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La Galerna

·14 de abril de 2025

El miedo al milagro

Imagen del artículo:El miedo al milagro

Decía Hemingway que el hombre puede ser destruido, pero no derrotado. Quizá no lo sabía, pero estaba hablando del Real Madrid.

Porque si hay una criatura que ha hecho de la resistencia un arte, del sufrimiento una bandera y de la épica una religión, es este club que nunca muere. Que nunca se rinde. Que nunca da nada por perdido.


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Y aquí estamos otra vez.

En la antesala de lo imposible. Esta vez, sí.

En la sala de espera de la historia.

Con un pie fuera, pero con el corazón dentro.

Tras el primer asalto en Londres, donde el Arsenal nos sacó del partido, nos dominó, nos arrinconó, nos avasalló.

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Nos dio la oportunidad de otra remontada histórica.

Ahora llega el segundo acto.

El más importante y definitivo.

A horas de la madre de todas las remontadas.

La remontada final, el momento de único de revivir como el ave fénix y hacerlo una vez más, contra todo y contra todos.

Porque volvemos al Bernabéu.

Y eso, amigos, lo cambia todo.

Porque el Bernabéu no es un estadio: es un portal interdimensional donde la lógica se disuelve y lo sobrenatural se convierte en cotidiano.

Y eso lo saben bien los 22 jugadores que pisan el césped… y los 80.000 espectadores que rugen desde la grada.

Miles de almas esperando un milagro que, en esta casa, ya no se llama milagro, se llama Real Madrid.

Miles de almas esperando un milagro que, en esta casa, ya no se llama milagro, se llama Real Madrid

Cientos de miles de personas esperando ver en sus televisores un evento sobrenatural.

No es la primera vez.

Ni la segunda.

Ya nos han dado por muertos antes. Y no pocas veces.

¿No fue muerto el Madrid de Santillana ante el Borussia en el 85?

¿No estaba firmada la defunción contra el Inter de Lothar Matthäus en el 86?

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¿No estaban ya celebrando los del PSG, los del Chelsea, los del Bayern?

¿No nos enterraron los ingleses del Manchester City en el minuto el 89’ del 2022?

Pues sí. Y todos acabaron igual: preguntándose cómo la ley de la probabilidad se invertía una y otra vez, observando atónitos cómo lo imposible se volvía rutina y la rutina, leyenda.

Ahora llega el Arsenal.

Con más ventaja que los últimos. Tres goles en la mochila: un potosí, un cañón.

Llegan con fe. Con físico. Con talento.

Llegan seguros y ambiciosos, creyendo en sus posibilidades infinitas.

Con la convicción de haber visto al Madrid de rodillas hace apenas una semana.

Son un equipo bien construido, confiado. Tienen los 3 goles y el talento.

Y no es poco.

¿Pero que son 3 goles frente a la historia?

La historia mirará a los ojos a cada jugador del Arsenal cuando el Real Madrid marque el primer gol.

¿Tendrán la templanza de aguantar impertérritos?

¿O verán flases de Guardiola y otros entrenadores llevándose las manos a la cabeza?

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¿O escucharán, sin querer, las voces de todos los equipos que creyeron haber eliminado al Madrid y acabaron en la cuneta?

A su favor, el aliento de decenas de miles de antimadridistas.

Compartiendo una angustia vital, unidos por el terror infinito.

La cicatriz en el alma.

El miedo al milagro.

La zozobra perpetua.

El pánico a que eso vuelva a pasar. Eso…

Eso… Esa sensación de volver a ver el pasado repetirse una vez más.

La visualización de un Bernabéu explotando de alegría.

La imagen de los jugadores blancos galopando a lomos de criaturas imaginarias en pos del gol.

El escudo blanco pesando tanto como las 15 Copas de Europa.

La historia que, una vez más, decide caprichosamente que se vuelve a repetir.

Y cuando todo eso suceda, el Espíritu de Juanito volverá a caminar por la banda.

Una bandera blanca ondeará en el Nuevo Bernabéu como vestigio de gestas imposibles.

Y los que no creían… empezarán a creer.

Otra vez

Y entonces lo entenderán.

Y los jugadores del Arsenal lo sabrán. Antes que el resto. Lo notarán en sus carnes.

Los que odian, los que dudan, los que temen. Todos lo entenderán.

Aunque sea tarde. Otra vez.

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