El Madrid debuta en LaLiga con un empate frente a la Real sociedad | OneFootball

Un empate sin goles puede ser divertido, pero falta lo más importante. El Real Madrid inició la defensa del título con un buen juego, mandando y ganando a un rival del instituto como el Real en buena parte del duelo, pero en el área contraria llevó la misma soltura que el año pasado. Zidane no ha agotado los cambios, ni siquiera para poner un delantero (Jovic o Mayoral) y dar un referente a Benzema. Prefería el debut de Marvin y Arribas.

El regreso del campeón fue interesante. Fiel a su reputación de imprevisible, Zidane evitó al único futbolista considerado seguro en todas las predicciones, Casemiro. Sobre todo ante un rival tan bueno como la Real. A cambio, colocó un doble punto de pivote Kroos-Modric para enganchar a Odegaard. Una apuesta arriesgada que funcionó bien en la primera mitad. El Madrid esquivó la presión del Real con un toque rápido y acierto táctico y vaciló el apoyo, pero en el área les costó lo de siempre.

De regreso de los camerinos, el Real dio otra seria advertencia. Oyarzabal llevó el balón al borde del campo, enarcó una ceja y deslizó un caramelo a Barrenetxea que dudaba si cruzar o disparar. Voló y quedó por un margen. Odegaard reaccionó de forma irregular, ordenó un ataque y puso a Benzema frente a la puerta. Aritz bloqueó espectacularmente. En ese momento, Martínez Munuera salvó el espectáculo y no consiguió expulsar a Barrenetxea o Mendy en dos frases que un árbitro fácil de disparar habría sancionado. Agradecido.

Para no perder el hábito, lo real ha cambiado de antemano. David Jiménez Silva volvió a LaLiga, motivo de alegría para todos, relevó a Isak y le quitó la indirecta a los centralistas madrileños. Zidane resolvió el desafío repasando el núcleo con el debut de Casemiro, Fede Valverde y Marvin por la derecha. El chico tenía uno a uno que Vinícius le sirvió. Le faltaba confianza.

En Madrid, no se calentó hacia adelante. Ni Jovic ni Mayoral. A falta de subasta, al menos como alternativa. El rebelde tampoco se rebeló contra la corbata. Un lavado de Januzaj que sirvió Silva y Varane sacó con la parte del cuerpo más suave fue la mejor opción realista para romper el equilibrio. No había opción.