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·14 de abril de 2025

Casi llegan a las manos: bronca monumental en el vestuario blanco

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Un incidente inesperado durante una sesión dejó helados a todos en el vestuario. La tensión fue tan alta que tuvieron que intervenir sus compañeros.

El Real Madrid vivió un momento de alta tensión este fin de semana. Durante uno de los entrenamientos en Valdebebas, dos de las grandes estrellas del vestuario estuvieron a punto de llegar a las manos. La escena fue tan intensa que varios jugadores y miembros del cuerpo técnico tuvieron que intervenir para evitar una pelea mayor.


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Todo comenzó con una entrada dura. Antonio Rüdiger, fiel a su estilo intenso, fue con demasiada vehemencia a por un balón dividido. El que lo recibió no lo encajó bien. Jude Bellingham, líder del equipo en lo anímico y futbolístico, se levantó visiblemente molesto. El inglés no dudó en recriminarle la acción al central alemán, y ahí comenzó el cruce.

Las palabras subieron de tono en cuestión de segundos. Hubo empujones. El resto del grupo reaccionó al instante, separándolos antes de que la situación pasara a mayores. No llegaron a golpearse, pero el ambiente quedó muy caldeado.

No es la primera vez que Rüdiger protagoniza una escena similar. En el partido de Champions ante el Braga, ya tuvo un encontronazo con un miembro del banquillo rival. Aquella vez también tuvo que ser contenido por sus propios compañeros.

Desde el club, de momento, prefieren no hacer declaraciones. Carlo Ancelotti no ha querido entrar en detalles públicamente, aunque fuentes del vestuario aseguran que la tensión ya se ha rebajado. Ambos jugadores se entrenaron con normalidad al día siguiente.

En un momento clave de la temporada, con títulos aún en juego, el equipo no puede permitirse deslices internos. La intensidad es bienvenida, pero hasta cierto punto. Nadie en el club quiere ver cómo la presión pasa del césped al vestuario.

Habrá que ver si este episodio se queda como una simple anécdota o si deja huella. Lo cierto es que la imagen de unidad del Madrid ha quedado tocada, aunque no rota. En el fútbol de élite, la convivencia no siempre es sencilla. Y cuando sobran los líderes, a veces también sobran los egos.

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