Diario UF
·26 de octubre de 2024
In partnership with
Yahoo sportsDiario UF
·26 de octubre de 2024
El Estadio Lluís Companys se vistió de gala para acoger el duelo de la Liga de Campeones entre el Fútbol Club Barcelona y el Bayern de Múnich. Un total de 50.312 aficionados asistieron al Estadio Olímpico para presenciar el encuentro y rompieron el récord de asistencia desde que el cuadro catalán abandonó el Camp Nou.
El combinado azulgrana no vencía a la escuadra bávara desde el año 2015 y, por el camino, ambos clubes disputaron diversos encuentros en los que el equipo de la ciudad condal salió malparado. Los Barça-Bayern son siempre especiales, y este todavía más si tenemos en cuenta el aliciente de que Hansi Flick, el técnico bávaro en el famoso 8-2, esta vez estaría sentado en el banquillo culé.
Apenas dio tiempo a que se acabasen los cosquilleos que produce escuchar en directo el maravilloso himno de la Liga de Campeones, alguna gente todavía no se había sentado en su asiento o incluso había quien acababa de acceder al estadio cuándo Montjuic rugió por primera vez durante el encuentro.
Era el primer minuto de partido cuando Fermín, la principal sorpresa en el once inicial, envió un balón al espacio para que Raphinha batiese a Neuer y pusiese el 1-0 en el marcador. Pocos comienzos mejores se pueden imaginar para un partido de este calibre. Sin embargo, el gol no le vino bien al conjunto catalán. Tras el saque del centro posterior, el Bayern se fue haciendo con el juego, impuso su dominio y llegó con facilidad al área rival.
En el minuto 18, Harry Kane remató a la perfección un centro de Serge Gnabry y puso el empate en el marcador. Previamente, el punta inglés había cabeceado otro balón a la red, pero en posición antirreglamentaria. A diferencia de lo que le podría haber pasado al Barça hace unos años, el conjunto catalán no se vino abajo tras encajar el empate, sino que siguió siendo valiente, tirado arriba la línea defensiva y transitando a las mil maravillas.
Hansi Flick ha conseguido que su mensaje cale en el vestuario a una velocidad pasmosa. Los jugadores plasman a la perfección la idea de juego del técnico, y lo hacen sin importar quien es el rival que está enfrente. La elevada línea defensiva fue un riesgo contra el Bayern, ya que tiene jugadores que explotan muy bien los balones al espacio. Precisamente, el 1-1 llegó con un balón a la espalda de la zaga culé. Sin embargo, el conjunto catalán está dispuesto a tomar ese riesgo, que entre otras cosas les permite presionar al rival desde que tiene el esférico su portero.
El Barça supo reponerse al gol en contra y, en tan solo 20 minutos, Lewandowski cumplió con la ley del ex y volvió a adelantar a su equipo. También antes del descanso Raphinha anotó el 3-1, que permitió al equipo irse con suficiente ventaja a la segunda parte y otorgó un poco más de tranquilidad al equipo.
Tras el descanso, la sensación era que todavía podía pasar cualquier cosa. Sin embargo, al conjunto bávaro le costó generar ocasiones que pusieran en peligro la portería defendida por Iñaki Peña. El combinado azulgrana, por su parte, siguió haciendo lo que hizo durante todo el partido. Presionar y ser muy vertical. De esta manera llegó el 4-1, con una recuperación de balón de Pedri, que conectó con Lamine Yamal y este envío un balón largo para que Raphinha firmase con un disparo desde fuera del área su hat-trick.
A falta de media hora y con un resultado tan favorable, los fans culés pudieron estar más tranquilos. Lo cierto es que los jugadores estaban disfrutando sobre el verde como si estuviesen bailando al ritmo del mítico Viva la Vida de Coldplay. Y cuando eso los jugadores disfrutan, la afición también lo hace. Varias fueron las ocasiones en las que se escucharon “oes” en la grada, como también varias posesiones recordaron al Barça de los viejos tiempos, al tikitaka.
Tras el pitido final, los aficionados culés pudieron celebrar un noche mágica en Europa muchos años después. Todavía es el tercer encuentro de la fase de grupos, pero el valor simbólico de cómo y a quién venció el Barcelona hace que los hinchas estén más ilusionados que nunca con un proyecto que ha empezado de la mejor manera posible.
Flick alineó de inicio a seis canteranos que tienen 21 años o menos. De hecho, la edad media del once titular era de 24 años. Pero poco pareció importarles a los jóvenes criados en la casa estar jugando un partido de Champions contra todo un Bayern de Múnich. Iñaki Peña encajó un gol en el que poco pudo hacer y no tuvo mucho más trabajo, Cubarsí y Balde defendieron a la perfección y dieron salida al equipo desde atrás, Casadó se mostró ante Europa como un mediocentro descomunal, dando además una asistencia. Fermín también regaló dos tantos, y Lamine siguió siendo Lamine.
La próxima prueba para este equipo plagado de jóvenes que parecen veteranos está a la vuelta de la esquina, y es nada más y nada menos que el clásico. El primer partido de la semana fue sobresaliente, y una victoria contra el Madrid redondea