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·28 de abril de 2025

El fútbol y su adicción al presente

Imagen del artículo:El fútbol y su adicción al presente

El libro de culto Retromanía: La adicción del pop a su propio pasado, del periodista británico Simon Reynolds, hizo cuestionarme si el fútbol, a diferencia del pop, puede ser compatible con el museo como concepto.

Reynolds sostiene que los museos, primordialmente visuales, están orientados al despliegue de objetos y consagrados a la mirada contemplativa. Por tal motivo, el museo, dice, “es diametralmente opuesto a las energías vitales del pop y del rock”.


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Sospecho que en el fútbol pasa todo lo contrario: es indiferente al pasado y tiene una gran adicción al presente. Es decir: si la música pop sufre de autorevisionismo, el fútbol padece amnesia.

El otro día me pareció profundamente conmovedora la conexión que desarrolló un Kevin de Bruyne en horas bajas con el Etihad Stadium en el partido ante el Crystal Palace por la Premier League. En la que supone una de sus últimas comparecencias con el equipo tras anunciar su partida el siguiente verano, De Bruyne fue ovacionado por la grada en un duelo que le permitía al Manchester City mantenerse al acecho del Nottingham Forest por la última plaza de Champions.

El fútbol es indiferente al pasado y tiene una gran adicción al presente. Es decir: si la música pop sufre de autorevisionismo, el fútbol padece amnesia

Si uno aborda la circunstancia desde el presente, pensará que el City, con esa monstruosidad de nómina, está rozando el bochorno al no competir por el título. Si uno la aborda desde otro lugar, recordará que el City, hasta hace no mucho, no estaba siquiera para pelear por un sitio en competiciones europeas.

Esto no pretende exculpar a Pep Guardiola y el megaproyecto de City Group por su colapso futbolístico y a nivel de resultados este año, sino entender el fútbol desde otras ventanas. Me parece muy sano que la gente del Manchester City no asuma que tiranizar la Premier y opositar año con año por una Copa de Europa sea la normalidad de un club que, históricamente, ha estado más vinculado a la clase media-baja que a la élite. Que un partido ante el Crystal Palace en carrera por un cuarto puesto reconcilie a la grada como uno de los pilares del mejor proyecto de la historia del club me parece francamente reseñable.

La reflexión es extrapolable a otros escenarios, desde luego. Ningún club, ni ninguna afición, ni ningún jugador pueden ser indiferentes respecto al lugar de donde vienen, por muy bueno o malo que sea su presente. Las cicatrices no se ocultan; se presumen con orgullo.

Si la música se encaprichó demasiado con la sobreabundancia de influencias e imágenes del pasado, el fútbol todavía puede eludir el presente como unidad de medida inapelable.


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Fotografía de Getty Images.

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