
La Galerna
·16 de septiembre de 2020
El Real Madrid de los jóvenes

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·16 de septiembre de 2020
Atenazado financieramente por la tragedia mundial de la pandemia, al Real Madrid le ha llegado el momento de capitalizar la inversión en jóvenes promesas que viene realizando, con admirable visión de futuro, desde los tiempos en que todo hacía prever que esos jóvenes serían necesarios, pero no tan absolutamente cruciales como resultan ser ahora. Los Vinícius, Rodrygo, Valverde, Mendy, Odegaard, Asensio, Jovic, Militao o Lunin han dejado de ser solo el futuro del club. Ahora son (deben ser) fundamentalmente el presente.
No hay tribulación en la vida que no acarree algún aspecto positivo. Lo positivo del nuevo escenario que para el fútbol trae el Covid es que un estadio vacío intimida a un jugador inexperto muchos menos que uno rebosante de público, y esto vale tanto para el Bernabéu (sustituido por un desértico estadio Di Stéfano) como para los partidos fuera. La obligación de jugar sin espectadores priva a los jóvenes del ambiente adverso de los campos antimadridistas, así como del inquietante runrún de los viejos abonados de Concha Espina. Liberados de ese yugo psicológico, en una y otra instancia, no hay mejor escenario que este para apostar por los jóvenes.
No existen por tanto razones para asentar con los imberbes un conservadurismo que hasta el más acérrimo zidanista, como el que suscribe, puede interpretar en su modo de gestionar todo esto. Este contexto, que por desgracia tiene altas posibilidades de prolongarse en el tiempo, es ideal para que florezcan estrellas futuras a las que el técnico francés parece tender a embridar para que no corran demasiado. “Quien quiera comerse el mundo tiene permiso”, dijo Valdano en su época de entrenador, al tiempo que apostaba por un niño de 17 años destinado a convertirse en leyenda. ¿Ha dado ese permiso Zidane? Sí no es así hágalo ahora, cuando los partidos tienen la carga ineludible de los puntos pero no la presión de las masas, cuando la trascendencia de lo que está en juego late disimulada bajo el silencio, cuando todo es importante pero tiene el ligero aspecto de un entrenamiento en el que las piernas, por fuerza, tiemblan menos cuando te ves solo ante el portero o cuando se acerca el más destacado delantero rival.
El contexto del fútbol en la era covid, que por desgracia tiene altas posibilidades de prolongarse en el tiempo, es ideal para que florezcan estrellas futuras
Zidane tiene acreditado saber manejar mejor que nadie el caudal humano con el que cuenta, pero las circunstancias nos permiten aventurarnos a solicitarle que dé más cuerda a los chicos, que Vinicius no sea solo el descarado regateador que da descansos a Hazard, que Odegaard no sea solo el que se los da a Modric, sino que ambos tengan la confianza para brillar mientras fuerzan a los veteranos a dar su mejor versión crepuscular para competir con ellos. Cada vez se entendería menos que Rodrygo hiciera un hat trick en un partido de Champions y luego desapareciera. Sí, es verdad, ¿qué sabemos los demás de las razones que impulsan a un entrenador a tomar sus decisiones? Nada, es él quien sabe. Solo pedimos humildemente que se destierre la sobreprotección como política habitual con los jóvenes, máxime en la atmósfera que hemos descrito y que paradójicamente, en medio de la hecatombe que vive el mundo, en medio del desastre en que ahora debe remar el Real Madrid, trae consigo el caldo de cultivo para acelerar la conquista de la élite por parte de los cracks en ciernes.