
La Galerna
·20 de agosto de 2024
Cada Mallorca, un Vietnam

In partnership with
Yahoo sportsLa Galerna
·20 de agosto de 2024
Con la Guardia Civil instruyendo el peor y más grande caso de corrupción deportiva del fútbol mundial, el Fútbol Club Barcelona-Negreira, dio comienzo una temporada más de la charca tebana que lleva por nombre LaLiga EASports: buen nombre, porque cada vez más se parece un videojuego, en el caso del partido de Son Moix del domingo, a aquel mítico Street Fighter con el que de chavales nos echábamos gloriosas partidas. El Madrid de Vinícius, Bellingham y Mbappé halló en Palma de Mallorca la prueba manifiesta de lo que le espera hasta finales del próximo mes de mayo: patadas, puñetazos, penaltis no pitados, acoso atmosférico aberchale, una realización televisiva del partido flagrantemente sesgada, rivales en ebullición espasmódica con permiso para pisotear el reglamento, así como los gemelos y los tobillos de Vinícius… En general, el partido fue un aquelarre, pero nada que no esperásemos. Es lo mismo de siempre, multiplicado por siete veces siete. Con Mbappé, todo va a adquirir una dimensión desmesurada, insoportable.
La plantilla, esa es la verdad, es demasiado corta para plantar cara con dignidad a tantos partidos así. En la primera parte, el Madrid pudo golear de puro aplastamiento. Tanta era la superioridad de los cuatro de arriba, sujetos por Valverde, Tchouaméni y los centrales, que no cayeron más goles porque los delanteros se engolosinaron en un street soccer de fantasía por completo ineficiente. En la segunda parte, con la caraja, el cansancio y el navajeo local amparado por el hampa arbitral, el equipo de Ancelotti pudo hasta perder. Tal fue el disparate, que no desastre, como he leído por ahí. Porque, por supuesto, el empate final y la sensación de hastío y frustración que quedó como poso disparó las tonterías, de las que en Twitter se dijeron millones.
Pinchazo en Mallorca, tituló el lunes el AS, con la gracia prisaica de costumbre. Pinchazo el que le dio Maffeo a Vinícius con total impunidad, sin que pasara absolutamente nada. Se vio desde la primera jugada que el zascandil catalán, héroe popular por aclamación del antimadridismo, estaba sobreexcitado cual groupie de Puigdemont en su furtivo advenimiento a Barcelona el otro día. Era, qué duda cabe, su día. Su agresión a Vinícius, por detrás, con alevosía, cobarde y rastrera, fue la guinda a un partido sucio y feo en el que el Madrid, a pesar de esperarlo, no supo imponerse y debió hacerlo. Al fin y al cabo, esto es lo que se va a encontrar en cada salida a domicilio.
La agresión de Maffeo a Vinícius, por detrás, con alevosía, cobarde y rastrera, fue la guinda a un partido sucio y feo en el que el Madrid, a pesar de esperarlo, no supo imponerse y debió hacerlo. Al fin y al cabo, esto es lo que se va a encontrar en cada salida a domicilio
La plantilla es cortísima. Faltan un central y un mediocentro de repuesto, qué menos que uno de los dos. Hay Liga, Copa, Supercopa feminista en Arabia, Intercontinental antes de Navidad y Supermundialito fifo después de Reyes, por no mentar la Copa de Europa, que si no se llega a semifinales, como poco, arderá naturalmente Troya. ¿Qué cuerpo aguanta todo esto? Irán entrando, por pura necesidad, Vallejo, Fran García, Ceballos, Güler y Brahim, pero otra cosa es que sean suficiente en las noches con ene mayúscula, en los meses de enero y febrero, cuando la ascensión al Tourmalet es una rampa diabólica, y en los tres o cuatro momentos trascendentales de cada temporada en los que las lesiones, sanciones y picos de rendimiento determinen el resultado de toda la campaña.
Bien es verdad que, ¿a quién fichar? No es que haya en el mercado algo parecido a un Kroos, es que no hay nada que mejore lo que ya se tiene. Si acaso, la cosa estaría en encontrar reemplazos de garantías, a ser posibles buenos, bonitos y baratos, dada la política florentinista con respecto a la famosa, antaño, “clase media”. También convendría hablar de un jugador como Tchouaméni, al que se trajo poniendo ochenta millones encima de la mesa, como si no costaran, bajo el cartel pomposo de “talento generacional”. Cada partido que pasa Tchouaméni se hace más invisible. Si de central dio una versión razonable, en el centro del campo es más poroso que el sistema FRONTEX. Ni compacta la “transición defensiva” del equipo, ni influye para que la zona de máquinas gobierne sin fisuras el tempo de los encuentros, ni su presencia es incontestable como era la de Casemiro.
Tchouaméni es un magnífico frontón ideal para el juego en horizontal, aunque a veces, es verdad, se despliega en el pase en largo con magníficos envíos de treinta o cuarenta metros. Pero se despliega demasiado poco y, pese a su envergadura, tampoco domina el espacio aéreo en ataque o en defensa. Las coberturas laterales también dejan que desear, aunque eso es un mal endémico en el Madrid desde que yo lo conozco, o sea, los tiempos de Roberto Carlos y Salgado. Como el jugar con dos pretorianos que abarcan hectáreas desde su posición es una tradición ya en el Madrid, la de los centrales omnímodos, es inevitable que a sus espaldas, a poco que desafinen, surjan grandes llanuras. Tchouaméni es un futbolista ecosostenible ideal para estos tiempos de suma igualdad física y técnica entre todos los grandes equipos, pero en él hay poco de diferencial, al menos en lo que hemos visto hasta ahora.
Todo en la liga española está concebido para penalizar al máximo cada error propio del Madrid, sin contar con el fraude sistémico, que va desde la permisividad arbitral y la trampa del videoarbitraje hasta las decisiones sobre el calendario o la propaganda servil y enconada de la prensa
Huelga decir que este nuevo Madrid de Ancelotti está en proceso de reajuste. Debe aprender a jugar de otra manera y acabará haciéndolo, bien con una versión actualizada del Di María interior de 2014 en la figura de Arda o bien de cualquier otra manera. Entre medias, hay que ganar los partidos. Todo en la liga española contemporánea está concebido para penalizar al máximo cada error propio del Madrid, sin contar con el fraude sistémico, que va desde la permisividad arbitral y la trampa del videoarbitraje hasta las decisiones sobre el calendario o la propaganda servil y enconada de la prensa de provincias. Más que dura, la temporada será un coñazo. Las defensas cerradas serán lo de menos. Habrá que tener paciencia, pues al fin y al cabo ya estamos en el momento histórico del postfútbol, y todo lo que pudo ser hecho fue hecho. Por el Madrid. En esta nueva fase nos adentramos en lo desconocido, que es la lucha contra uno mismo. Y contra el aburrimiento.
Getty Images.
En vivo