Deshojando la margarita de De Paul | OneFootball

Hace unos días me detuve en una encuesta que lanzaba un twittero random sobre Rodrigo De Paul. Preguntaba si lo venderíamos. Y entonces descubrí que no estoy tan solo como mis amigos me hacen creer. Había más división que en un partido de izquierdas. El caso es que empecé a leer comentarios y si no fuera porque hay 742 necesidades más urgentes, yo también me subiría a ese barco. Es más, me autodesignaría capitán si el dinero en este club no se marchase por el sumidero.

Es verdad, Rodrigo De Paul me da mucha rabia. Porque siendo de los mejores del equipo es también de los más irregulares. Eso por ejemplo no se le puede reprochar a Molina, que es el más constante de todos en su infinita búsqueda de lo absurdo. De Paul da una exhibición en una noche de Champions y el domingo siguiente es un espanto en Cádiz. Le ha poseído el espíritu de Maniche. Tiene tan poco sentido como el propio Atleti, el mejor de la historia en casa y un drama a domicilio.

Debo confesar que me estoy haciendo mayor. De chaval hubiese empapelado mi cuarto con recortes suyos, seducido por ese semblante de futbolista argentino con mechas rubias y brazos tatuados capaz de matar a una horda de goblins, pero ahora ese estilo de tronista barato me tira para atrás. No me persuade. Prefiero a tipos discretos y sin estridencias que me traigan siempre un notable aunque nunca lleguen al sobresaliente. Como Riquelme.

Deshojando la margarita de De Paul también encuentro aún cierto rencor por aquellos meses previos al mundial de Qatar. Son de esos pecados que no olvido. Si estos tipos supiesen que hay millones de chavales que hubiéramos vendido a nuestra propia madre por jugar tan solo un día en el Atlético de Madrid no tendrían la desfachatez de arrastrar la camiseta como lo hicieron. Nadie quería cansarse. Nadia quería lesionarse. De Paul el que menos.

Sé que mi artículo llega en mal momento. De Paul ha sido de los mejores del equipo en este tramo final del curso, pero aun así el balance de las tres temporadas continúa siendo pobre. Para entendernos, le cambiaba a pelo por Mikel Merino, que no es tan guapo pero le das cuatro legos y te hace un reloj.