Un 10 Puro
·9 de mayo de 2021
Un 10 Puro
·9 de mayo de 2021
Una de las pruebas menos científicas pero más efectivas para constatar si el Barça está jugando al fútbol cómodamente es fijarse en la posición de Leo Messi sobre el campo. Cuando lo vemos cerca de la frontal rival, bien; cuando aparece abajo de la pantalla pegado a la banda, regular; y cuando baja hasta la zona de creación de juego, mal. Algo similar pasó con Frenkie De Jong, la figura del cual venía representando prácticamente la del segundo generador de ocasiones blaugranas. Sin embargo, con la lesión de Busquets no solo Messi acabó bajando más de lo normal sino que también el neerlandés tuvo que abandonar su rol ofensivo y pasar al pivote, trastocando así todo el sistema ofensivo de un Barça inconexo y estéril.
Después de que Busquets tuviera que ser sustituido por romperse literalmente la cara (el maxilar superior), De Jong dejó de ocupar una posición con mucha altura que compensa la falta de delantero centro para vestir un desnudo eje del centro del campo sin Sergio. Junto con sus jóvenes compañeros Pedri e Ilaix Moriba, no fue capaz ni de superar con éxito los acosos de los jugadores del Atlético ni luego de hacer desbordar la estructura defensiva colchonera.
El Atlético, combinando presión y repliegue medio, incomodaba la salida de balón del Barça y también obstruía la circulación del equipo blaugrana y, con De Jong teniendo que liderar la orquesta en solitario, el juego del Barça distaba mucho de ser una alegría para los sentidos.
Por si el Barça no tenía suficiente con De Jong infrautilizado casi de forma obligada más abajo, esto también repercutió en cómo —no— llegaba el balón a sus atacantes. Griezmann, ensimismado en la inutilidad de sus desmarques ante una defensa colchonera difícil de penetrar, no podía acompañar de ninguna forma el juego del equipo, mientras que Pedri o Dest, zagales a los a que a estas alturas de la temporada las piernas no les dan para más, tampoco lograron mejorar el juego ofensivo.
Si en un partido Frenkie ya sufrió el engorro de verse jugando en un sitio mientras el equipo le necesitaba en otro, el neerlandés no debe ni imaginarse lo que tiene que ser para Leo Messi, para quien esto es el pan de cada día. Leo jugó desnaturalizado y De Jong, que ayer se puso en el vestido de Messi, también.