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·4 de octubre de 2024

Darder en el RCDE Stadium: vuelve el ‘Mago d’Artà’ tras el adiós del profeta

Imagen del artículo:Darder en el RCDE Stadium: vuelve el ‘Mago d’Artà’ tras el adiós del profeta

Entre la emotividad y la autenticidad que ha envuelto el reciente y merecidísimo homenaje a unos de los delegados más incombustibles y longevos del fútbol español, José María Calzón, David Gerbolés, en Pericos Marca, sacó un magnífico titular: “El fútbol es cada vez más profesional, pero menos humano”. Personalmente, rara vez logro empatizar con los futbolistas, quizás con algunos y en contadas ocasiones: con aquel Javi López que, tal y como contó el periodista Alberto Martínez en el diario AS en 2017, fue durante mucho tiempo con su viejo Volkswagen Passat a todos lados; con el valiente gesto de Oleguer Presas o de Borja Iglesias, incluso, desde el FC Barcelona y el Real Betis Balompié respectivamente, cuando decidieron no representar en diferentes etapas a la selección española (como si hubiera sido San Marino) simplemente porque sus convicciones personales, de la índole que fueran, no encajaban con lo que, ellos entendían, significaba vestir la ‘Roja’; con Sergio García y Joan Verdú cuando firmaron por el Club de Fútbol Montañesa o de rabiosa actualidad, resulta imposible no aplaudir la humildad, en mayúsculas, declarada por un joven de solo 23 años, Sergio Camello, desde un club histórico como el Rayo y desde un barrio, Vallecas, con un tejido vecinal y con un movimiento reivindicativo que debería ser un ejemplo de lucha ciudadana para el resto de los distritos de clase obrera de nuestra geografía. Sin embargo, a la gran mayoría de peloteros los percibo, siempre desde una óptica proletaria, como galácticos, cósmicos, astros siderales, y no solo porque convierten un muñón de cuero sintético, espuma y otros materiales (poliéster, algodón o látex, poliuretano o PVC -que se yo-) en un cuerpo esférico que gravita a su alrededor siguiendo una órbita determinada; sino porque actúan y piensan como si fueran de un planeta a millones de años luz, en una galaxia lejana, muy, muy lejana.

En esas cápsulas espaciales teledirigidas en las que se convierten sus existencias, surgen, a mi modo de ver, personalidades futbolísticas poco creíbles, irreales y deshumanizadas en determinados contextos, ya sea por el cortoplacismo de sus actos, por la intensidad con la que viven, por la presión de su entorno profesional o, en definitiva, por la cantidad de dinero que mueven; el precio del poder y de la fama, como se suele decir, les convierte en almas en pena condenadas a entregar el óbolo de plata a Caronte para poder cruzar la laguna Estigia. Desde artistas reconocidos hasta políticos de distinto pelaje, a excepción, lo creo firmemente, de Pepe Mujica, quien simboliza el paradigma de la sobriedad con cada uno de sus actos y palabras, las cuales, esperemos, resuenen de nuevo por los auditorios habituales por los cuales podíamos oírle, pese a que en las redes sociales algunos ya lo vieron navegando por las aguas del río Aqueronte. Pero, a quien pretendo persuadir, como sociedad cada vez somos menos capaces de mantener nuestra propia memoria. Fue Zapatero, en el año 2007, no lo olviden, el que dijo aquello de “el Gobierno ha situado a España en la Champions League de las economías mundiales”, al año siguiente, y de allí en adelante, ya saben hacía a donde fuimos, hacía donde vamos. No terminaríamos, obviamente, con la gran cantidad de falsedades y mentiras de los gobiernos presididos por el PP sobre terrorismo o tramas de corrupción. Pero, en fin, la cuestión es que políticos, del partido que sean, y cualquiera que esté bajo los focos mediáticos, da igual; los mismos futbolistas, en resumen, no se responsabilizan en absoluto de lo que hacen o dicen. Bueno, estos últimos solo cuando saben que sus comentarios van en contra de lo que la Real Inquisición Española de Fútbol y su código Código Disciplinario marca. Pero como siempre, hay valientes, léase Sergio Canales (Real Betis Balompié), Nuria Ligero (Real Betis Féminas), Adriana Martín (RCD Espanyol); quienes (hablemos de ellas y de ellos) estuvieron el año pasado, 2023, como ya difundieron otros medios, en un foro de debate científico abierto por David Aganzo, presidente de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), en el cual se debatió sobre unos de los principales derechos que recoge la Constitución: la libertad de expresión.


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“Su elección por el Mallorca, como es ampliamente sabido, se fundamentó en los vínculos sentimentales y emocionales que le unían a su isla natal, la cual tuvo que dejar a una edad muy temprana”

Sea como sea, a estas estrellas de la pelota nadie les obliga, que yo sepa, a besarse el escudo en su presentación o a decir que su sueño siempre había sido jugar en el Real Madrid de Florentino o en el Barça de Laporta, como tampoco a aquellos que se juran amor eterno cuando se tatúan el nombre de su amada, amado o viceversa: simplemente es algo que se ha normalizado de un tiempo hacía aquí. Tampoco creo que a Sergi Darder, quien volverá este domingo al RCDE Stadium como jugador del RCD Mallorca, le dieran un guion para que afirmara aquello de: “Tendrían que matarme para que me fuera del Espanyol”. No me pregunten por qué, pero cuando lo dijo en agosto de 2022 me vino a la mente una rueda de prensa de una década atrás, de la pretemporada 2011-2012, en la que el exjugador de fútbol y entonces integrante de la plantilla del Espanyol, Pablo Daniel Osvaldo, poco antes de salir, pronunció aquella mítica frase: “Quiero seguir aquí y me encantaría ser capitán”. Sinceramente no dudo que tanto Osvaldo como Darder estuvieran convencidos de lo que dijeron, pero, nuevamente, en muy poco tiempo, solo un mes en el caso del ítalo-argentino y en apenas un año en el del balear, todo cambió radicalmente. Y aún quiero mencionar un tercer ejemplo en clave perica, al cual he alabado anteriormente por defender unos valores públicamente, y ahora debo señalar por otros motivos: el ‘Panda’. Sí, el gallego, a quién ahora disfrutan en Vigo, fue captado por las cámaras de CUATRO en un entrenamiento de pretemporada de julio de 2019 en el que respondió a un grupo de seguidores pericos que le pedían que se quedara, entonando un: “Si me quedo aquí y no me voy a ir ningún lado”. A mediados de agosto ya estaba haciendo las maletas para ser presentado en el Benito Villamarín. Lo preocupante es que, en cuestión de meses, la conexión que existía entre el delantero que estuvo bajo las órdenes de Rubi y la grada perica se transformó en antipatía visceral y rencor mutuo, con todo tipo de declaraciones cruzadas e, imagino,con insultos desde una pequeña parte de la gradería. Ciertamente asusta, como la masa se sincretiza con el deportista, llamase Borja o Pablo, y le conduce de la euforia desproporcionada, como fue la invasión de campo tras la clasificación para la Europa League, a la hipomanía en cuestión de meses, en la vuelta del dorsal número 9 del Betis al estadio en el que celebró dicho logro. Son, sin duda, oscilaciones bruscas en el estado de ánimo de una persona y de un colectivo en período muy corto de tiempo.

Y mi pregunta es: ¿qué pasará el sábado cuando reaparezca Darder? Primero de todo, no está de más volver a mencionar que, tanto las operaciones del ‘Pistolero’ como del ‘Panda’, como la del mismo Sergi, fueron beneficiosas para la entidad, ya que salieron por 18, 28 y 8 millones de euros de manera respectiva. Los motivos de todo ellos fueron, además, justos y legítimos, tanto por los proyectos deportivos que les ofrecían fuera del Espanyol como por la posibilidad de progresar en sus carreras, en grandes clubes.

Centrándonos en Darder, su elección por el Mallorca, como es ampliamente sabido, se fundamenta en los vínculos sentimentales y emocionales que le unían a su isla natal, la cual tuvo que dejar a una edad muy temprana; volver, estar cerca de la familia y jugar con tus amigos de infancia, d’Artà mismo, como Abdón Prats, en un club de primera división, ¿quién hubiera podido rechazarlo? Nada que objetar en ese sentido, pero la cuestión está en que, aquel verano de 2022 (que lejano, solo dos años más tarde), con el equipo descendido y la afición desmoronada, Sergi Darder, quien siempre había puesto voz y rostro a una entidad sin representantes y portavoces válidos, desapareció por completo, cansado de haber soportado todo el peso del equipo y de un club fantasma y sin rumbo a sus espaldas o como él mismo sostendría más tarde: para que no bajara su valor de mercado y se cerrara una venta beneficiosa para el Espanyol. Pero de nuevo, el fútbol es un estado de ánimo irracional, caprichoso y traicionero. No tengamos ninguna duda que lo que recordará el aficionado blanquiazul, un tiempo seguro, es la metamorfosis del que fue mensajero de lo sobrenatural, profeta de una temporada ilusionante, valedor del equipo en los peores momentos, ídolo por mantener un rendimiento por encima del de sus compañeros en, lamentablemente, el jugador que se despidió por la puerta de atrás, con una carta firmada digitalmente, a la altura del que fue Trofeo Zarra de LaLiga, el también jugador del RCD Espanyol en la campaña 2021-2022: Joselu; de quién mejor ni hablamos, no por su excelente temporada pese a su bajada de rendimiento final de la que ya nos venían advirtiendo la afición del Alavés, sino por su hipocresía, propia de Qatar, donde ahora podemos verle jugar. Así pues, el mallorquín, en pocas horas desde que saliera de la ciudad condal, ya protagonizaba un vídeo motivacional con su nuevo equipo y tras su primer partido sentenciaba para los micros de DAZN: “No te voy a mentir, dejar el club de… [Hace una pausa y luego reconduce la frase] Bueno, en ese momento, de mi vida. ¿En ese momento? Espera, ¿que te fuiste hace una década y no nos dimos cuenta? Y prosiguió: “Creo que me dió todo. Me tocará, creo, despedirme cuando toque…”; el d’Artà, diga lo que diga, nos dejó helados desde la fría lejanía que mostró, sin una comparecencia presencial o una despedida pública digna y acorde a su figura, la cual, ni se produjo y bien, ahora ya lo sabemos: nunca se producirá. Finalmente añadió: “volver a lo que es mi casa real de inicio por mucho que mi casa futbolística en estos últimos años haya sido el Espanyol”.

“Sergi Darder, quien siempre había puesto voz y rostro a una entidad sin representantes y portavoces válidos, desapareció por completo, cansado de haber soportado todo el peso del equipo”

Pese a que a Alberto Cercós desde FutbolMallorca abogara por un Darderismo bermellón, es más lógico pensar, como ya sentenció el citado Alberto Martínez la temporada pasada, que el Darderismo cayó con la marcha del profeta, quien cruzó el Mar Rojo o el Mediterráneo, elijan, buscando la tierra prometida (casa real) y en cuestión de horas olvidó y dio la espalda al sufrimiento del que había sido su pueblo en el Egipto faraónico o la Barcelona azulgrana, como gusten (casa futbolística). En fin, porque el fútbol y los futbolistas son cada vez más efímeros y volátiles, tanto en su juego como en sus gestos de humanidad. Pero, honestamente, creo que Darder ha vuelto sabedor que su etapa como profeta terminó cuando abandonó el templo, erigido entre Cornellà i el Prat, en el cual se le rindió culto como intermediario entre la defensa y la delantera, entre lo humano y lo divino. Sin duda, ahora, desde el paganismo ancestral de su verdadero hogar, dejará grandes tardes en forma de asistencias y goles, como ya hiciera el curso anterior, siendo enormemente determinante, pero ya reconvertido en el mago que siempre llevó dentro, pues por ser fieles al dicho: “nadie es profeta en su propia tierra”. Toda la suerte del mundo al ‘Mago d’Artà’ y a la afición mallorquinista, eso sí: siempre que los hechizos con los que el bueno de Darder sortea a sus rivales no surtan efecto alguno en la que fue su tierra de acogida, “en ese momento”, al menos, “en esos dos momentos” distintos, de hecho.


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Fotografía de Getty Images.

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