Grada3
·30 de marzo de 2024
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En la primavera de 1984 un reconocido cineasta internacional, cenaba tranquilamente en un coqueto restaurante de la Costa Azul francesa. Degustaba algunas viandas, en forma de pescado, típicas del lugar. Aderezadas con buen vino, mejor conversación y la compañía de dos buenos amigos. Los que habían acudido al evento mundial, anterior a esa cena improvisada y privada, sabían que este extraordinario director había salido con un sabor agridulce. Pues sus dos amigos -que por cierto habían estado a sus órdenes durante un año- habían recibido, de forma compartida, uno de los premios de cine más importante del planeta. Y él, cuando todo vaticinaba que lo iba a conseguir, se había quedado con la miel en los labios.
Pero, como ya sabemos, la gente más talentosa -la que brilla con luz propia- permite que brillen también los demás. Sólo gente así no conoce la envidia -y sólo por eso es la más envidiada- y este genio se alegraba de veras del triunfo de sus dos amigos. Y por eso estaba disfrutando de su compañía en amena conversación, cuando de pronto iba a suceder una anécdota extraordinaria. Y extraordinaria por dos motivos: por quién fue el protagonista de la anécdota y por el maravilloso detalle que tuvo el simpar protagonista. Es curioso, pero cada vez que me acuerdo de esta historia, del maravilloso film que dio lugar a ella y de la inolvidable novela que fue origen de todo, se me viene a la mente algo muy unido a una tierra. Y que no es otra cosa que “Extremadura en la diáspora”. (Les prometo que al final de esta humilde columna les cuento como acaba esta historia).
Antes tenemos que hablar del encuentro que se va a jugar mañana en el estadio Nuevo Vivero. Se enfrentan un equipo extremeño, el CD Badajoz y un equipo del sur de la Comunidad de Madrid. Y, precisamente, cuando ocurre esto es cuando se me vienen a la mente historias y películas como las que les narraba al principio. Cualquiera que conozca a la afición de cualquier equipo del sur de Madrid: AD Alcorcón, CF Fuenlabrada, CD Móstoles, CD Leganes o el propio Geta, sabe y es conocedor de la gran cantidad de seguidores de esos equipos con “sangre extremeña”. De ahí lo de “Extremadura en la diáspora”. Siempre fue el sino de esta tierra, tener que emigrar para poder labrarse, de la forma más honesta y decente, un futuro mejor. En mi caso concreto, les puedo contar que tengo amigos abonados del Geta, que sufren tanto o más que los aficionados blanquinegros, con las derrotas del Badajoz. Y esto no es un dato baladí, sino que es algo que está por encima de cualquier estadística. Es el sentimiento hacia la tierra de sus padres y abuelos.
Y así el Bada recibe mañana a los madrileños, con la necesidad imperiosa de los tres puntos. Pues ya no hay margen de error. Si miramos la clasificación, los pacenses se encuentran a seis puntos de la salvación. A seis puntos de, curiosamente, otros dos equipos extremeños: el CF Villanovense, con el que tiene ganado el gol average, y con la AD Llerenense, con la que se enfrenta en la última jornada de liga. Así las cosas, y con sólo 18 puntos en juego, los blanquinegros necesitan ganar al menos cuatro de los seis encuentros restantes. Y, si me apuran, puntuar en los otros dos. Pues está claro que todos los equipos se están jugando mucho y los conjuntos de la parte baja de la tabla, están puntuando tanto o más que los de arriba.
El Badajoz viene de ganar un punto en el derbi ante el CP Cacereño. Un punto que le dio su portero, Miguel Narváez, que hizo un auténtico paradón a un penalti en el descuento. Antes los pacenses mostraron sus virtudes, pero también sus defectos de toda la temporada. El equipo volvió a caerse físicamente en la segunda mitad -algo que no es nuevo esta temporada-. Y es una pena. Pues mientras tiene gasolina es superior a cualquier rival de la categoría. En ese primer período no pudo culminar el dominio con más goles -más allá del golazo de cabeza de Borja López, que rinde hasta de medio centro-. Se nota y mucho la ausencia de un goleador. Por eso esta misma semana fichaban al gallego Santi Moar. Delantero procedente de la segunda división de los Estados Unidos. Falta les van a hacer a los pacenses sus goles. Máxime con la ausencia, por sanción, de hasta cuatro jugadores blanquinegros: Samu Manchón, Adri Carrasco y Jurgi Oteo, por acumulación de tarjetas. Y Dani Cordero por expulsión por doble amonestación.
Once del Badajoz en el empate la semana pasada ante el Cacereño, en el Príncipe Felipe. Fotografía del CD Badajoz.
Pues con un Badajoz en cuadro, llega el Getafe CF B a tierras extremeñas. Metido en playoff de ascenso y en la lucha y la pomada por conseguir también este año el ascenso. Por cierto, cualquiera lo hubiese dicho con el pésimo inicio de campaña que hicieron. Pues les costó cogerle el pulso a esta igualada y disputada categoría. No fue hasta que el “promesas” de los azulones fichó al mítico centrocampista del Atlético de Madrid, Gabi. Desde que el madrileño se sentó en el banquillo, los getafenses han remontado el vuelo y llevan una gran segunda vuelta.
Para eso han ayudado, no sólo la incorporación de su flamante entrenador, sino también buenas y precisas incorporaciones en el mercado invernal. Como el central Iván López. O, mejor aún, el centrocampista Claverías, procedente del Rayo Majadahonda. Que ha aportado clase al centro del campo, además de gol. El último la semana pasada ante el Villanovense. Al que golearon 4 a 1, pasándole por encima. A lo que contribuyó su gran incorporación invernal, el delantero procedente del Real Madrid Castilla, Jéremy. Todos ellos sumados a jugadores jóvenes, pero repletos de talento, han llevado al filial getafeño a luchar por todo esta temporada. Como su gran guardameta Josele, que hasta en once ocasiones se marchó imbatido. O su delantero centro Carbonell, que lleva 5 dianas. Y, por encima de todos ellos, su capitán Rafa Diz. Su brújula, su jugador referente y su líder en el campo.
Once del Getafe B en la victoria la semana pasada ante el Villanovense, en el Fernando Santos de la Parra. Fotografía del Getafa CF.
Pues con todo esto llegan extremeños y madrileños al emocionante encuentro de mañana, en tierras pacenses. Encuentro en el que se espera una gran entrada, gracias a la promoción que ha hecho el club. Partido en el que se hará un merecido homenaje a Angelito -su histórico utillero y persona muy querida y respetada por su afición-. Y como cada vez que se enfrentan equipos extremeños y del sur de Madrid, compartirán seguidores con el corazón dividido: su equipo de Madrid, en este caso el Geta. Y el equipo de sus padres o abuelos, en este caso el Bada. Todo no va a ser malo en la continua migración de los extremeños.
Y sobre Extremadura trata la extraordinaria película de la que les hablaba al principio. ¿Recuerdan? Que no es otra que “Los Santos Inocentes“, dirigida por el gran Mario Camus. Y precedida de una hermosa novela escrita por ese gran hombre que se definió como “un cazador que escribía”, el pucelano don Miguel Delibes. Película que estuvo nominada a la Palma de Oro en el Festival de Cannes. No pudo conseguirla, pero sí sus dos protagonistas: Alfredo Landa y Paco Rabal -ambos hicieron historia y compartieron la Palma de Oro a mejor actor-. Y allí estaban los dos junto con su amigo Camus. Disfrutando y compartiendo mesa y mantel. Ellos no se habían percatado, pero en una mesa en el rincón del restaurante se encontraba la estrella del cine británico Dirk Bogarde -que además había sido miembro del jurado en esa edición-. Se comenta que estaba algo contrariado, pues había defendido a ultranza la película española. El caso es que el inglés se acerca a la mesa de los españoles, deposita una nota doblada en la mesa y los saluda cortésmente. Una vez que se marcha, don Mario Camus -uno de los mejores cineastas de la historia de nuestro cine patrio- abre la tarjeta y lee su contenido a Landa y Rabal, que están boquiabiertos y expectantes. La nota, escrita en perfecto castellano del que se habla por tierras extremeñas, decía: “MILANA BONITA“.
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