Superlider
·7 de julio de 2025
¿El adiós silencioso? La imagen que podría marcar el final de Guillermo Ochoa en el Tri

In partnership with
Yahoo sportsSuperlider
·7 de julio de 2025
Guillermo Ochoa levantó su sexta Copa Oro, se convirtió en el jugador mexicano más laureado en la historia del torneo… pero no fue protagonista en la cancha. Y tampoco lo fue en la celebración.
Mientras sus compañeros festejaban con júbilo en el césped del NRG Stadium, el arquero caminaba en solitario, con los brazos cruzados y la mirada perdida entre las gradas, como si estuviera absorbiendo cada rincón de ese momento. Fue una postal que inquietó a muchos y que rápidamente levantó una pregunta inevitable:
¿Estamos viendo el epílogo de Ochoa en la Selección Mexicana?
Un rol distinto… ¿y final?
Aunque fue convocado por Javier Aguirre para la Copa Oro 2025, Ochoa no disputó ni un solo minuto durante el torneo. El arco fue para Luis Ángel Malagón y Raúl Rangel, mientras el veterano se mantuvo como un líder silencioso, ofreciendo consejos, respaldo emocional y su experiencia desde el banquillo.
El cambio de rol es evidente. Ya no es el guardián bajo los tres palos, sino el mentor de los que vienen detrás. Y si algo dejó clara esa imagen de Ochoa caminando solo entre la euforia ajena, es que él lo sabe.
El legado está sellado
Con seis Copas Oro en su palmarés (2009, 2011, 2015, 2019, 2023 y 2025), Ochoa ya es leyenda absoluta del Tri. Ha estado en cinco Mundiales, ha sido campeón olímpico, y ha vivido momentos de gloria y de crítica con la camiseta nacional como pocos.
Y aunque no ha anunciado formalmente su retiro del combinado nacional, el mensaje que dejó en Houston fue más fuerte que cualquier declaración.
¿Hora de cerrar el ciclo?
El arco mexicano ya tiene nuevas caras. Malagón se perfila como titular para lo que viene, y detrás de él emergen perfiles como Julio González, Sebastián Jurado y David Ochoa. En ese contexto, la presencia de Memo empieza a verse más simbólica que funcional.
En el fútbol —y en la vida— no todos los finales llegan con palabras. Algunos se escriben con gestos. Con miradas perdidas. Con caminatas solitarias. Y quizá eso fue lo que vimos de Ochoa en el NRG Stadium.