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·13 de noviembre de 2023
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Antonio Asso, cardiólogo del futbolista fallecido la semana pasada, ha compartido una carta abierta para el ‘Heraldo de Aragón’. Fue él quien le trató cuando fichó por el Real Zaragoza.
El pasado sábado, Raphael Dwamena dejó helado al mundo del fútbol. El futbolista ghanés, de 28 años, que desarrollaba su carrera en Albania tras pasar por las filas del Levante y del Real Zaragoza, entre otros, cayó fulminado en el duelo que enfrentaba a su equipo, el Egnatia, contra el Partizani. Se desplomó en pleno encuentro y, aunque los servicios de emergencia hicieron todo lo posible por reanimarlo, unos minutos más tarde se confirmó su fallecimiento. Una fatal noticia que Antonio Asso, quien fuera su cardiólogo durante su estadía en La Romareda, siempre temió que se pudiera dar.
Asso, médico del Servicio de Cardiología del hospital Miguel Servet y del Instituto de Arritmias de Quirónsalud, ambos ubicados en Zaragoza, ha compartido una carta abierta para el Heraldo de Aragón referida a la muerte de Dwamena. Precisamente fue el doctor que le aconsejó al delantero africano que pusiera fin a su carrera deportiva y, al conocer su negativa a retirarse, le obligó a ponerse un desfibrilador para preservar su vida. Así lo explica en la epístola: “Logramos convencerle de la imperiosa necesidad de implantarle un desfibrilador para al menos garantizarle la vida, a la par que desaconsejamos la práctica profesional deportiva. Insistí en que según fuera evolucionando la enfermedad, en algún momento podríamos abordar el origen de la arritmia mediante alguna intervención de ablación, pero eso requería que se mantuviera vivo, y para ello era imprescindible el desfibrilador.”
El cardiólogo siguió en contacto con el jugador incluso después de marcharse del Zaragoza, intentando darle consejos que constantemente caían en saco roto. “Estaba empeñado en seguir su carrera profesional por encima de todo y acabé perdiendo la esperanza de influir en él”. Fruto de que el futbolista no hiciese caso a sus recomendaciones, ambos acabaron perdiendo el contacto. Así fue como Asso supo a través de la prensa que Dwamena decidió prescindir del desfibrilador en 2022, tres años después de ponérselo. “Hace un par de años, me comunicaron que el desfibrilador le había salvado la vida al presentar una arritmia maligna que había sido correctamente tratada de forma automática por el dispositivo. Posteriormente habíamos perdido el contacto. Hace un año supe por la prensa que había solicitado la retirada del desfibrilador implantado por nosotros y que finalmente se le había explantado (creo que en Suiza). Era ya tarde, su decisión era irrevocable y ponía toda su responsabilidad en sí mismo y en la voluntad del Dios en que creía. Desde ese momento fui consciente de que un día sucedería la tragedia que el sábado se ha consumado en un campo de futbol de Albania”, explicó el doctor.
Una decisión, la de aferrarse a la voluntad divina y a su deseo de jugar al fútbol hasta las últimas consecuencias, que fueron determinantes para el fatal desenlace de la vida de Dwamena. Asso, por su parte, puso especial hincapié en la importancia del desfibrilador en pos de lanzar un mensaje que mueva conciencias en favor de la medicina: “Ha fallecido como consecuencia de una respetable decisión personal, pero si no se hubiese explantado el desfibrilador Raphael seguiría vivo. Año tras año, los avances tecnológicos ponen en nuestras manos nuevas herramientas para tratar mejor los graves problemas arrítmicos que padecía, y cabe especular -para el creyente- que esas técnicas son servidas por ese mismo Dios en el que Dwamena firmemente creía. Es el final de una triste y previsible historia. A veces las noticias son confusas, y conviene aclarar para los miles de pacientes que llevan un desfibrilador y confían en la seguridad que aporta, que no ha fallecido alguien que llevaba un desfibrilador, sino alguien que no lo llevaba.”
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