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·28 de abril de 2020
Diez años desde que Mourinho profanó el Camp Nou

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·28 de abril de 2020
Han pasado diez años desde que José Mourinho evitó que el Barcelona de Pep Guardiola aspirara a levantar tres Champions League consecutivas como podría haber sucedido si aquella fatídica noche de finales de abril pero de 2010 su Inter no hubiera salido vivo del Camp Nou y, en consecuencia, no hubiera eliminado al cuadro azulgrana, absoluto referente del fútbol mundial en aquellos momentos.
Y es que la vuelta de las semifinales en el Camp Nou tenía que culminar en una gran remontada que no finalmente no fue a pesar de que a los barcelonistas el partido se le puso de cara. Al final, el planteamiento defensivo del portugués y el sacrificio de sus futbolistas bastaron para desactivar a un Barcelona al que todavía no se le han curado del todo las heridas que se abrieron aquella noche y que se pusieron de manifiesto apenas el árbitro, Frank De Bleeckere, decretó el final del partido. Estos son los recuerdos que quedan diez años después de la noche en la que Mourinho profanó el templo barcelonista.
Calma tensa entre Guardiola y Mourinho... por lo menos antes del partido. Lejos de las salidas de tono que ambos protagonizarían a partir de la siguiente temporada con Mourinho al frente del Real Madrid, la previa fue todo lo distendida que puede ser con el portugués de por medio. Naturalmente no dejó pasar la oportunidad de tirarle una pulla al rival señalando que "la Champions League es un sueño para nosotros, mientras que para el Barcelona es una obsesión por su antimadridismo", apelando a las urgencias históricas y a los complejos de los azulgrana en comparación al rendimiento en competiciones internacionales del eterno rival.
El 3-1 de la ida prometía un Inter muy defensivo. El Inter había sorprendido al Barcelona en la ida disputada en Milán, un partido al que el Barcelona tuvo que acudir en autobús debido a que la entrada en erupción del volcán Eyjafjallajokul en Islandia impidió hacerlo en avión. El Barcelona pegó primero gracias a Pedro Rodríguez pero el cuadro italiano logró remontar con dianas de Wesley Sneijder, Maicon y Diego Milito, firmando un resultado que bien advertía un planteamiento muy defensivo por parte de los nerazzurri en el Camp Nou.
La expulsión de Thiago Motta. De nuevo, el partido se le puso medio de cara al Barcelona, que vio cómo el Inter se quedaba con diez por doble amonestación cuando no había pasado ni media hora de juego. Los hombres de José Mourinho renunciaron prácticamente a atacar desde aquel preciso instante y se dedicaron a defender las embestidas del Barcelona.
Eto'o de lateral derecho. Fue uno de los movimientos que realizó Mourinho, desplazar a un delantero centro puro como Samuel Eto'o para situarle como lateral derecho para aprovechar su velocidad y atar en corto cualquier escapada de Messi o Pedro. En Barcelona sigue sorprendiendo la capacidad del técnico portugués para convencer a una estrella del calibre de Eto'o para que se sacrificara de esta forma.
El gol de Piqué. El gol del Barcelona tardó en llegar pero lo hizo a falta de seis minutos para el final y abriendo un tramo de partido de infarto en el que un gol clasificaba al Barcelona en virtud de que el tanto de Pedro en el Giuseppe Meazza valía doble al ser transformado a domicilio. El gol llegó... pero no subió al marcador.
El gol legal anulado a Bojan. El canterano, que había ingresado al terreno de juego en el minuto 63 en sustitución de Zlatan Ibrahimovic, gozó de su ocasión y la enchufó en el tiempo de descuento. Sin embargo, el colegiado, De Bleeckere, anuló el tanto porque percibió -erróneamente- que una mano de Touré Yaya había precedido la jugada del de Linyola. "Cuando la pelota entró me alegré mucho, pero luego me di cuenta de que algo estaba pasando, la sensación que rodeaba al estadio y a los jugadores no era precisamente de entusiasmo, así me di cuenta de que habían anulado el gol" ha recordado Bojan del que pudo haber sido el tanto más importante de su carrera.
La 'grosería' de Mou a Guardiola. El portugués incluso se atrevió, en su particular guerra de desgaste, a interrumpir a Guardiola mientras daba instrucciones a uno de sus pupilos, Zlatan Ibrahimovic en una fotografía muy poco habitual y que el tiempo ha convertido en una de las postales de aquella semifinal y hasta de la rivalidad de ambos entrenadores.
La alegría de Mourinho, la bronca de Valdés y los aspersores. Apenas De Bleeckere enseñó el camino de los vestuarios el histrionismo de Mourinho -provocación, dirían otros- salió a relucir con una fastuosa celebración, no en vano a pesar de que por cuarta vez se había quedado Mourinho sin lograr la victoria en el Camp Nou, en esta ocasión se marchó con la clasificación en el saco. Víctor Valdés intentó rebajar el ímpetu de Mourinho en otro momento para el recuerdo aunque fue lo que vino después lo que ha quedado en la retina de todos, cuando los empleados del Barcelona encendieron los aspersores de riego del césped mientras los jugadores y el cuerpo técnico interista seguían celebrando la clasificación. Se marcharon empapados al vestuario, por supuesto, y probablemente brindaron la postal más memorable de aquella noche.
La final que no fue en el Santiago Bernabéu. El Barcelona se quedó con las ganas de disputar la final en el mismísimo Santiago Bernabéu. Campeón en las ediciones anterior y posterior a la eliminación a manos del Inter, hay barcelonistas que siguen suspirando por haber logrado lo que ni siquiera el cuadro blanco ha alcanzado en su dilatada trayectoria en la competición: ganar el título en casa del eterno rival.