofreció resistencia

Pero el aparato de propaganda del imperio madridista funciona así. De acuerdo con su catecismo, el Liverpool se entregó y no ofreció resistencia al Real Madrid. Es lo que suelen decir indignados cuando el Barça gana un partido con holgura. Pero la fanfarria suena con todo su esplendor cuando es el Real Madrid el que golea al rival. En ese caso nadie se cuestiona la entidad del rival ni si se ha esforzado o no.


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De la misma manera, cuando el Barça gana siempre hay algún pero arbitral que sirva para deslucir sus éxitos. Una mano del Barça dentro del área siempre es intencionada. En cambio, la del rival nunca. Cuando hay un contacto de un defensa del Barça con el rival es penalti claro. Si es al revés, no es suficiente para señalar penalti. Es lo que sucedió con el gol anulado al Cádiz por el choque de Fali con Ter Stegen. Un gol como una casa. Si el choque es con Courtois, la falta es flagrante.

Ocurrió ayer también en Anfield cuando el resultado auguraba catástrofe para el Real Madrid. Carvajal empuja a un rival en el área. Para la prensa del movimiento de Florentino, solo hubo un contacto con la mano, nada más. No era suficiente para señalar penalti. Y pasamos del 3-0 al 2-5. O del 4-0 porque en otra acción el mismo Carvajal golpeó el balón con el brazo dentro del área. Si hace eso un jugador del Barça el penalti es de libro.

El autobús blanco

Es lo que Iturralde González denomina "el autobús blanco", referido a la prensa de bufanda con ultras sur infiltrados. Cuando un árbitro choca contra el Real Madrid, su aparato de propaganda se encarga de hundirle en la miseria generando la conveniente alarma social en todo el estado, que para eso sus poderosos medios disfrutan de un alcance que va más allá de los límites de Madrid. Y los árbitros no ignoran lo que les espera si se equivocan contra el Real Madrid. Nada que ver con cualquier error contra otro equipo, que se queda en nada.

El Madrid tiene en nómina a un exárbitro para "cuidar" a los árbitros como se merecen, para que se vayan del campo con regalitos de color blanco y para que se sientan bien tratados por la entidad. No hace falta más. El resto del trabajo lo hacen los medios con su política fiscalizadora.

Pero el que compra a los árbitros es el Barça

Y mientras tanto, el que compra los árbitros es el Barça. Una versión que se ha impuesto aunque no exista ni una sola prueba de un partido comprado. No tienen bastante con lo del doping, ahora han encontrado un nuevo filón para seguir lanzando porquería contra la época más gloriosa del Barça, la del 2-6, 5-0, 5-1, 0-4 o 0-3 que siguen a la espera de respuesta blanca. Ahora son los árbitros. Y se habla de un trienio negro en el que el Barça ganó dos ligas con 17 y 19 puntos de ventaja sobre el Real Madrid (¿sería por los árbitros?) y en el que perdió la tercera Liga en un partido final con el Atlético en el que Mateu Lahoz contribuyó a la causa, como siempre, haciéndose el tonto en un gol del Barça que nunca debió ser anulado y que valía la Liga.

En esa época se produjo el ¿error? de Hernández Hernández, que miraba hacia Cuenca mientras Luis Suárez marcaba un gol ante el Betis en el Benito Villamarín. La pelota entró un metro dentro de la portería, pero Hernández Hernández no lo vio. Qué mala suerte. Ese error le dio una Liga al Madrid y se la quitó al Barça. Pero los árbitros están comprados por el Barça.

Los mismos árbitros que permitieron que Casemiro se paseara durante una década por España sin ver una expulsión directa a la que se hacía merecedor en cuatro o cinco acciones de cada partido que jugaba.

A ocho del Barça de las palancas

El diario The Sun publica hoy: "Nunca se ha hablado del Real Madrid con el cariño reservado al Barcelona de Lionel Messi y amigos, pero en los últimos nueve años se ha consolidado como el mayor club de la historia de la Champions League". Esa es la cruda realidad. El Madrid podrá imponer respeto en esos siete partidos que necesita para ganar su título preferido, pero no se ganará el cariño de los que le son ajenos. El cariño se gana jugando bien. Por eso el Barça se lo ha ganado y lo sigue ganando. En casa del octavo de la liga inglesa el Madrid hizo ayer un gran partido. Fue una excepción en su trayectoria contemporáneo, porque el ADN del Madrid se limita a épica, garra y coraje.

Estaría bien que la exhibición de ayer ante el octavo equipo de Inglaterra se repitiera con más frecuencia. Así se gana el cariño. De momento, el mejor equipo del mundo mundial, del pasado, del presente y del futuro, está a ocho puntos del Barça. Sí, el Barça, el de las palancas, el de la Europa League. A ocho.

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