Caemos, pero siempre nos levantamos | OneFootball

Durante años, la vida en Segunda División ha sido una mochila cargada de piedras. Pesaba cada fin de semana, cada empate que sabía a derrota y cada gol encajado en los minutos finales. El Levante UD ha vivido una especie de purgatorio futbolístico donde el objetivo no era soñar, era resistir. Caer desde Primera no solo duele en lo deportivo, sino también en lo emocional y volver no es tan fácil como parece.

- La afición del Levante UD (@A.Benetó | LUD) -

Han sido temporadas en las que la palabra ascenso se pronunció más veces que fútbol. Temporadas con proyectos que empezaban con esperanza y acababan con decepción. Con jugadores que no pudieron soportar la presión del objetivo o simplemente no daban el nivel. Con entrenadores que no encontraban la tecla. Pero, con una afición que, aun con el corazón roto, siguió ahí, empujando como si cada jornada fuera una final.

Y ahora, por fin, se acabó. Hoy el Levante UD está de vuelta en la élite del fútbol español, en el lugar donde pertenece. No por historia ni por romanticismo, sino por esfuerzo, trabajo y una identidad que, aunque golpeada, nunca se perdió del todo. Porque este ascenso no se ha conseguido a golpe de talonario, sino con un equipo que de verdad quería jugar en Primera.

Pero esto no es solo un ascenso. Es el comienzo de algo nuevo. Es la oportunidad de volver a ilusionarse, de mirar al futuro con ganas y de recuperar el orgullo. Porque volver no basta, ahora toca quedarse, competir y soñar. Es el momento de construir un proyecto que inspiri y conecte con su gente. Ha llegado la hora de disfrutar y de creer que lo mejor está por venir.

Al final, la Primera División no es el final del camino. Es el inicio de una nueva etapa. Una en el que el levantinismo merece algo más que sobrevivir. Una en la que se mira a la cara a los rivales y se diga: "Aquí estamos y no nos vamos a ir".