
La Galerna
·7 de diciembre de 2021
Aúpa Atleti y visca el Barça

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·7 de diciembre de 2021
Sé dónde estoy, y no arriesgaría mi integridad física —o la anímica vía comentarios de los lectores— titulando este texto con algo de lo que no estuviera completamente seguro.
Hoy y mañana el madridista debe enterrar sus atavismos y aceptar una realidad incómoda que le obliga a desear que tanto Atleti como FC Barcelona, por diferentes motivos, estén en Octavos de Final de la Champions.
La razón es sencilla: siendo racionales, poniendo a un lado fobias primigenias (si ello fuera posible), las razones por las cuales al Madrid le interesa que tanto el cholismo como el xavismo superen la fase de grupos pesan más que las razones en contra. Alguien argüirá que no nos metemos en el fútbol precisamente para obviar atavismos ni fobias, sino para sumergirnos en ellas. Sería otro debate. El propósito de este escrito es plasmar debidamente hasta qué punto habría que someter el sentimiento a la razón y desear que la siguiente ronda se tiñera de rojiblanco y azulgrana.
Sabemos que, a punta de odiarnos desaforadamente, han conseguido despertar en nosotros algo más que indiferencia. No ignoramos que así, en líneas generales, no nos caen bien. Somos conscientes de que nos espera una mayor tajada de ingresos UEFA si el Madrid resulta ser el único equipo español que se planta en la ronda de eliminatorias. Con todo y con eso seguimos en lo dicho en el título, manifiestamente provocador: aúpa Atleti y visca el Barça.
Las razones por las cuales al Madrid le interesa que tanto el cholismo como el xavismo superen la fase de grupos pesan más que las razones en contra
Los motivos por los que un madridista reflexivo debe aspirar a ver al Atleti en Octavos son de corte deportivo. Si el Atleti no sigue en la máxima competición continental, podrá concentrarse en la Liga, que (no nos engañemos) es el más alcanzable y más realista objetivo para los de Ancelotti. No interesa a los blancos un Atleti desprovisto de otros desgastes físicos y psicológicos. Tenemos la Liga muy encarrilada en este momento, y no nos conviene que los colchoneros —fuera del esfuerzo “corto” de la Copa del Rey— no tengan distracciones para centrarse en ella y, potencialmente, disputárnosla. Por mucho que, según apuntó un notable periodista atlético recientemente, Simone fiche grandes jugadores con los que luego no sabe qué hacer, lo cierto es que esos grandes jugadores están ahí, y no los queremos con nuestro objetivo principal como casi único objetivo.
Alguien planteará que nos contentemos con verlos clasificados para la Europa League. Nos llevamos el alegrón de verlos renunciar a la Champions en diciembre, pero siguen teniendo el desgaste de otra competición entre semana. Cierto, pero no es ni de lejos el mismo desgaste físico ni, sobre todo psicológico. Además, es muy de ellos el acabar ganándola, llenar de gente y consignas antimadridistas Neptuno y de sofismas de falsa gloria las redes sociales. No. Que sigan en Champions, que se afanen en su vana ilusión, que pierdan energía en el baldío intento de superar (digamos) las semifinales y que dejen el camino libre y expedito para una Liga blanca.
Las razones por las cuales lo racional es desear que el Barça se clasifique son en cambio de orden institucional, y a nadie se le escaparán. Por más que esto suponga desafiar la lógica (¿?) del hincha, el FC Barcelona es ahora mismo aliado natural del Real Madrid en guerras locales y europeas contra, respectivamente, LFP y UEFA, o contra Tebas y Ceferin. En el plano internacional, pocas cosas dañarían más la fuerza de los firmantes de la Superliga que siguen al pie del cañón (Real, Juve y el propio Barça) que la caída de este último en la más absoluta irrelevancia deportiva en el Viejo Continente.
El FC Barcelona es ahora mismo aliado natural del Real Madrid en guerras locales y europeas contra, respectivamente, LFP y UEFA, o contra Tebas y Ceferin
Volvemos a lo mismo: no es gente por la que sintamos devoción, no. No suspiramos de amor cuando escuchamos hablar de valors, tiquitaca, Alves, Busquets, Piqués y penalbas, no. Sin embargo, una mirada no ya a largo, sino a medio plazo, solo puede conducirnos a abrazar sin remilgos el deseo de que nuestro socio en materias que tienen que ver con las posibilidades de supremacía de los grandes de siempre (es decir, sobre todo de NUESTRO grande) sobreviva en la élite europea, aunque sea a duras penas y para caer también en semifinales, despejando la incógnita incómoda de una Final contra ellos.
Fotografías Imago.