Bendición: ¡uno a cero! | OneFootball

No habían transcurrido cinco minutos de partido cuando Riquelme agarró una pelota en la frontal y en un prodigio técnico hizo un control regate y disparó cruzado batiendo a Rajkovic y haciendo el cero a uno con un golazo excelso. El partido estaba todavía por definir, no sabíamos qué Atleti íbamos a encontrar, con alguna variante técnica, la principal la de situar a Rorro más arriba, el Mallorca, fuerte en su casa, trataba de ver si iba o esperaba cuando se encontró el gol y algo que tal vez no esperaban, el Atleti aquel al que una situación como ésta lo hacía inexpugnable. Para ser justos, no exactamente aquel Atleti pero sí una parte importante de él, que no es poco, para lo que se venía viendo.

MALLORCA, SPAIN – MAY 04: Rodrigo Riquelme of Atletico Madrid celebrates scoring his team´s first goal during the LaLiga EA Sports match between RCD Mallorca and Atletico Madrid at Estadi de Son Moix on May 04, 2024 in Mallorca, Spain. (Photo by Rafa Babot/Getty Images)

Uno a cero y partido acabado, así era antes y siempre, y ahora ya el gol no despertaba esa euforia porque todos saben que el Atleti actual tiende a desperdiciar esas ventajas, a perderse en guerras inútiles, a irse del partido en los momentos en los que se define el resultado, pero no fue así ayer, el Atleti, que formó con Azpilicuenta en la derecha en detrimento de Nahuel y con Barrios en el lugar de Rodrigo de Paul, con Riquelme arriba acompañando a Correa para cubrir la ausencia de Griezmann, fue un equipo férreo, consistente, que controló el partido de principio a fin, que no abrió esos boquetes en los que se instalan cómodamente los rivales, y dejó pasar el tiempo, trayendo de nuevo la ilusión de aquel Atleti del unocerismo militante. Y así pasó todo el partido, aburridísimo para el gran público, divertido para los nostálgicos que pudieron ver ayer un comienzo. El Atleti defendió en bloque bajo pero lo hizo de verdad, no solamente acumulando hombres de manera inane, controló la pelota a través de combinaciones precisas durante largos períodos, desgastando al Mallorca, que corría y corría, pero no encontraba la manera de hacer nada cuando tenían. El Atleti no iba a recuperar a campo contrario, esperaba, y le era más rentable. Le faltó poder aprovechar la velocidad de sus hombres para poner distancia en el marcador, para fulminar el partido, pero no dio opción a los insulares. Se sucedieron los cambios y sería difícil consignarlos de memoria porque el equipo fue aquel que no distinguía de hombres, salían unos y entraban otros y nada cambiaba, el mismo partido serio, desesperante para el rival, aburrido para el espectador, bálsamo para la nostalgia. No fue exactamente el Atleti aquel, pero sí en parte, y algo es mejor que nada.