Fondo Segunda
·20 de abril de 2023
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·20 de abril de 2023
El Racing ha sido siempre un club de “primera”, pero también habitualmente ha vivido etapas en las que ha sufrido quiebras deportivas que le han obligado a volver a la casilla de salida. Esa casilla de salida se ha alargado durante una década en la actualidad, o al menos eso parece con la situación actual de la temporada. En los años 90 el equipo comenzaba un proceso de reconstrucción que tuvo una solución mucho más veloz que a día de hoy, pero el equipo vivió años duros a principios de los 90.
La temporada 89-90 tuvo un final atroz. Tras haberse sentido cerca de la máxima categoría en la 88-89, el Racing tuvo un año muy difícil la campaña siguiente. Donde descendió a los infiernos en la última jornada y por una diferencia mínima con un Eibar que estaba iniciando sus pasos por el fútbol profesional. El Racing, entrenado por José Ufarte, y capitaneado en el campo con jugadores como Ceballos, Liaño, Juan Carlos o Gelucho, se quedó a las puertas de quedarse otra campaña más en Segunda División. De hecho lo tuvieron en su mano, si llegan a haber puntuado en la última jornada frente al campeón de la categoría aquel año, el Real Betis.
No ocurrió, y el Racing tuvo que iniciar desde cero en Segunda B. Un año en el que la revolución llegó, la cantera tuvo un papel fundamental para devolver al Racing al fútbol profesional. Jugadores que marcarían una época en el club debutaron aquella campaña. Precisamente Esteban Torre, padre de la perla cántabra Pablo Torre, tuvo su primera oportunidad como profesional en aquella campaña.
La temporada 90-91 comenzó con la reestructuración de una plantilla desfasada que buscaba volver a Segunda lo más pronto posible. Refuerzos de primera como la vuelta de Marcos Alonso, recientemente fallecido, fue un plus para un equipo que necesitaba volver al lugar del que nunca debió partir.
Siempre es doloroso dejar de visitar el Benito Villamarín, para visitar Riomar en Castro Urdiales. I enfrentarse a filiales como el Deportivo Aragón. Pero el Racing fue capaz de demostrar la magnitud del club cántabro. Solamente 6 derrotas en toda la temporada colocaron al Racing en el primer lugar de la clasificación, posición que permitía gozar al Racing de la posibilidad de participar en la promoción a Segunda.
Allí los santanderinos no perdieron un solo partido, 4 empates y 2 victorias frente a Cartagena, Getafe y Córdoba, y devolvieron al Racing a Segunda División. Donde el club, con la base creada en la 90-91, devolvió en tan solo 2 campañas al equipo a Primera División.
Un proceso corto, pero intenso, que formó la base que sirvió de antesala para que el Racing se colocase como un fijo en Primera. Solamente una temporada en Segunda División desde entonces, hasta el último descenso en la 2011-2012 y paseándose por UEFA Cup y semifinales de Copa del Rey.
El Racing volvió a la casilla de salida, la surfeó con maestría y asentó un proyecto que luego se convirtió en la etapa más exitosa del Racing de Santander en toda su historia. Un proyecto que a día de hoy se pretende recrear, pero que la base ha sido desmantelada de la última campaña y estamos ante otro fútbol. EL racinguismo quiere recrear esos momentos para volver a disfrutar de los mejores equipos del país en El Sardinero. Un equipo grande, con una afición de magnitudes desequilibrantes para el territorio al que pertenece. Un equipo que volvió a sus orígenes y de momento vive un momento dulce, en el que intenta asentar las primeras piedras de su vuelta a la máxima categoría del fútbol español.