El fin de una agonía absurda | OneFootball

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·28 de octubre de 2021

El fin de una agonía absurda

Imagen del artículo:El fin de una agonía absurda

FUEGO A DISCRECIÓN | Jorge Ley

El último baile con el Rayo en Vallecas, que más bien se convirtió en el escenario donde fue bailado por última vez, le ha costado el santo puesto a Ronald Koeman, que de tanto atornillarse a él parecía que se lo llevaría de souvenir a casa como un turista en pleno éxtasis barcelonés. ¡Y hubiese sido muy consecuente con sus labores! Viéndolo de cerca, era para que se llevara su banquillo a su morada, que bien podía ser el hogar con su familia o bajo el techo de los portavoces oficiosos que, ¡ojo, aquí se juega!, ya nos anuncian que eso de despedir al neerlandés tras perder queda feo. No es sorpresa. Ni la degradante derrota, ni los estimables servicios de otros. Lo único realmente notable es que Sus Incapacidades hayan llegado tan lejos. Que se lo hayan permitido, claro. Afortunadamente, ya ha sido. Por suerte para él y su imagen totémica, y, para el club, que de no clasificar a la siguiente ronda de Champions, dependerá más que nunca de un respirador artificial. O, peor aún, de un tiburón empresarial. ¡Ya no digamos si no se rasca la clasificación a la próxima Copa De Europa!


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Le va la vida al club acertar con el siguiente nombre. Y, una vez fuera la sombra del holandés, es urgente comprobar la dirección y el horizonte deportivo. Las opciones ideales que mayor brillo gozan en el panorama internacional, según lo imputado a las intenciones de Jan, están ocupadas. Son esas las que añoraba Laporta desde el génesis de las elecciones, pero la calamidad liguera y el potencial armagedón europeo (y económico) de no pasar de ronda han provocado que las mentes dirigentes se hayan movido de lugar para llegar finalmente al mismo sitio: El cementerio tulipán, que era donde desembocaban todos los caminos. Enterrada una etapa fúnebre de insoportable repetición, es a Xavi Hernández a quien le toca levantar a un cuadro moribundo que corre el peligro de contagiar su nulidad competitiva a las próximas generaciones. Como si fuera una maldición transmitida por sangre. Ni los Gavi, ni los Nico, ni los Pedri, podían permitirse este hundimiento sin freno al que se veían abocados los restos colectivos de lo que una vez fue el FC Barcelona.

Una situación desde todo punto inviable, incluido el emocional. Donde no había nada a lo que agarrarse y cuya losa mental pendía como guadaña hasta sobre la cabeza misma de Ansu Fati, el chico que aguanta hasta el tormento de la parálisis como un veterano. Es entendible, pues, que en verano ni los arcaicos avales, ni las posibilidades financieras permitieran una operación que ya era de urgente remplazo. Bien está. Pero haber alargado esta agonía tiene un punto de sadismo que no merecía nadie. ¡Ni las extravagantes muestras de respeto que de forma surrealista don Ronald inyectaba tanto al Presidente como al invisible Riqui o al expiatorio Nico González! ¡Y la gente, desagradecidos, poniendo trabas argumentales a su sacrosanta confianza en Los Jóvenes (TM)! ¡Vaya!

Factor que, resulta obvio, es una de las cartas de presentación del Xavi entrenador. Eso junto a su defensa vehemente y violenta del juego de posición. Y, visto el funeral preventivo en que se habían convertido los partidos del Barça, ¡la presencia de un plan de juego! Nadie serio, y se comprueba viendo a quienes han planteado esa onírica fantasía, puede recriminar algo basado en la ficción de que este es el escenario en que se contrata a un hombre ideal en el momento ideal de una larga paleta de colores. Pero la obligación de la Junta es elegir la mejor solución para el contexto deportivo, futbolístico y social existente. De ahí Xavi. De ahí que sea entendible, pero necia, la cerrazón de quienes sueltan que no hay materia para jugar mejor, ¡o jugar at all!, en el Barça. ¡Y cómo será de obvia esta evidencia que hasta personas que no rompen un plato en sus análisis te dicen que el absurdo era insostenible!

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