Apuntes de Rabona
·7 de junio de 2022
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Nombrar a Marcos Evangelista de Morães es hablar de uno de los mejores defensas en la historia del balón y, posiblemente, el mejor lateral por derecha que surcó el césped. Con una interminable vocación ofensiva y una virtud defensiva incomparable, Cafú, se erigió como un jugador que reinventó una posición.
El 7 de junio de 1970, en Jardim Irene, São Paulo nació Marcos. Y sí, cumpliendo con una regla no escrita, pronto sus pies encontraron en la redonda la mejor manera de caminar y correr, sobre todo ante la violencia que día a día azotaba a ese barrio en el que creció.
Pronto Marcos se destacó de los demás defensas, no solo por su poderío físico, sino también por una técnica que fácilmente podría confundirse con la de un volante. Si bien la defensa parecía ser su hábitat natural, también se dejaba seducir por la creatividad de armar jugadas e incluso culminarlas.
Probó suerte en Corinthians, Palmeiras, Santos y Atlético Mineiro, sin embargo cada uno de estos clubes no confiaban en aquel muchacho que, hasta ese momento, jugaba como extremo por derecha. Hasta que el São Paulo apostó por él, Marcos debutó en 1988, tenía ya 18 años de edad, relativamente ya era grande en comparación con otros chicos brasileños que buscaban una vida en el futbol.
Cuando se plantó en el extremo por derecha y comenzó a correr, nadie lo detuvo. Tales fueron sus grandes exhibiciones donde demostró una técnica envidiable y pulcra, que la gente veía en él el jugo de Moacir Fernandes, un futbolista brasileño que jugó como extremo derecho en equipos como Botafogo, Fluminense y Atlético Mineiro. A Moacir lo apodaron Cafuringa, así que a Marcos comenzaron a llamarlo Cafú.
Sin embargo, una lesión de Zé Teodoro, lateral por la derecha del São Paulo, el entonces DT de los Brancos, decidió que Cafú jugara en aquella posición, al menos por tres partidos mientras Zé Teodoro se recuperaba. Ya nadie lo movió de ahí. La leyenda inició.
“Tele Santa confío en mí, aunque, eso sí, a pesar de la buena relación que tenía con el míster, no me hacía demasiada gracia ser lateral al principio. La adaptación me llevó un tiempo, pero me di cuenta que Santana tenía razón”.
Cafú pronto fue conocido en todo Brasil. Se comenzó a consagrar como el dueño de la banda derecha e, inevitablemente, no solo los títulos comenzaron a llegar, sino también las convocatorias a la Selección Brasileña. Debutó con la Verdeamarela en 1990 en un amistoso ante España, tan solo dos años después de su debut como profesional. Paulo Roberto Falcao fue el primer DT del cuadro nacional que confío en él, sin saber que aquel chico terminaría por convertirse en un símbolo.
Su nombre hizo eco en diferentes latitudes, entre ellas la del Real Madrid. El cuadro blanco entró en pláticas con el São Paulo, sin embargo, el presidente del equipo no quería dejar ir a su joya, pues quería exprimirlo hasta conseguir más títulos. Pero su incansable carrera por la banda derecha terminó por llevarlo inevitablemente hasta España, aunque en otro sitio. Encontró un nuevo destino en el Real Zaragoza durante la campaña de 1994-95. Pero Cafú se encontró con algunos obstáculos en el camino.
“Fiché seis meses por el Zaragoza con opción a dos años más, pero tuve una lesión de pubis y me hizo parar. Cuando volví, me tocó estar en el banquillo, así que cuando me ofrecieron un contrato de un equipo pequeño, el Juventude, no lo pensé y me fui. En el Zaragoza me dijeron que me quedara, pero yo sabía que no iba a poder ayudar tanto al equipo. No soportaba la idea de estar allí sin poder ayudar en el campo”.
Cafú regresó a Brasil. En aquella oportunidad vistió los colores, primero del Juventude (1995-96) y después del Palmeiras (1996-97).
“No podía ir directamente al Palmeiras por los términos del contrato entre el Sao Paulo y el Zaragoza, así que tuve que irme primero al Juventude, con el que tenía vínculos el Palmeiras. Elegí ese equipo porque necesitaba recuperarme de la lesión y allí lo podía hacer más cerca de casa. Me sentí como un rey. Luego en el Palmeiras la adaptación fue muy rápida. No me vieron como un exrival”.
¿Pero qué otro camino puede tener alguien que siempre va hacia adelante cuando el balón está a sus pies? La respuesta era clara, conquistar Europa, aunque claro, siempre y cuando pudiera bailar con el balón fuera a su propio ritmo, sin imposiciones; y el carnaval inició. La AS Roma lo recibió (1997) y el DT checo, Zdeněk Zeman, más allá de prometerle esa libertad, se la dio.
Con el cuadro de la Loba, Cafú construyó una de sus mejores versiones, sobre todo explotó sus cualidades de la mano del nuevo timonel romano, Fabio Capello. El ida y vuelta formó parte de su cotidianeidad. Aquella posición encontró en él un referente. Marcar, conseguir el balón, evitar tiros, armar paredes, asistir, centrar, correr, amagar, driblar, crear, anotar, eso y más sucedía cuando Cafú pisaba el campo.
Junto a futbolistas como. Francesco Totti; Aldaír; Gabriel Batistuta; Antônio Carlos Zago; Wálter Samuel; Vincent Candela; Émerson; Hidetoshi Nakata; Abel Balbo; Marco Delvecchio, entre otros, hicieron historia, pues consiguieron el scudetto de la temporada 2000-01, el tercer título de liga -hasta el momento-, de la Roma.
A su apodo se le sumó otro; los tifosi giallorossi comenzaron a llamarle Il Pendolino (el tren expreso). ¿Fuerza y técnica? Cafú dio el mejor ejemplo de esto en el Derby della Capitale, cuando en un cambio de juego que recibió por parte de Antônio Carlos Zago, le hizo tres sombreritos a Pavel Nedvěd, incluso, tras aquella samba, intentó enseguida un sombrerito más, pero Diego Pablo Simeone le cometió falta para terminar con aquella fiesta.
Con la Roma, Cafú dejó claro que para aquella posición no había mejor futbolista que él. Esto no pasó desapercibido para Il Diavolo, así que el brasileño llegó al AC Milan en el 2003, tras seis temporadas de ensueño con los romanos. Su arribo a la región de Lombardía fue un tanto criticada, pues a pesar de lo que ya había demostrado, contaba con 33 años de edad. Sin embargo, Il Pendolino siguió su marcha sin detenerse.
Aunque antes de vestirse de rossonero, Cafú confesó para la revista FourFourTwo:
“De hecho, tenía un precontrato con el Yokohama, que me había enviado ya una parte del dinero que me tenían que pagar, pero apareció el Milán y me dijo que me quería 15 días antes de mi presentación en Japón. No habría sido capaz de vivir bien conmigo mismo si hubiera dicho que no a un club como el Milán, por lo que llamé a Yokohama y les expliqué lo que me había pasado antes de preguntarles cómo podía devolverles el dinero. Fueron muy comprensivos e incluso me enviaron una carta para darme las gracias por el reembolso del dinero. El Milán me pagaba menos, pero la experiencia era incomparable. Esperaba jugar un par de años. Acabaron siendo cinco”.
Sus condiciones resultaron superlativas, pues a su velocidad, condición física y técnica, se le sumó la lectura de juego y claro, experiencia. A su gran recorrido por Italia le sumó el formar un equipo de ensueño en el Milan: Dida; Alessandro Costacurta; Paolo Maldini; Alessandro Nesta; Massimo Ambrosini; Gennaro Gattuso; Andrea Pirlo; Rui Costa; Clarence Seedorf; Serginho; Filippo Inzaghi; Kaká; Andry Shevchenko; Jon Dahl Tomasson, Hernán Crespo. La lista resulta interminable. Además, fue dirigido por Carlo Ancelotti. La conquista de Europa fue inevitable.
Marcos Evangelista de Morães se retiró del Milan el 18 de mayo del 2008. Aunque colgó los botines como profesional el 1 de julio del 2010, a la edad de 40 años. Cafú con su mítico dorsal #2; una interminable vocación ofensiva y una virtud defensiva incomparable, el brasileño que se erigió como un jugador que reinventó una posición.
São Paulo: Campeonato Paulista (1989, 1991, 1992); Copa Libertadores (1991-92, 1992-93); Supercopa Sudamericana (1993). Real Zaragoza: Campeón de la Recopa Europea (1994-95). Palmeiras: Campeonato Paulista (1996). AS Roma: Scudetto (2000-01); Supercopa de Italia (2001). AC Milan: Scudetto (2003-04); Supercopa de Italia (2004); UEFA Champions League (2006-07); Supercopa de Europa (2003-04, 2007-08); Mundial de Clubes de la FIFA (2007). Brasil: Copa del Mundo (1994, 2002); Copa América (1997, 1999); Copa Confederaciones (1999).
Por: Ricardo Olín García / @ricardo_olin