Diego Alonso, game over | OneFootball

Que el técnico uruguayo pueda estar viviendo sus últimos días como preparador nervionense no es noticia. Tampoco será novedad entre las noticias que el Sevilla FC quede apeado tristemente de la máxima competición continental a primeras de cambio. Los andaluces se jugarán, en el partido contra el RC Lens, en Francia, el último billete europeo. De ganar a domicilio —el empate no vale—, se clasificarán casi de milagro para la UEFA Europa League. Sin embargo, tras el lamentable partido vivido en el Ramón Sánchez-Pizjuán contra el PSV Eindhoven, la perspectiva es de un color muy oscuro en Nervión. Un equipo muy superior en la primera parte, el rojiblanco, que fue desarbolado con una rigurosa expulsión. Incapaz de reorganizarse con diez y con Helenio Herrera revolviéndose en su tumba, cedió la ventaja de dos goles para regalar el pase de los neerlandeses a la siguiente fase de la UCL.

Una primera parte para enmarcar

Sorprendentemente, los hispalenses completaron unos primeros 45 minutos excelentes, como no se recuerdan esta temporada. Muy superiores al PSV y sin noticias de ese equipo dubitativo de jornadas anteriores, el Sevilla FC desbancó en todas las facetas a los de Eindhoven. La noche pintaba perfecta cuando Sergio Ramos abrió el marcador en el minuto 23 para poner el primer tanto en el luminoso. Nervión vibraba al son de un equipo que maniataba a los visitantes, incapaces de contestar al juego sevillista. Un disparo a la cruceta de En-Nesyri y un tanto anulado a Sow acobardaron aún más al equipo de Luuk de Jong y el Sevilla FC encaró el descanso con un corto marcador, visto el juego desarrollado.

Alivio y alegría se conjugaban nada más comenzar la segunda parte, cuando el delantero alauita, ese En-Nesyri que últimamente es la mejor noticia para la afición del Sevilla FC, enchufaba el segundo tanto. Dos goles a favor, en casa, y con un dominio evidente del juego. ¿Qué podía salir mal?

Lucas Ocampos, lamentándose por su expulsión ante el PSV | Imagen: CRISTINA QUICLER/AFP via Getty Images

La expulsión que cambió al Sevilla FC

Muchas noticias pondrán el foco en el dorsal 5 del Sevilla FC, pero la expulsión de Lucas Ocampos, muy evitable, pudo ser circunstancial en el encuentro. El argentino se fue a la calle en el minuto 65 por dos jugadas tan vacuas como inocuas (una protesta y una entrada, leve pero a destiempo). El colegiado bien pudo habérsela ahorrado, pero los trencillas italianos no calan en Nervión. Los pupilos de Alonso afrontaban 25 minutos en inferioridad y ahí empezaron a alinearse los astros. A muchos jugadores les comenzaron a temblar las piernas, algo inexcusable en un equipo que si de algo puede presumir es de veteranía. Hablamos del once de más edad de la Champions League en toda su historia, casi nada. Sin embargo, temían como colegiales que el PSV despertara de su letargo. Pocos minutos después de que Ocampos abandonara el césped, un golpeo casi involuntario de Saibari dio vida a los neerlandeses. Quedaba todo un mundo y tocaba remar.

Por si fuera poco, el preparador uruguayo adobó con una pizquita de desconcierto la empanada hispalense. No es noticia que la aportación del técnico charrúa sea negativa. Un triple cambio en el minuto 73 dejó a su equipo en cueros. Sacó al jugador más peligroso, el goleador marroquí, por un Rafa Mir que poco o nada aportó al ataque. Retiró al extremo con más mordiente en el campo, como es Lukebakio, para meter a otro central en línea de cinco (Nianzou). Y quitó a Sow, el único centrocampista llegador, por un Joan Jordán que padece un nuevo gafe en Nervión. Una remodelación claramente defensiva y conservadora, impropia de un campeón de Europa. Con este cambio, la deriva fue evidente con un PSV volcado en ataque y unos hispalenses encerrados atrás, sin presencia en ataque.

El PSV consolida su remontada

Con esos mimbres, nadie dudaba en Nervión de que el empate de los neerlandeses era cosa hecha. Con el equipo encerrado atrás y los de Eindhoven apretando, llegó la igualada en el minuto 80 en un desafortunado autogol de Gudelj. A perro flaco todo son pulgas. Y la noticia no cogía a nadie de sorpresa. El PSV iba a por la victoria y quedaban aún diez minutos de juego. Con los hispalenses de nuevo desquiciados y defendiendo sin orden, llegó la remontada en el descuento. Pepi, en el 92, culminó un pase al área para adelantar a los suyos sin apenas oposición de los centrales, a pesar de acumular hombres en zona defensiva. Al final, se imponía la locura en Nervión y los visitantes se iban con el pase sellado y dejando a los locales con una crisis institucional de libro.

Víctor Orta, en la presentación oficial de Diego Alonso con el Sevilla FC. | Imagen: La Colina de Nervión – David Domínguez.

Sin noticias de autocrítica del técnico del Sevilla FC

El preparador charrúa debe tener las maletas preparadas. A las noticias que vinculan al Sevilla FC con la búsqueda de un nuevo técnico, se unen sus terribles resultados. A pesar del buen juego mostrado ante el PSV hasta la expulsión, no se puede vivir sin ganar en el fútbol. Una sentencia que inventó Boskov en el 1979 (aquel de «fútbol es fútbol, y gol es gol») pero parece que Alonso todavía no lo ha comprendido. Instalado en una torre de marfil, se permite indicar en rueda de prensa que «no se puede ganar todo» cuando no ha aportado al club hispalense ni una sola victoria de nivel.

El uruguayo insiste en sus ideas, sembrando de dudas todo a su alrededor. Los jugadores no parecen ya confiar en el liderazgo del entrenador. Pero a nadie le sorprendería que la destitución del de Montevideo abriera las noticias del Sevilla FC en las próximas horas. De Víctor Orta depende. La senda de destrucción que vive el club, sumido además en una inestabilidad institucional permanente, requiere mano firme e ideas claras. Pocos apuestan por que Diego Alonso, al que parece quedársele grande un club como el hispalense, encarne esa recuperación. No parece probable que el charrúa, Villarreal y Lens mediante, se coma el turrón en la capital de Andalucía.