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La Galerna

·28 de agosto de 2019

Cuando ni comprar un árbitro llama la atención

Imagen del artículo:Cuando ni comprar un árbitro llama la atención

El 5 de mayo de 2013, Luís Bassat, candidato a las elecciones a la presidencia del FC Barcelona de 2003, realizó unas sorprendentes declaraciones al diario Marca, que fueron publicadas en su formato de pago (Orbyt). El publicista confesó una conversación que mantuvo con su mujer nada más llegar a su casa tras haberse consumado su derrota electoral frente a Joan Laporta:


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Así que Luís Bassat dejó caer que algún mandatario del club le había sugerido que para ser presidente del Barça era necesario saber comprar a un árbitro. Puede que algunas de las personas que lean este texto no tengan constancia del prestigio, a nivel internacional, del que goza este empresario catalán, pero, para evitar confusiones, les aclaro que, cuando menos, no se trata de una persona que acostumbre a hablar con frivolidad.

Pero este texto no pretende poner el acento en Luís Bassat ni, aunque les pueda sorprender, tampoco en su confesión sobre la presunta advertencia de la importancia, en el club azulgrana, de saber comprar a un árbitro. Habrá quien piense que Bassat mentía, o puede que la persona que se dirigió a él lo hubiese hecho con ánimo de broma o quizás, incluso, sea cierto que dicha práctica ilícita sea frecuente en la entidad azulgrana. Ninguna de estas posibilidades despierta mi curiosidad en estos momentos. Lo que realmente me sorprende, desde el momento en que lo leí, es la reacción del periodista ante semejante escándalo: absolutamente ninguna.

Pónganse por un momento en su lugar: están entrevistando a un ex candidato a la presidencia del Barcelona y a mitad de entrevista declara que un importante cargo del club le ha confesado que ellos compran árbitros. ¿Cuál sería su reacción? Probablemente tratarían que el entrevistado especificase cómo fue aquella conversación, le reclamarían si la persona en cuestión dio más detalles sobre ese hecho, sobre si él mismo reaccionó con curiosidad ante tamaña declaración, si le dio credibilidad o le cuestionarían por qué no lo había contado a la prensa. También es posible que las preguntas se dirigiesen en torno a la identidad del sujeto, su cargo, etc. Y por supuesto lo destacarían en el titular y la información acapararía la portada de la versión de papel del diario más vendido de España.

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Lo cierto es que - como pueden comprobar en el enlace que hemos adjuntado al inicio y que remite al original -, el titular con el que se destacó la entrevista fue ““Si hay un día para jugar infiltrado, es el del Bayern” y al recibir la respuesta sobre las presuntas compras el periodista inmediatamente reacciona interesándose en su desgaste como candidato, en su relación con sus rivales y en su carrera en el mundo de la publicidad. No le preguntó por el tiempo de milagro.

Hemos recurrido a este ejemplo para constatar el trato que da la prensa deportiva en general a las informaciones sobre el FC Barcelona. Un ¿directivo? declara que compran partidos y pelillos a la mar. Nadie se puede sorprender por tanto de lo que viene sucediendo estos últimos meses en torno al asunto del fichaje de Neymar.

Porque resulta que todos los medios deportivos, incluidos todos los de Barcelona (prensa y radio), han llegado al punto de admitir con total naturalidad y sin que ello les provoque ningún conato de enfado, crítica o vergüenza, circunstancias del todo sorprendentes.

Por ejemplo, que el Barça está bordeando la ruina. Es un hecho, nos cuentan. Están tiesos y así lo declaran para justificar las condiciones de las ofertas realizadas por el brasileño que desde Madrid se tildan de ridículas. Todo el mundo habla o escribe sobre que la economía del Barça “está como está”, admiten que están tiesos. Pero que la situación económica sea muy delicada no los lleva a reflexionar sobre ello, ni una sola voz se alza indignada para denunciar este hecho, nadie pone luz en esas sombras, ni se cuestionan que la operación de Neymar puede poner en riesgo la estabilidad del club.

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También resulta sorprendente la unanimidad para adjudicar la petición del fichaje de Neymar a Leo Messi. El brasileño es un cromo repetido, ya que acaban de fichar a Griezmann, es un riesgo económico, como ya hemos citado antes y también comporta otros riesgos, como el de su estado físico o su tendencia al escándalo, pero todos esos riesgos son asumidos porque el que lo ordena es la estrella del equipo. Los directivos y el presidente necesitan demostrarle a Messi que lo están intentado, nos dicen. El vestuario ha reaccionado muy mal porque consideran que la oferta que ha hecho el club ha sido muy baja, nos contaban hace dos días. Pero nadie se plantea la anormalidad de dicha situación que desvela un club desgobernado al arbitrio de los caprichos de un jugador y su vestuario.

¿Bordean la quiebra? No es noticia. ¿La política deportiva la dirige un jugador? No merece crítica. ¿Estos movimientos ponen en riesgo al club? No les parece destacable. Es la normalización de lo anormal.

Y lo que más sorprende es que esta situación de anestesia informativa o de trato diferenciado con respecto al Barça no obedece solo a la prensa de Barcelona sino también a la de Madrid. Desde hace tiempo se comenta que el Barcelona tiene la masa salarial disparada, pero eso no ha llevado a nadie a indagar en profundidad sobre el asunto. Sabemos que hay clubs a os que la LFP les impide fichar por este tipo de excesos, pero ningún periodista le requiere a Tebas sobre esta cuestión. Desde hace tiempo se sabe que el Barcelona utiliza una ingeniería contractual para sortear estos y otros límites (contratos con porcentajes exagerados en variables, pagos de primas de fichaje o primas por renovación…), pero nadie se cuestiona nada. Cómo se iban a cuestionar algo si, ni tan siquiera, cuando alguien confesó que igual compraban árbitros se le dio la menor importancia.

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