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·26 de junio de 2021
El descenso de River: las seis campañas que lo mandaron a la B en el 2011

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Una década pasó ya del inicio de la noche más negra de la historia de River. Aquella que, con la era Gallardo, se transformó en tocar fondo para volver a la gloria máxima. Pero el 26 de junio del 2011, aunque sea señalada la fecha de inicio, fue también el final de un extenso vía crucis que abarcó tres temporadas, seis campeonatos, dos presidentes, seis técnicos y una innumerable cantidad de futbolistas que pasaron sin pena ni gloria, producto de sucesivos mercados de pases cuyo único adjetivo posible es desastroso.
El sistema de promedios por aquellos tiempos, cuando el fútbol argentino era "normal" y el año futbolístico se dividía en torneo Apertura y Clausura, comprendía tres años. Para el Millonario, todo empezó en el Apertura 2008, en el que defendía el título logrado unos meses antes, cuando se quedó con el Clausura de ese año de la mano del Cholo Simeone.
La pretemporada de invierno de aquel año comenzó con una gran polémica que lastimó la relación del Cholo con los hinchas, que ya venía castigada tras la eliminación ante San Lorenzo en la Copa Libertadores: la decisión de separar a Ariel Ortega, quien se iría a préstamo a Independiente Rivadavia. Pese a mantener gran parte de la base del equipo campeón, a excepción de Juan Pablo Carrizo, la campaña fue la peor de la historia en torneos cortos y River, como nunca en su historia, finalizó último con 14 puntos. Eliminado en la Copa Sudamericana y habiendo perdido 1-0 el Superclásico como local, Simeone renunció tras la fecha 14 y el certamen fue completado por Gabriel Rodríguez.
De cara al siguiente certamen, en el cual estaba obligado a mejorar la imagen del Apertura anterior, José María Aguilar eligió a Néstor Gorosito, quien volvía al club donde debutó como futbolista en 1983. Muchos años después, Pipo explicó el gran problema de aquella época: "No había comida, a veces teníamos que ir a comprar fideos, packs de gaseosas, un montón de cosas porque los proveedores no venían", un verdadero símbolo del descalabro económico que significó la presidencia de Aguilar.
En cuanto a refuerzos, se produjo el regreso de Marcelo Gallardo luego de tres años y la resonante llegada del Ogro Fabbiani, quien había declarado su fanatismo por el club. Su paso fue muy flojo, aunque el equipo finalizó con 27 puntos en el octavo puesto. Un símbolo de aquellos tiempos fue una situación insólita: en un partido frente a Arsenal, por la sexta fecha, el equipo quedaba con nueve por las expulsiones de Nico Sánchez y Archubi, mientras que Danilo Gerlo aguantaba en la cancha desgarrado, ya sin cambios disponibles. Con el resultado parcial 2-1, Gorosito decidió que Paco se ubicara como '9' y fue recordado de manera heroica, uno de esos sucesos festejables solamente en épocas de "vacas flacas".
Pese a la eliminación en primera ronda de la Copa Libertadores, Aguilar decidió mantener en el cargo a Pipo en lo que sería su último semestre como presidente, luego de ocho años al frente del club. Los regresos salientes fueron los de Ariel Ortega y especialmente el de Matías Almeyda después de pasar 13 años en el exterior y dos en clubes menores del fútbol argentino como Quilmes y Fénix. Sin embargo, tras conseguir apenas cinco puntos en siete jornadas, Gorosito dio el paso al costado y su reemplazante fue el histórico capitán Leonardo Astrada, quien logró algo de estabilidad y finalizar el torneo con 21 unidades.
A fin de año y por apenas 16 votos sobre Rodolfo D'Onofrio, Daniel Passarella se consagró presidente para el período 2009-2013. Así, el Kaiser completaba el ciclo de jugador, técnico y mandatario, sin imaginar lo que ocurriría después.
El primer mercado de pases que afrontó el Káiser no fue de lo más esperado: Juan Manuel Díaz, Alexis Ferrero, Gustavo Canales y Rodrigo Rojas. Cuatro olvidables incorporaciones para un equipo que nuevamente realizó una pésima campaña. Perdió el Superclásico 2-0 (dos goles de Medel para Boca) y luego de la fecha 14, con apenas 13 puntos sumados, Astrada dejó de ser el entrenador, reemplazado por una figura que hasta el día de hoy sigue siendo controversial: Ángel Cappa. A menos de un año de su histórico subcampeonato con Huracán, Passarella lo eligió para imprimirle su sello al equipo. Y el comienzo no estaba nada mal (ganó tres de los primeros cuatro), cerró el torneo con el lapidario 1-5 ante Tigre, recordado además por la polémica de no poner a Gallardo en lo que era su despedida del club de Núñez.
La temporada 2010-11, con Cappa ya asentado en el banco, arrancaba con el dolor de cabeza de un promedio que empezaba a ahorcar: sumaba apenas 84 puntos tras "borrarse" la campaña del último título y solo tenía por debajo a los tres ascendidos (Quilmes, Olimpo y All Boys). Pero la solución no estaba en el mercado de pases: Pavone, Caruso, Arano, Josemir Ballón, Adalberto Román, Walter Acevedo, el regreso de Juan Pablo Carrizo y uno que tendría revancha unos años después, nada menos que Jonatan Maidana, quien lograría su redención años más tarde.
El inicio del torneo parecía traer tranquilidad: 10 puntos sobre los primeros 12 y los fantasmas se alejaban, pero sería cuestión de tiempo para que regresen. Una racha de siete sin ganar, de los cuales empató cinco y perdió dos, le costó el puesto a Cappa luego de caer 1-0 ante All Boys y regresar a la zona de Promoción. Con el Superclásico como siguiente partido, la responsabilidad recaería en un histórico como J.J. López. Y la victoria 1-0 sobre Boca con el gol de Maidana fue la ratificación para la continuidad del DT que trabajaba en inferiores.
El sprint final de tres victorias en las últimas cuatro fechas (el restante fue el 0-4 ante Estudiantes, luego campeón), le permitió alcanzar los 31 puntos y llegar a un impensado cuarto lugar.
El viento de cola del final del torneo anterior provocó uno de los máximos errores del proceso: relajarse. River sumó solamente a Fabián Bordagaray, como si al equipo le sobraran futbolistas para semejante pelea como mantener la categoría. Hasta la cuarta fecha, todo marchaba bien: triunfos ante Huracán e Independiente, empates con Tigre y Argentinos. De hecho, hasta el empate ante Gimnasia en la fecha 10 sumaba 19 puntos. Con 11 más llegaba a 30, superaba los 60 en la temporada y el descenso quedaba en el olvido. Pero no.
Algo comenzó a fisurarse con la derrota en el Monumental ante Godoy Cruz. Y si bien vencería a Racing una semana más tarde, comenzaba a sufrir con el traspié ante All Boys, la dolorosa caída en el Superclásico, con polémicas que aún hoy son objeto de debate por lo perjudicados por el arbitraje que se sienten los hinchas y más tarde el inexplicable empate ante San Lorenzo. En todos los partidos, un denominador común: los errores de Carrizo, coronados con el destrato a una eminencia como el Pato Fillol, quien había ido a consolarlo luego de no retener un remate de larga distancia de Luna.
En medio de ese clima, el descenso volvía a estar latente. Y tres empates, contra Olimpo, Colón y Estudiantes, no ayudaban a la situación. Llegaba la última fecha, en el Monumental ante Lanús. Obligado a ganar y esperar que pierdan Olimpo o Tigre. Nada de eso. El Aurinegro le ganó al descendido Quilmes, el Matador igualó con Argentinos y en Núñez, el Granate ganaría 2-1 por los goles de Silvio Romero y Leandro Díaz en tiempo agregado. Jugar la Promoción ante Belgrano era un hecho. River consiguió apenas siete puntos de los últimos 27 que disputó, finalizó el Clausura con 26 unidades y la temporada con 57.
El final de la historia, por todos conocido.