
La Galerna
·10 de noviembre de 2021
Dire Straits: talento madridista

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En nuestra revista La Galerna no han sido pocos los grupos musicales que han recibido el deseado título de "bandas madridistas”, demostrado su madridismo con argumentos y mucho criterio, además del talento de los articulistas que demostraban dicha filiación.
No hace mucho, pasaron por esta web muchos artistas que sin duda cumplirían los requisitos suficientes para tener el honor de inaugurar con su arte musical el Nuevo Bernabéu el año que viene, 2022, conmemorando el 75º aniversario de su creación.
Si a quien les escribe no le falla la memoria, la fabulosa banda británica Dire Straits no apareció entre los seleccionados, y eso pese a que por calidad y por prestigio tiene sin duda tras su trayectoria un profundo sello indudablemente madridista.
En los últimos años de la sensacional década musical de los años 70 del pasado siglo, irrumpió poderosamente Dire Straits, conocida en primer lugar por algunas grabaciones en directo y por una serie de conciertos cuyos ecos nos llegaban a través de revistas especializadas míticas como Melody Maker.
Con el lanzamiento de su primer LP, titulado simplemente “Dire Straits”, aquellos que finalmente pudimos comprobar la calidad de sus canciones nos quedamos sencillamente boquiabiertos: si The Beatles es sin lugar a dudas la mejor banda de todos los tiempos, Dire Straits, al menos en sus tres primeros LP’s, fue la banda que mejor ha sonado en toda la historia. Un poco como nuestra Quinta del Buitre, nacida en los últimos años en activo de Dire Straits: no se puede jugar mejor que la Quinta en los años 1987 y 1988, pese a que no se culminase la consecución de la Copa de Europa. Ha habido sin duda muchos Real Madrid superiores al de la Quinta, por palmarés internacional, sobre todo, pero pocos equipos nos han hecho disfrutar más y erizar nuestras emociones tanto como en aquellos años gloriosos bajo la dirección de Leo Beenhakker.
Si The Beatles es sin lugar a dudas la mejor banda de todos los tiempos, Dire Straits, al menos en sus tres primeros LP’s, fue la banda que mejor ha sonado en toda la historia
Sultans of Swing, casi 44 años después de su publicación, sigue siendo una canción excepcional que en sus 6 minutos incluía un solo magistral de Mark Knopfler, líder y alma mater del grupo, que tocaba la guitarra eléctrica, según decían, sin la consabida púa (o plectro, que queda más elegante y más correcto). Escuchar Sultans of Swing por primera vez fue como asistir a mi primer partido de Copa de Europa, de niño, en Chamartín: una revelación, algo inaudito, único, increíble, inolvidable. El célebre solo de Knopfler sigue estando considerando como uno de los cinco mejores de la historia, junto a otros célebres de Jimmy Hendrix, Eric Clapton, Jimmy Page, Van Halen o David Gilmour.
La primera alineación de la banda estuvo compuesta en sus inicios por los siguientes titulares: los hermanos Knopfler, Mark y David, ambos a la guitarra y haciendo las voces, el bajista John Illsley y el baterista Pick Withers.
Como quizás sepan muchos de ustedes, “to be in dire straits” es una expresión inglesa que se utiliza cuando se están pasando dificultades, sobre todo de índole económico, y se atribuye la paternidad de la denominación de la banda a Pick Withers. Quien les escribe tuvo la oportunidad (y la gran suerte) de conocerlo en persona. Fue en 1983. Para entonces ya hacía un año que Withers había dejado el grupo para dedicarse a la que desde entonces no ha dejado de ser su pasión: el jazz. En aquel año, junto con mis amigos Pierre y Eduardo, fuimos a veranear a Gran Bretaña, y la casualidad hizo que mi tía y madrina, casada con un inglés, vivía cerca de Monmouth, en Gales, a orillas del río Wye, y cuyo vecino de la casa de al lado era nada menos que el célebre Pick Withers.
Pick nos invitó a los tres amigos a tomar el té en su casa, nos presentó a su encantadora esposa Linda, y nos ofreció unas deliciosas welsh cakes, además de hablarnos de su paso por Dire Straits. Para la pequeña historia, al comentarle que veníamos de Madrid, nos contó que en el Madrid jugaba un delantero de lo más inglés, Carlos Alonso Santillana, a quien admiraba por su forma de cabecear única y genuina.
Como quizás sepan muchos de ustedes, “to be in dire straits” es una expresión inglesa que se utiliza cuando se están pasando dificultades, sobre todo de índole económico, y se atribuye la paternidad de la denominación de la banda a Pick Withers
Precisamente en aquel 1983, unas semanas antes, pudimos asistir a un concierto inolvidable en Madrid en el estadio Román Valero (sede del CD Colonia Moscardó, club ligado al Real Madrid desde hace muchos años), con más de 30.000 asistentes. En dicho concierto, recuerdo cuando al sonar Tunnel of Love (de su 3er álbum, “Making Movies”), y al cantar aquello de “…like the Spanish city to me, when we were kids...”, Knopfler arengaba a la audiencia, haciéndonos creer que la Spanish city era Madrid (un servidor pensó que los Knopfler habían veraneado por estas tierras castellanas, de niños). Un tiempo después, descubrí que The Spanish City era un prestigioso centro cultural y comercial sito en Whitley Bay, muy cerca de Newcastle, en donde vivieron los Knopfler, originarios de Glasgow (nuevo guiño merengue, sede de no una, sino de dos conquistas de Copa de Europa, en 1960 y en 2002). Hay que resaltar que en The Spanish City fue donde Mark vio sus primeros conciertos de rock, y en eso coincidió con el líder de The Police, Sting, nacido en Wallsend, en la periferia de Newcastle.
Tras descubrir a Dire Straits, con las increíbles canciones de sus primeros discos LP (Down to the Waterline, Wild West End, en el primero, Lady Writer y Portobello Belle en su segundo, “Communique”, la ya mencionada Tunnel of Love y Romeo and Juliet, en su tercer álbum, “Making Movies”), pasó a convertirse en mi banda predilecta. David, se dice que por desavenencias con su hermano Mark, abandonó el grupo tras la grabación de “Making Movies”, en 1980.
Aun así, su 4º álbum, “Love Over Gold”, con Hal Lindes como nuevo guitarra rítmica y con la incorporación del teclista Alan Clark, dejó joyas inolvidables como Telegraph Road o Private Investigations. Dire Straits iba evolucionando poco a poco del rock puro a tintar sus canciones con blues en sus baladas. 1982 supone la salida de Withers y ya apenas quedaban dos de los fundadores, Mark Knopfler y John Illsley. Durante el periodo 82-85 es cuando más giras y conciertos protagonizan, y se publica en 1984 su primer LP en directo, “Alchemy”, en donde la novedad radica en la inclusión del tema principal de la película Local Hero, Going Home, ya se vislumbra que, tarde o temprano, Mark volará solo por su cuenta, ya que fue su primera incursión en el mundo del celuloide.
Dire Straits fue un poco como nuestra Quinta del Buitre
El equipo ya era diferente al de los primeros tiempos, se trataba de hacer una transición dulce, como en los grandes equipos de fútbol que poco a poco se van apagando. Aun así, en 1985, la banda logró su mayor éxito de ventas (que no de calidad), su Copa de Europa en definitiva, al publicar su 5º álbum “Brothers in Arms”, cuya portada, con una de las magníficas guitarras de colección de Knopfler sobre un fondo azul claro, es una de las más icónicas de la historia del rock. En dicho LP se encuentra la canción predilecta de este autor, So Far Away, además de la animadísima Walk of Life, un canto a la felicidad y a la vida, volviendo a los orígenes del grupo, un rock mezclado con sintetizador, o la propia canción que da título al álbum, una balada maravillosa con tintes nostálgicos, casi una despedida, una last dance en definitiva, que dejó el pabellón muy alto, como la 5ª liga consecutiva de la Quinta en 1990, un hito histórico que los madridistas disfrutamos, pero que intuíamos ya no se iba a repetir más. Como curiosidad, otro galáctico como Sting compuso a medias con Mark y participó en los coros de Money for Nothing, canción elegida como sencillo del LP, que supuso el mayor éxito y llegó a ser nº1 en Estados Unidos y en Reino Unido.
Knopfler, figura consagrada a nivel mundial, pareció poco a poco distanciarse de su propio grupo, participando cada vez más a menudo en composiciones para el cine, como en El color del dinero de Martin Scorsese (Two Brothers and a Stranger) o en bandas sonoras originales completas como en la celebérrima La princesa prometida. Pese a que en 1991 lanzaron un fallido 6º álbum, On Every Street, se puede decir que el verdadero canto del cisne fue en 1988, con la célebre grabación en directo del concierto a favor de la liberación de Nelson Mandela, una joya de Dire Straits más Eric Clapton, nada menos. Ya se sabe que muchas veces los galácticos mezclan muy bien entre sí y nos dejan auténticas exhibiciones memorables, como cuando se juntaron Figo, Zidane y Ronaldo Nazario, aunque no se culminase ninguna Champions con los 3 balones de oro jugando juntos: pero ahí queda la Liga 2002-2003.
En 1992 se disolvió oficialmente la banda y, curiosamente, su concierto de despedida fue en el estadio de La Romareda de Zaragoza, ante 40.000 espectadores. Quizás Mark Knopfler dejó por las orillas del Ebro algún acorde secreto escondido ya que, dos años después, nacería para el fútbol profesional en ese mismo estadio nuestro Raúl González, que fue, no lo olvidemos, protagonista de lujo para que pocos años después el Real Madrid volviera a recuperar su cetro europeo.
Ya se sabe que muchas veces los galácticos mezclan muy bien entre sí y nos dejan auténticas exhibiciones memorables, como cuando se juntaron Figo, Zidane y Ronaldo Nazario, aunque no se culminase ninguna Champions con los 3 balones de oro jugando juntos: pero ahí queda la Liga 2002-2003
Knopfler siguió alternando con proyectos de música folk y de country, como su colaboración con los Notting Hillbillies, y a dar recitales de acústica y varios unplugged en estudio. Incluso participó en la gira de 2012 de Bob Dylan (un viejo amigo, ya en 1979 tanto Knopfler como Withers formaron parte de la grabación de Slow Train Coming) pero su apogeo ya había pasado.
Mientras tanto, su compañero de siempre en Dire Straits, John Illsley, optó por la retirada de la música y se dedicó en cuerpo y alma a su verdadera pasión: el arte de la pintura. De vez en cuando también interviene en conciertos con fines benéficos. Como curiosidad, decir que, desde hace 4 años, Illsley, un día después de la publicación por parte de este autor de un artículo sobre el madridismo de John Wayne, decidió seguir con su propia cuenta de Twitter (@John_Illsley) a quien firma este texto, demostrando una de estas dos cosas: o bien es un fan acérrimo del gran Duke Wayne o bien… porque es un madridista como todos nosotros. O ambas circunstancias, solo lo sabe él.
En cualquier caso, les recomiendo que, de vez en cuando, se pongan a escuchar a esta maravillosa banda de sonido nítido, fresco y de Calidad Suprema, como los grandes turrones de Jijona, ya bien en sus canciones más bailables, ya bien en sus baladas más notables. Y es que, como nuestra Quinta del Buitre, Dire Straits hace un tipo de música impensable en 2021. No cabe duda de que, hoy en día, ni la mejor banda del mundo se les acerca ni por asomo a la altura de sus zapatos.
Fotografías Imago.
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