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·4 de diciembre de 2024
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El Barça, de la mano de un Raphinha espectacular de nuevo y un Lamine que dibuja pases imposibles, acabó con la mala racha de noviembre.
Coincidiendo con el encendido de las luces en todas las localidades de España, las cenas de empresa, la compra de lotería, el amigo invisible y los sudokus familiares, el Barça ha vuelto. Los de Flick, tras un noviembre espantoso, se han empapado de aroma navideño y regresaron a su mejor versión en Son Moix, donde golearon al Mallorca por 1-5 y lanzan un desafío al Real Madrid, que este miércoles juega en San Mamés para que acepte el reto de una carrera por LaLiga que, junto al Atlético, promete ser apasionante.
Al Barcelona le urgía reaccionar en un campo complicado como es Son Moix y un rival tan aguerrido como el Mallorca de Arrasate. Todo hacía prever que Hansi Flick apelaría a su equipo de confianza, el que dio un octubre de gloria al que siguió un noviembre nefasto, pero hubo sorpresa en la alineación. Lewandowski se cayó del once titular y Ferran Torres entró para jugar en punta de ataque.
Donde hubieron rotaciones fue en el Mallorca, donde Arrasate realizó cinco cambios empezando por el portero dejando a Greif en el banquillo para poblar el centro del campo aislando únicamente a Muriqi en ataque.
De entrada, pareció que la decisión de Flick de dar entrada al delantero valenciano surtía efecto, porque a los 12 minutos Ferran ponía en ventaja al Barcelona con un tanto que si hubiera premio al gol más feo del año tendría muchos números para ganarlo. Pocos goles tan pochos como el primero del Barcelona que vino precedido de un mal control de Olmo y una jugada de cine cómico entre el portero del Mallorca y sus centrales, que dejaron el balón franco para el delantero culé, que chutó mordido y cuando parecía que el peligro estaba conjurado, Raíllo toco lo bastante el esférico para que entrara en la portería.
En ese momento tuvo el partido el Barcelona para sentenciarlo, pero apareció la otra cara de Ferran Torres, que falló controles aparentemente fáciles o se encontró con el portero. Sin jugar demasiado bien, el Barça perdonó goles a porrillo. También Lamine Yamal se apuntó al festival del error y hay que hacer mención aparte para un contragolpe de tres delanteros blaugrana contra un defensa balear que se tiró a la basura.
Y como se dice desde los tiempos en los que los delanteros jugaban con un pañuelo anudado en la testa, el que mucho perdona lo acaba pagando. Y el Barcelona lo pagó. El Mallorca, demasiado acelerado, había caído de manera recurrente en la trampa del fuera de juego, pero al final el invento les salió bien y Muriqi batió a Iñaki Peña, que ya empezaba a pasar por apuros. Tuvo aún el Barça antes del final del primer tiempo una ocasión para irse al descanso con ventaja, pero esta vez, Raphinha, que había dado tres goles hechos a sus compañeros y que fueron desaprovechados, se la jugó él y Leo Román le ganó la partida en el uno contra uno.
En la segunda parte, el Barcelona tuvo el gran mérito de seguir reincidiendo en su apuesta de jugar con la defensa adelantada sin notar el trauma del error de la primera parte y acogotó al Mallorca sabiendo que al final obtendría su premio. Y llegó en una segunda parte descomunal del equipo de Flick que desarboló sin piedad a un Mallorca que pudo salir mucho más castigado si no llega a ser por su portero que salvó el segundo del Barça ante Ferran y Raphinha hasta que el penalti sobre Lamine de Mojica ya cambió el partido.
A partir de ahí, el Barça dejó de perdonar y Raphinha marcó el tercero tras otra asistencia genial de Lamine Yamal con el exterior, que ya se podría bautizar como la ‘Laminha’. Una nueva asistencia del extremo de Rocafonda sirvió para que Frenkie de Jong se quitara complejos y marcara el 1-4 y el propio holandés luego regaló el quinto a Pau Víctor. Se encienden las luces de Navidad y el Barça está de vuelta. Como el turrón, las cenas de empresa, las galas y el amigo invisible. Esto va a ser largo.
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