Stats Perform
·12 de agosto de 2018
In partnership with
Yahoo sportsStats Perform
·12 de agosto de 2018
EDITORIAL
Es un campeón del mundo al que Ernesto Valverde espera con ganas. Ousmane Dembélé llegó la temporada pasada a la disciplina barcelonista tras solo dos años en la élite del fútbol europeo, uno con el Rennes y otro con el Borussia Dortmund, con los 145 millones de euros que costó su contratación como mayor adversario. El hecho de no haber realizado pretemporada le mantuvo en el dique seco durante la primera mitad de la campaña y, tras recuperarse, recayó de su lesión. Esta vez, sin embargo, es distinto. Dembélé está ante la temporada de su vida y lo sabe.
Dembélé, aclamado en Marruecos al coro de "allez, allez"
De los titulares fue el que mayor rendimiento ofreció, lo cual no es por casualidad. Adelantó su regreso a los entrenamientos nueve días -era uno de los que más permiso tenía junto a los finalistas del Mundial, Samuel Umtiti e Ivan Rakitic- y su mayor fondo físico con respecto al resto de titulares acabó marcando la diferencia en el tramo final del partido, cuando el Barcelona empataba el partido. Pero el francés no dejó de ofrecerse y Leo Messi no paró de buscarle. Tanto es así que a falta de cinco minutos para el final del partido el rosarino le localizó y el francés dibujó su primera gran obra de arte con la casaca azulgrana.
Ya la temporada pasada Messi buscó con insistencia a Dembélé, el único jugador capaz de abrir el campo por su perfil, único en la plantilla. En esta ocasión, sin embargo, no lo hizo y con tres toques se apuntó un gol para retener en la memoria, un tanto que además da al Barcelona el primer título de esta temporada. Con el primero durmió el balón que le sirvió el capitán barcelonista, con el segundo se lo acomodó y el tercero fue para golpear el balón de forma prodigiosa y ponerlo donde no llegaba Vaclik, el portero sevillista. El francés no pasó un buen año la temporada pasada y tampoco pudo reivindicarse en el Mundial, donde empezó como titular pero acabó como suplente.
Su renacer debe producirse este año en el Barcelona. Ya ha dejado muestras de calidad pero se le fichó para marcar la diferencia y lo sabe. Antes que él era Neymar Da Silva quien ocupaba su demarcación. En el Grand Stade de Tánger la afición hasta le aclamó por primera vez desde que viste la zamarra barcelonista y no tardó en devolver el cariño. Con confianza es imparable porque es un jugador único. Y Messi también lo sabe.