Balón en Profundidad
·25 de junio de 2020
El laboratorio de Antonio Conte

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·25 de junio de 2020
Hay una corriente de pensamiento generalizada bastante errónea sobre la figura de Antonio Conte. Se cree de forma bastante homogénea que el entrenador italiano utiliza un modelo defensivo, reactivo y basado en forzar el error rival, cuando su filosofía es bastante distinta a todo esto. Quizás ser el precursor de recuperar el sistema de tres centrales o la elección, en muchas ocasiones, de un perfil de centrocampista más relacionado con el control y la seguridad que con la elaboración, ha provocado que la mirada de algunos sobre los equipos entrenados por Conte se aleje de lo que realmente predica el preparador.
El Inter de Milán actual es el mejor ejemplo para analizar la evolución del técnico. Los nerazzurri son un conjunto que emana una riqueza táctica que los convierte en uno de los equipos más creativos en todos los sentidos que hay en Europa. El proyecto de este Inter está forjándose a partir de las ideas preestablecidas que Conte ya llevaba en su maleta, más una serie de variantes y recursos tácticos que son un ejemplo a seguir de cómo, a partir de una estructura conocida, se pueden ir agregando matices dependiendo de las necesidades.
Partiendo de su eterno 1-3-5-2, el Inter ha ido mutando según los estados de forma y los resultados obtenidos cuando se han movido fichas. La base está clara. Una línea de tres centrales complementarios formada por un corrector (Skriniar), un líbero de buen pie que vea el juego de cara (De Vrij) y uno dominante en área propia (Godín). Con estos nombres construyó el entrenador su primera zaga, hasta que apareció la figura de Bastoni que le dio una mayor coherencia a todo. Con la irrupción del italiano, las piezas acabaron por ordenarse. Salió Godín de la ecuación, Skriniar pasó a ser central derecho, su perfil, y Bastoni ocupó el lugar que dejó el eslovaco y desde ahí empezó a organizar los primeros pases del equipo con rigor y criterio.
Todo su modelo de juego parte de la idea de utilizar su sistema fetiche con una línea de tres centrales. Algo que está lejos de ser una propuesta defensiva.
Porque la salida de balón es tan fundamental para Conte que ha conseguido involucrar hasta a Handanovic en ella. El guardameta no es un virtuoso con los pies, pero no está desentonando. El Inter posee una variedad tan amplia a la hora de elaborar el juego desde su primera línea que desde hace poco hemos visto un nuevo movimiento prácticamente inédito. El último mecanismo consiste en que los centrales de fuera (Skriniar y Bastoni) están actuando de laterales en muchos tramos de los encuentros, siendo el mediocentro el que baja a resguardar a De Vrij y estos desdoblan a los carrileros. Esto permite a Candreva y Ashley Young coger aún más vuelo, liberarse de marcas y obtener un 2 vs 1 en banda.
Buscarle acomodo de la mejor forma posible a Christian Eriksen ha sido otro punto clave a la hora de encontrar novedades en el equipo. Con el fichaje del danés, el Inter dio un evidente salto cualitativo a la hora de gestionar su posesión y último pase. Sin embargo, es difícil entrar en la dinámica de un equipo que funciona como un reloj y que, además, en su estructura no existe la posición mas idónea para el recién llegado. De esta forma, el entrenador del sud de Italia ha tenido que modificar su esquema para darle cabida al ex del Tottenham y a la vez conseguir que el modelo no se vea resentido con este cambio. Del 1-3-5-2 al 1-3-4-1-2; es decir, se ha prescindido de un interior para moldear la zona ancha con un doble pivote y encontrar el mejor rol para Eriksen. El danés se está moviendo en ese intervalo entre la medular rival y la pareja de puntas, un lugar idóneo para que explote su último pase y golpeo de balón y permita al equipo contar con soluciones entre líneas, cosa que con el anterior dibujo era algo que venían acusando.
Todo lo positivo que Eriksen aporta al colectivo debía tener en consideración la armonía de uno de los duetos atacantes de moda en Europa: el Lukaku – Lautaro.
La armonía mostrada entre Lukaku, Lautaro Martinez y Eriksen está siendo lo que reafirma que la decisión tomada con la modificación del esqueleto táctico ha sido la correcta. Los delanteros continúan actuando de la misma forma que antes. Es decir, Lukaku va al apoyo, descarga al hombre que viene de cara y Lautaro rompe al espacio. Maniobra más que trabajada y que le ha dado rédito durante todo el curso al Inter. Lo que ocurre es que ahora ese toque de espaldas del punta belga no solo está enfocado a que el balón llegue a banda, sino que, con Eriksen en una posición tan cercana, es el centrocampista el principal destinatario de esa pelota y obviamente, gracias a la interpretación del juego que posee, las jugadas ofensivas del conjunto lombardo han mejorado ostensiblemente. Pero no todo son luces, porque con este cambio de sistema se ha eliminado la disposición táctica del centro del campo que tan buen rendimiento estaba dando a la hora de hacer que el equipo progresara y se asentara en campo contrario. Conte ha buscado siempre avanzar a partir de las triangulaciones entre central, interior y carrilero. Sin la figura de los interiores está faltando una pieza en cada costado del campo para permitir al equipo ejecutar esta estrategia. Si ahora el doble pivote lateraliza su posición para continuar con estas acciones, el vacío que queda en el carril central es enorme.
Hablando individualmente, uno de los más afectados por la necesidad de integrar a Eriksen es indudablemente Stefano Sensi. El centrocampista italiano, antes de la lesión, estaba siendo el cerebro del equipo jugando como interior izquierdo. Desde ahí, compensaba la falta de juego en tres cuartos y le daba un plus de creatividad y ritmo a la circulación. Sin embargo, ahora su entrada en el once se antoja complicada porque él necesita estar por delante de la línea del balón y anclarlo en un doble pivote es restar sus mejores virtudes y deviene perjudicial para la fase defensiva del equipo. Por otro lado, está Nicolò Barella, que por sus condiciones y a pesar de que necesita moverse verticalmente, sí que se ha adaptado mejor a jugar unos metros más atrás. La hiperactividad del joven está siendo bien entendida y lo que antes eran carreras hacia delante ahora son despliegue, coberturas y ayudas sin balón.
La mente de Antonio Conte continúa llena de estímulos para encontrar métodos y herramientas que permitan subir las prestaciones del equipo. Su imagen dista de lo que su cerebro piensa. El enérgico, intenso y visceral técnico es además un auténtico perfeccionista e innovador. Al final, el tiempo acabará colocándolo donde merece, es decir, en lo más alto.
Gabriele Maltinti / Getty Images