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Diario La Escuadra

·17 de abril de 2024

Claro que voy a ir hoy con la rojiblanca

Imagen del artículo:Claro que voy a ir hoy con la rojiblanca

Mensaje para los que entienden mi pasión, la comparten y lucen la elástica del Atlético de Madrid en la salud y en la enfermedad:

Ayer, tras volver a acariciar una nueva noche de gloria, desde la otra trinchera de la ciudad, aquellos que no tienen nada que celebrar hasta que su partido llegue, nos recordaron lo más bonito del Atlético de Madrid: sentirse orgulloso en la victoria, pero aún más en la derrota.


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Los que creen recordar aquel vídeo de Griezmann como un acto de burla, están muy equivocados. Nosotros lo vemos como parte de nuestra identidad y no necesitamos que nadie nos diga como vestir. Claro que voy a ir luciendo con orgullo las rayas rojiblancas, como hice tras ganar aquel derbi y como hice tras perder dos finales, tras Turín, Leipzig, Bayer Leverkusen, Oporto… Como hizo mi padre después de aquel penalti de Hasselbaink y como siguió haciendo durante dos años en segunda, y repito, como haremos siempre.

La victoria gusta y la derrota duele, pero a quien le enseñaron a que el fútbol es mucho más que ganar, lo ha entendido todo. Caerse, levantarse, celebrar, decepcionarse, alcanzar el llanto y no precisamente de alegría. Pero todo ello con la cabeza bien alta, para que el escudo de mi Atleti no se esconda.

Vecino que tanto presume, como supo definiros tan bien la gran Almudena Grandes:

“Bernabéu decía que ser madrileño y del Atleti es como poder ser rico y escoger ser pobre. Ni un millón de Champions serían suficientes para equilibrar la balanza de la desobediencia y la pasión, la rebeldía de quienes se enorgullecen de la dignidad de su pobreza”.  Almudena Grandes

Si tú, vecino, dile a quien hoy ha entrado a trabajar a las 9 de la mañana, después de toda una noche entre trenes y aviones, que luzca la rojiblanca entre risas, que la va a llevar con mayor orgullo, más si cabe todavía. Dile al chico que, tras caer eliminados, no toque a piano el himno más bonito del mundo a las cuatro de la mañana en un recóndito aeropuerto europeo antes de realizar escalas imposibles.

Dile a Valentina, a cientos de aficionados que no pasen la noche en estaciones, sintiéndose más orgullosos que ninguno de pertenecer a la religión, de lucir las rayas canallas y el oso y el madroño. Que sí, que ganar está muy bien, pero ser del Atlético de Madrid está por encima de todo, y de la victoria también.

No, no miento, claro que me hubiese encantado celebrar el gol de Morata, así como la de Lisboa o Milán, con una valía. Incluso me recrimino cada día no haber estado en Sevilla el día 6 de abril, pero ante la crudeza de la derrota, no abandonaré jamás a mi equipo. Si llegara la gitana loca de las cartas y me dieran todo lo que acabo de mencionar por vivir el fútbol de otra manera, perdone usted, pero quédese con los goles y los títulos. Y por supuesto, no quiero volver a saber nada más de usted.

A mí desde pequeña me han enseñado a ir al cole los lunes con la rojiblanca, muchas veces después de perder otro derbi más. Y que decir, no hay sensación más bonita que sentirse la única de la clase, hasta que, entre la marea blanca, divisar unas rayas de quién será tu hermano de por vida. Ser del Atleti, es esto.

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Aficionado del Atlético de Madrid entre la marea blanca. Foto: Cristina Tubilla Guerrero

Que me decís de la bonita sensación de ir por Europa y encontrarte a un colchonero. De seguro que los casi 4.100 que ayer invadieron Dortmund, los 3.500 de Milán, los 1.200 de Róterdam, los 1.500 de Glasgow, los 500 de Roma y los 20.000 de Lyon en el 86, que seguro siguen al pie del cañón, estaban como yo.

Tras ver errar un mano a mano a Morata, a Correa, tras volver a subir y bajar de las nubes, qué doña razón, Don Sabina. Después de ver sin alma a mi equipo en los últimos minutos, me subí al metro y me crucé con muchas pícaras sonrisas de aquellos que no lo entienden. Yo me quedo con los diez colchoneros que, con tristeza, por supuesto, lucimos y luciremos nuestra camiseta con orgullo hasta el último aliento.

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