Da igual la pelota
·20 de enero de 2025
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·20 de enero de 2025
El Chelsea vuelve a vencer en casa y se mete de nuevo en puestos «Champions»
Un choque de urgencias y ambiciones. En el último capítulo de la jornada 22 de la Premier League, Stamford Bridge se preparaba para un choque entre dos equipos con caminos opuestos pero un mismo deseo: sobrevivir y destacar en la liga más competitiva del mundo. Por un lado, el Chelsea, herido tras un empate agridulce contra el Bournemouth, buscaba reavivar su caza por los puestos de honor en la tabla. Enfrente, el Wolverhampton, liderado por un Vítor Pereira que necesita milagros tanto como puntos, llegaban con la urgencia de escapar de las sombras del descenso tras un duro 3-0 ante el Newcastle. Dos mundos que colisionan, dos equipos que luchan por su narrativa en una noche que promete emociones y giros. ¿Será la ambición local la que dicte sentencia o el hambre visitante impondrá su ley?
El rugir de Stamford Bridge no se hizo esperar. Desde el pitido inicial, el Chelsea mostró sus cartas: ataques eléctricos, liderados por un deslumbrante Cole Palmer, que convertía cada toque en un espectáculo. Los locales buscaban el gol tempranero con una intensidad que asfixiaba al Wolverhampton, un equipo bien plantado en su terreno, confiando en el veneno de su contragolpe para equilibrar la balanza. El partido arrancó con un ritmo frenético, una auténtica batalla de ida y vuelta que dejaba al público sin aliento, como un duelo de tenis a toda velocidad.
Los hombres de Enzo Maresca se adueñaron del partido desde el primer momento. Con y sin balón, el Chelsea era una máquina bien engrasada: transiciones fulminantes, combinaciones precisas por el centro y una movilidad que hacía tambalear la defensa visitante. Pero había un talón de Aquiles: la puntería. Una y otra vez, los Blues acariciaban el gol sin llegar a abrazarlo. El empate parecía resistirse… hasta que llegó el momento. Tras un rechace en un córner, Tosin Adarabioyo apareció como un gigante en el área pequeña, conectando un disparo certero que desató la euforia en las gradas. ¡El Chelsea estaba en ventaja!
Lejos de bajar los brazos, el Wolverhampton mostró signos de vida. Aunque seguían sufriendo ante un Chelsea dominante, los Wolves comenzaron a morder en la presión y a mostrar destellos de peligro en la salida. La tensión se palpaba en el aire. El duelo mantenía un ritmo vertiginoso que hacía imposible apartar la mirada, como si cada jugada pudiera cambiar el destino del partido. Sin embargo, en el añadido antes del descanso, Doherty pudo anotar el tanto del empate tras un rechace en el área después de un córner, pelando la acción como un guerrero lucha por su escudo para, finalmente, darle esperanzas a su equipo hasta el descanso.
Jugadores del Wolverhampton festejando el gol de Doherty. Fuente: Mike Hewitt/Getty Images.
Con el silbatazo inicial del segundo tiempo, ambos equipos salieron al césped con la intensidad de quien sabe que el partido aún estaba por definirse. El ritmo, si cabe, se hizo más frenético. Las entradas eran más fuertes, los duelos más intensos, y la emoción crecía en cada balón dividido. El ida y vuelta mantenía al público en vilo, aunque durante algunos minutos parecía que las áreas se habían vuelto terreno vedado.
Pero los Blues tenían un as bajo la manga. En una jugada tejida con precisión quirúrgica, un centro lateral encontró la cabeza de Dewsbury-Hall, que, con un toque sutil, dejó a Cucurella cara a cara con José Sá. El español no perdonó, definiendo con sangre fría y poniendo el 2-1 en el marcador. Stamford Bridge rugía con fuerza. Los de Enzo Maresca se movían como un reloj suizo, con combinaciones rápidas y toques inteligentes que dejaban a los Wolves persiguiendo sombras.
El golpe de gracia llegó tras un saque de esquina perfectamente ejecutado. Chalobah, imperial en el aire, peinó el balón hacia Madueke, quien, casi sobre la línea de gol, selló el 3-1 con un remate imparable. El tercer tanto fue el clavo definitivo en el ataúd del Wolverhampton, que veía cómo sus esperanzas de rescatar algo del partido se desvanecían, viendo cómo se hundían cada vez más en la tabla, empatados a puntos con el Ipswich Town y con el abismo del descenso acechando.
Cucurella celebrando el tanto del desempate. Fuente: Mike Hewitt/Getty Images.
Chelsea: Robert Sánchez; Cucurella, Chalobah, Adarabioyo, James (Disasi, 77′); Dewsbury-Hall (Malo Gusto, 77′), Caicedo, Neto (Sancho, 62′), Palmer (Félix, 84′), Madueke (Tyrique George, 84′), Jackson.
Wolverhampton: Sá; Agbadou, Bueno, Doherty; Nouri (Rodrigo Gomes, 74′), Gomes, André (Bellegarde, 74′), Semedo; Cunha, Sarabia (Guedes, 74′); Larsen.
Tarjetas: André (amarilla, 41′), Adarabioyo (amarilla, 45+7′), Caicedo (amarilla, 70′), Semedo (amarilla, 90′).
Goles: Adarabioyo (1-0, 26′), Doherty (1-1, 45+5′), Cucurella (2-1, 60′), Madueke (3-1, 65′).
Árbitro: Simon Hooper.
Estadio: Stamford Bridge, Londres, Inglaterra.
Autor: Raúl García Santana.
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