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En un momento dado

·6 de agosto de 2020

El segundo City de Kevin de Bruyne

Imagen del artículo:El segundo City de Kevin de Bruyne

La defensa dio la pista. En Barcelona, Guardiola inauguró un capítulo nuevo en la historia del fútbol tomando la decisión de descargar a Leo Messi del esfuerzo de perseguir al lateral izquierdo rival cuando el equipo contrario tuviera la pelota. Desempolvando para él el rol de falso nueve, Pep lograría enfocar cada carrera del argentino a aquello de lo que mejores resultados podía obtener, el ataque, y le reduciría el desgaste de los partidos con tal de tenerlo siempre disponible. La dosificación del 10 se produciría en el propio terreno de juego. Iba a nacer el Barça de Messi, y para que eso fuera posible Leo no podía faltar. Una década después, su cuarta temporada como técnico del Manchester City empezaría con una novedad. Con un cambio sustancial acotado a los momentos, habitualmente pocos, en los que el conjunto citizen no disfrutara de la posesión.

Los entonces vigentes campeones habían revalidado el título siendo un equipo que, por regla general, a la hora de presionar formaban con una primera línea de tres hombres compuesta por el punta y los dos interiores, y una segundo tridente por detrás conformado por el mediocentro y los dos extremos. Sin balón, los delanteros de banda del City retrocedían por fuera, al tiempo que sus centrocampistas más ofensivos ascendían a la primera barrera de contención siguiendo una vertical que, en caso de ser superados, los devolvía a su posición habitual para dibujar un 1-4-5-1 bastante arquetípico. El curso 2019-2020, sin embargo, arrancaba con sorpresa, y es que Kevin de Bruyne, desde la atalaya del interior derecho, cuando al adversario iniciaba juego desde atrás no se incorporaba al punta como sí hacía el interior izquierdo, sino que retrocedía, más tranquilo, hasta una altura similar a la del pivote. El belga, argumento principal y figura clave en la primera liga de Guardiola en Inglaterra, venía de un año repleto de intermitencias, y el técnico se había propuesto, por un lado, protegerlo, y por el otro, potenciarlo. Iba a nacer el (segundo) Manchester City de De Bruyne, y para que eso fuera posible Kevin no podía faltar.


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Se sugiere la diferenciación entre el cuadro skyblue de la temporada 2017-18 y el actual en cuanto al papel reservado para Kevin de Bruyne en él en calidad de origen del mismo, tanto por la libertad concedida al belga y su grado de impacto, como por las consecuencias que ambas cosas han provocado en los usos de las piezas que lo acompañan. En una primera aproximación, pues, puede apuntarse al intercambio de atribuciones de los dos extremos, pues si entonces el izquierdo -Sané- guardó más relación con la sujeción en banda y el derecho -Sterling- desempeñó un papel más interiorizado de influencia en la frontal y en el área, esta temporada ha sido el atacante más vencido a la derecha -más habitualmente Mahrez- el más responsabilizado de mantener abierto su costado dejando para el compañero del carril opuesto -normalmente Sterling- la posibilidad de desengancharse de la cal. Esto ha sido así, en primer lugar, por una cuestión prosaica como ha sido la lesión de Sané y el buen rendimiento de Mahrez, pero también por aspectos de índole táctico relacionados con el aprovechamiento de la estrella del City.

Imagen del artículo:El segundo City de Kevin de Bruyne
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Por norma, interior, lateral y extremo se reparten tres parcelas: la adelantada y más exterior en banda, la habilitada entre el lateral y el central diestro contrario, y la localizada a la izquierda del mediocentro del Manchester City. En cada partido de los de Guardiola, la procedencia de sus ocupantes puede ser distinta. Sí es cierto, no obstante, que en determinados tramos de la temporada y ante algunos enfrentamientos clave Pep ha optado por matizar el carácter de su interior izquierdo en ataque, conteniéndolo más cerca del pivote a modo de una segunda protección en transición defensiva. Habitualmente Gündogan pero en ocasiones también David o Bernardo Silva, este futbolista ha ejercido como refuerzo para la contención. Y es que como la bota derecha de De Bruyne no siempre necesita conquistar línea de fondo para servir la asistencia definitiva, pero sí moviliza a muchas piezas en el área buscando el remate, los rechaces, en pies del rival, pueden encontrar una vía para la ascensión con menos obstáculos por delante de lo habitual. Un interior bajo como paréntesis en el equipo que los lanza a los dos sobre la mediapunta, con el propósito de arañar migajas de pausa a la danza huracanada de Kevin de Bruyne.

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