
La Galerna
·13 de junio de 2025
El primer "Mundial" del Real Madrid

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·13 de junio de 2025
Un grupo de empresarios privados venezolanos, aunque liderada por el español Damián Gaubeka, tuvo la idea a principios de los años 50 de organizar una competición que reuniera a varios de los mejores clubes del mundo europeos y sudamericanos. La competición auspiciada por la Federación Venezolana y organizada por la empresa Venezuela Deportiva dio su pistoletazo de salida en el año 1952. El campeonato no tenía oficialidad por parte de FIFA, UEFA y la CONMEBOL, pero se ganó una gran fama internacional. En el mes de julio de 1952 se dieron cita en la capital venezolana Caracas el Botafogo brasileño, el Real Madrid, Millonarios de Bogotá y La Salle FC como equipo local. El nombre oficial era Serie Mundial de Caracas o Copa Coronel Marcos Pérez Jiménez, pero fue conocida popularmente como Pequeña Copa del Mundo.
El cuadro blanco preparó el torneo con dos amistosos previos en Bogotá contra Millonarios. Ambos conjuntos se habían medido pocos meses antes en las Bodas de Oro del equipo madridista y los merengues les devolvieron la visita pendiente. El Real Madrid llegaba tras quedar tercero en Liga con Héctor Scarone al frente del equipo. Sin embargo, el charrúa dejó el club y para la gira se tomó la determinación de que ya dirigiese a los blancos el nuevo entrenador Ipiña.
El día 28 de junio la expedición blanca salió de Barajas. La formaban el secretario del club, Arjona; el entrenador, Ipiña; cuidador, Peris; masajista, Benedicto; y diecinueve jugadores: Alonso y Cosme, porteros, Clemente, Gabriel Alonso, Hon, Oliva y Navarro, defensas; Zárraga, Muñoz, Montalvo y Narro, medios; Sobrado, Olmedo, Joseíto, Pahiño, Alvarito, Molowny, Ricardito y Cabrera, delanteros. Además, en Colombia se uniría Roque Olsen y Arsuaga causó baja de la convocatoria por encontrarse en viaje de bodas. El Real Madrid trató de reclutar a Lesmes II, Gainza y Atienza, pero por diversos motivos no consiguió a ninguno.
El capitán Miguel Muñoz habló con Pueblo antes de partir: “Probablemente negocio para el club no creo que sea, aunque, como es natural, se tratará de traerse algo. Como capitán seguiré animándoles como siempre, aunque allí, por el hecho de estar representando en cierto modo a España, salga más preocupado en poner el corazón”. Mientras se hacía la entrevista se acercó a él Bernabéu que según contó Muñoz le dijo que “había venido de fuera para despedirnos en Barajas”. También tuvo unas palabras el delegado de la expedición, Arjona, que explicó que en lo económico “vamos en las mismas condiciones que vinieron los Millonarios a España” (se pagaron el viaje y el Madrid solo les compensó sufragando la estancia y los desplazamientos en el país). El coste del viaje para los blancos ascendía a “35.000 pesetas por persona, el de ida. Con los kilos de exceso y demás gajes, casi un millón. En cuanto a los ingresos hay tres partidos de libre contratación y los dos de Cuba y respecto al equipo llevamos 220 kilos. En total cinco equipos completos, cuatro balones, veinte monos de entrenamiento y toallas, vendas, botiquín etc”.
En Colombia, y con cinco horas de retraso, aterrizó el Real Madrid, al que se tributó un gran recibimiento. La colonia española, con mayoría de catalanes que vivían allí, acudió al aeropuerto junto a los millares de aficionados colombianos y directivos y jugadores de Millonarios y otros equipos, que formaron una interminable fila de coches y autobuses. Se veían banderas de España por todos lados y una orquestaba formada por españoles tocó varios pasodobles.
Millonarios en Bogotá
Los partidos estaban programados para el 6 y 9 de julio y el Millonarios contaba con su gran nómina de estrellas. El argentino Cozzi en portería, el gran defensa local Zuloaga, Pipo Rossi en la media, los atacantes Pedernera, Báez y Mourín y sobre todo Alfredo Di Stéfano. La expectación era enorme y según se leía en Marca no había sido “jamás igualada, ni aun en los últimos encuentros contra Racing, San Lorenzo de Almagro, Flamengo y Madureira”. El primer encuentro en un estadio abarrotado con más de 50.000 espectadores se lo llevó Millonarios por 2-1. El triste protagonista fue el árbitro austriaco Grill, que tuvo una tarde desastrosa y permitió una enorme dureza en los locales. Olsen marcó para el Real Madrid y Di Stéfano y Pedernera remontaron en los últimos minutos. En Marca se alabó el papel de Juanito Alonso en el marco e Ipiña declaró al final del choque que “todos cumplieron, pero el árbitro nos perjudicó”.
Después del duelo, ambos equipos se reunieron para tomar ternera en una finca campestre cercana a la capital. Allí hubo buen ambiente y bromas de cara al segundo partido del día 9. La prensa colombiana y el presidente de Millonarios, el señor Senior, elogiaron el juego de los blancos. Los medios locales hacían eco “en la seguridad de la zaga y la facilidad de tiro del ataque” de los blancos. En la revancha el Real Madrid volvió a caer por la mínima. Báez marcó el gol del triunfo en un partido que terminó con polémica y con una gran tangana. El capitán Zuloaga agredió a Joseíto y Oliva salió en su defensa. El zaguero madridista y el millonario fueron expulsados. Luego, a poco del final, Pahiño empató, pero otra vez Grill erró y se inventó una falta para anular el gol. De nuevo Senior habló de los madridistas declarándose “un ferviente admirador”.
Incidentes segundo partido en Bogotá
Al día siguiente, la expedición merengue partió a Caracas. Al igual que en la capital colombiana, el recibimiento fue espectacular. Al frente estaba Ricardo Zamora, que entrenaba al La Salle, participante en el torneo. Un montón de fanáticos rodearon a los jugadores y se contabilizaron más de cien coches con pancartas en honor de los madridistas. Arjona e Ipiña preguntados sobre Millonarios estaban convencidos de que en terreno neutral, y sin el soplo arbitral, “caerá vencido sin remisión”. La expedición quedó concentrada en El Pinar, un lugar muy familiar dirigido por un cordobés.
Caracas
El Real Madrid en Caracas
Casi sin tiempo para instalarse, el día 12 se celebró el primer encuentro del Real Madrid en la Pequeña Copa del Mundo en el estadio Olímpico Universitario con más de 30.000 personas en los graderíos. El rival era el conjunto local de La Salle, quien no lo puso nada fácil. Al descanso, los venezolanos vencían por 2-0 con tantos de Olivares y Cabillón tras verse las caras con un equipo blanco desorientado. Sin embargo, en la segunda mitad, y con la entrada de Zárraga, Joseíto y Sobrado, el cuadro merengue con una gran calidad en su juego culminó la remontada con goles de Molowny, Pahiño y Joseíto. “El Real Madrid es un equipo de clase mundial”, escribió un periódico local.
La Salle-Real Madrid
La segunda jornada fue el día 15. De nuevo enfrente Millonarios de Bogotá. Fue el partido que generó más ilusión y dejó una cifra récord en taquilla de 180.000 bolívares. Pero la tensión entre ambos conjuntos tras lo acaecido en Bogotá seguía en lo alto y el choque fue plomizo, trabado y muy espeso. Se resolvió en empate con goles de Pipo Rossi para los colombianos y el canario Cabrera para el Real Madrid.
Botafogo
El último encuentro de la primera vuelta fue el 19 de julio entre madridistas y el Botafogo de Nilton Santos, Juvenal y Octavio. Los brasileños llegaban invictos y se vio un partido de gran calidad, uno de los mejores en suelo venezolano hasta la fecha, según indicó la prensa local. El Real Madrid supo aguantar al Botagofo con un “juego eficiente, práctico, rápido, con pases largos, decisión y acometividad ante la puerta”, según describió Marca. De esta manera cosechó un empate a dos con un doblete de Pahiño. Ambos conjuntos terminaron con 10 por la mutua agresión entre Gabriel Alonso y Jaime. La anécdota de la contienda fueron los balones. Durante unos minutos el encuentro quedó detenido porque los brasileños reclamaban jugar con uno americano, mientras que los españoles con el europeo. El presidente de la Federación venezolana decidió y, tras dar la razón a los madridistas, se reanudó el partido.
La polémica de los balones contra el Botafogo
Partido contra el Botafogo
La segunda vuelta dio inicio el 23 de julio. De nuevo con un estadio Universitario a reventar, el Real Madrid se paseó ante La Salle, al que doblegó por 1-6 en una tarde memorable de Pahiño con cuatro goles. Marca, en su edición del día siguiente, publicaba que “El Madrid está causando gran sensación en Caracas”. Dentro de la pieza se destacaba que los blancos están “conquistando un respeto definitivo para el estilo y técnica europeos. Aquí, los corrillos entusiastas del gambeteo, que también se dan por ahí, por la zona templada, menospreciaban, anticipadamente al equipo español, como viejo y genuino representante de la táctica de los patadones y las carreras”. Además, en la prensa venezolana se hacía hincapié en que los madridistas días antes merecieron ganar el partido contra Botafogo en la primera parte, tras dominar más el juego, pero sin tener suerte.
Millonarios y merengues se vieron las caras por cuarta vez en menos de un mes el 27 de julio. La tensión de choques pasados explotó en las dos figuras, Pahiño y Di Stéfano, a los quince minutos de juego, cuando por un conato de agresión fueron expulsados por el venezolano Rubén Sáinz. Sin embargo, ninguna de las dos estrellas quiso abandonar el terreno de juego, el árbitro, que detuvo el choque quince minutos, terminó aceptando, y los dos terminaron el duelo. En la segunda mitad, ‘La Saeta Rubia’ marcó el primer tanto y Molowny empató a quince minutos del final. Juanito Alonso salvó de la derrota a los madridistas al detener una última intentona peligrosa de Di Stéfano. A pesar de la igualada el sentir general es que el Madrid hizo su mejor partido hasta la fecha en el torneo.
Millonarios y la expulsión de Pahiño y Di Stéfano
Con todo ello, en la última jornada, Botafogo y madridistas se pelearon por el trofeo. El goalaverage era favorable a los blancos, por lo que el empate les daba el título. Ipiña planteó un partido más conservador para al menos conseguir la igualada. Puso a Zárraga como defensa en una línea de cuatro, bajó a los interiores al medio campo y el plan táctico se parecía más a un 4-3-3, muy inusual en la época. En la segunda mitad, con las entradas de Montalvo y Joseíto, la formación se inclinó más a un 4-4-2. Botafogo se volcó en los últimos minutos, pero el marcador no se movió y el Real Madrid, tras un 0-0, se proclamó vencedor de la primera Pequeña Copa del Mundo. Los españoles presentes en el estadio estallaron de alegría, los madridistas dieron varias vueltas de honor al terreno de juego y Miguel Muñoz recibió tres copas que engrosarían la gran sala de trofeos de los blancos.
Real Madrid al completo en Caracas
El Real Madrid no volvió todavía a España, sino que hizo a principios del mes de agosto una parada en La Habana para disputar dos amistosos. Uno frente al Marianao y otro contra la Juventud Asturiana. En tierras cubanas recibieron la emocionante visita de Pache Giralt y Redondo, dos de los pioneros del club blanco a comienzos del siglo XX.
Real Madrid en Cuba
Después de dos victorias por 2-3 y 2-8, emprendieron rumbo a Nueva York para hacer algo de turismo y realizar compras en la Gran Manzana.
El Real Madrid en la Gran Manzana. Sí había marcha en Nueva York
El vuelo de vuelta con la TWA salió en la tarde del 8 de agosto de la ciudad neoyorquina para aterrizar en Barajas a mediodía del 9. En la escala previa en Lisboa se unió a ellos Santiago Bernabéu, que adelantó el reencuentro unas horas para dar el abrazo y la bienvenida a todos los triunfadores. Volvían todos excepto Ricardito y Sobrado, que por diferentes problemas de salud debieron retornar unos días antes a la capital. El recibimiento en el aeropuerto madrileño fue histórico y espectacular. Millares de personas abarrotaron la pista y los alrededores y algunos jugadores como Pahiño u Olmedo fueron alzados a hombros nada más bajar del avión.
Arjona declaró que “en Bogotá y en todas partes trataron a la expedición con toda corrección. Los españoles allí presentes lloraban cuando el Madrid quedó campeón de la Serie Mundial. Este ha sido otro triunfo de nuestros jugadores, que han logrado unir a los distintos bandos existentes dentro de la colonia española de aquellos países. Allí no había ya ideas políticas ni banderas” e Ipiña dio la clave del éxito: “Existe un excelente espíritu de equipo. Siempre se ha hecho un buen juego, con más o menos suerte”. El club, como premio, accedió a otorgar una prima de 5.000 pesetas por partido ganado y 2.500 por cada empate a todos los componentes del equipo, quienes decidieron hacer una bolsa común. Por la noche, la directiva merengue obsequió a los jugadores con una cena íntima en el hotel Nueva Montaña de El Plantío, donde reinó una gran alegría entre todos los invitados.
En el Semanario Gráfico de los deportes de Marca, un veterano hizo un resumen de todo el viaje por América de los blancos. La conclusión principal es que el fútbol español se encontraba “en el mismo plano de igualdad que el más efectivo y depurado del nuevo mundo”. El Real Madrid había demostrado ser un “empecinado conjunto, con un coraje fabuloso y tan español, que había momentos en que las tribunas y los graderíos parecían oscilar al conjunto de tantos arrestos y de tanta valentía”.
Fotografías: archivo de Alberto Cosín