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La Galerna

·3 de mayo de 2024

Anatomía de un negreirato: Capítulo 9- Árbitros en activo (I)

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Cuando el ordenanza “Bull” pronunció el ya conocido “en pie, preside la sesión el honorable juez Aguilar”, algunos de los intervinientes no se habían situado aún en su sitio. No solo Enríquez Negreira estaba ausente, as usual, sino que Joan Laporta estaba departiendo amigablemente con algunos de los miembros del jurado popular. Al abrirse las puertas de la sala, Laporta trató de volver con celeridad a su asiento, pero estuvo a punto de chocar con el juez y uno de sus asistentes, que recorrían un camino similar al suyo. “Disculpe”, murmuró entre el jadeo que el maratón de ocho metros le provocaba. El juez Aguilar frunció el ceño antes de tomar asiento y se quedó mirando al presidente del Barcelona mientras ocupaba su lugar en el banquillo de los acusados. Dejó la libreta, un par de carpetas y los rotuladores sobre la mesa, acercó el micrófono a la boca y con una voz tenue indicó:

- ¿Pueden los letrados acercarse un momento?


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Scotto por la defensa, Estuardo por la fiscalía y Luisa Ramírez por la acusación particular se acercaron al estrado del juez.

- Le ruego, señor Scotto, que indique a los acusados que deben abstenerse de entrar en contacto con el jurado -Scotto torció levemente el gesto-. Entiéndalo, no es admisible, ni ético, y no resulta en absoluto recomendable. Por no decir que me parece un comportamiento altamente reprobable.

- De acuerdo, señoría, se lo haré saber. Solo quería hacerle notar que no han sido más que unas fotos que algún miembro del jurado…

- ¿Algún o “algunos”? -puntualizó la abogada.

- Un par… -respondió Scotto-, tres, como mucho, nada más. Algún miembro del jurado ha pedido hacerse una foto con el presidente de una entidad histórica aquí en Barcelona, como el club de fútbol, posibles simpatizantes, nada más, y este les ha regalado unos pines y un par de fotos firmadas, nada más.

El juez Aguilar se quedó perplejo. Miraba fijamente al abogado defensor.

- Para garantizar la neutralidad del jurado, supongo -pronunció con sorna.

- Nada más que unos pines, señoría -añadió Scotto.

El juez Aguilar seguía sin cambiar de gesto, hasta que finalmente se pronunció:

- Letrado, “nada más” le voy a decir una cosa: si no es capaz de comprender la importancia que puede tener el hecho de que un acusado haga regalos al jurado, sean del tipo que sean, me parece que va a tener muy difícil defender a sus representados. Diga a su cliente, e insístale varias veces, porque ya nos vamos conociendo en esta sala, que no se acerque al jurado, que no tiene ni que dirigirles la palabra. Nada más. ¿Le queda claro?

- Sí, señoría -asintió Scotto-. Puedo no compartir su preocupación, pero entiendo que es lo más recomendable por estética.

- Igual que pagar al jefe de los árbitros -puntualizó Luisa Ramírez de manera quisquillosa-. Una mera cuestión estética, sin duda.

Los abogados volvieron a sus lugares, excepto Scotto, que se acercó a Laporta para decirle unas palabras al oído. El presidente del Fútbol Club Barcelona negaba con la cabeza, hinchó la papada y cerró los ojos con una mezcla de indignación e incredulidad mientras soltaba un “brrrl, el madridismo sociológico lo invade todo”. Scotto quiso salir del paso cuanto antes, así que se dirigió a los asistentes y dijo en voz alta y clara:

- ¡La defensa llama a declarar a Don Alejandro Hernández Hernández!

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Se abrieron las puertas y apareció un cuarentón con aspecto saludable, más pelirrojo que rubio, bien vestido, quizás hasta coqueto… un rostro muy conocido para cualquiera que siguiera la liga española de fútbol. Tomó asiento y Scotto, antes de comenzar el interrogatorio, se dirigió hacia el jurado:

- Señores y señoras, miembros del jurado: hasta ahora han desfilado por este juzgado numerosas personalidades del ámbito directivo del fútbol, expertos en su área que han acreditado la profesionalidad con la que se trabaja en el deporte español, tanto en sus órganos federativos como en el arbitraje (Cerca de la ventana pasó una bandada de gaviotas cuyo graznido sonaba como una estruendosa carcajada). En estas próximas sesiones hablaremos con algunos de los mayores representantes del arbitraje, árbitros en activo que han recibido numerosas críticas por parte del madridismo y de la prensa madridista. Varios de ellos son veteranos que han sufrido en sus carnes que se dudara de su profesionalidad.

Se acercó al testigo:

- Don Alejandro Hernández Hernández, usted ha sido uno de los árbitros más criticados por ciertos sectores del madridismo, pero lo cierto es que, si uno revisa sus estadísticas con el Fútbol Club Barcelona en Liga, no son nada “favorables”, por utilizar el argot que se ha empleado en anteriores sesiones en esta sala, ¿a qué cree que se debe?

“Madridismo sociológico de manual”, se escuchó decir a Laporta hacia su derecha.

- No lo sé, señor, a mí me han acusado de muchas cosas desde que soy árbitro de Primera División, hasta de hacer perder una Liga al Barcelona.

- Precisamente quería hablarle de un error muy sonado que perjudicó al Fútbol Club Barcelona, aquel gol no concedido al equipo catalán, que le habría supuesto un triunfo en el Villamarín y los tres puntos.

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Cada vez que Laporta hablaba hacia Bartomeu en lo que él creía que era voz baja, se escuchaba algo parecido al jadeo de un búfalo y se le entendían perfectamente sus palabras: “vaya robo, nos tangaron una liga”.

- Entonces, por seguir con la teoría que se ha defendido en esta sala sobre los pagos del Fútbol Club Barcelona a Negreira y su influencia en los partidos, ¿cómo encaja con este tipo de errores? -preguntó Scotto.

- Eso mismo se pregunta cualquiera que sepa un poco de fútbol -afirmó Scotto con aires sentenciosos-. Y ya puestos, ¿qué pensó cuando saltó el caso Negreira?

"la defensa insiste en la teoría de la compra de árbitros, una teoría que no ha sido mantenida prácticamente por nadie en esta sala. En este juicio no hablamos de eso, sino de la compra del sistema entero, del poder arbitral, a través de la persona que, como ha quedado acreditado, podía decidir sobre el presente y el futuro de los colegiados, o sobre las designaciones para los partidos"

- ¿Negreira tenía algún tipo de relación, de ascendente, de autoridad, sobre ustedes?

En todas las vistas previas, Enríquez Negreira había mantenido dos actitudes bien distintas. Unos días tenía la vista perdida y apenas mantenía contacto visual con los comparecientes. Pero en otras ocasiones, como en la presente, se le veía muy atento, con la vista fija en las palabras del testigo, en especial, cada vez que se mencionaba su nombre.

- La Guardia Civil ha investigado a varios de ustedes por un incremento en su patrimonio, hay un informe que habla de un incremento exponencial, quién sabe si buscando que a ustedes les hubiera llegado un dinero extra, ¿qué tiene que decir a esto?

- Así lo cree la defensa, señor Hernández Hernández, solo quería darle la oportunidad de manifestarlo en público. Muchas gracias por su testimonio, no haré más preguntas.

Scotto se volvió satisfecho hacia su asiento y en su camino se cruzó con el fiscal, Jaime Estuardo, quien mostraba un rictus de cierta indiferencia.

- Con la venia, señoría -comenzó-, la defensa insiste en la teoría de la compra de árbitros, una teoría que no ha sido mantenida prácticamente por nadie en esta sala. En este juicio no hablamos de eso, sino de la compra del sistema entero, del poder arbitral, a través de la persona que, como ha quedado acreditado, podía decidir sobre el presente y el futuro de los colegiados, o sobre las designaciones para los partidos. Señor Hernández Hernández, ¿podría indicarnos quién le comunicó su ascenso a Primera División?

- Pero ha dicho que apenas tenía relación con ustedes, ¿por qué se quedó temblando, tanto “terror” les inspiraba?

- Sí, así es -contestó el canario-. Le conocíamos por haber trabajado con la Federación y el CTA en el pasado.

- Y a los dos años de llegar a Primera División, usted es ascendido a internacional. ¡Solo dos años! Es una carrera sorprendentemente meteórica. Bien es cierto que no podremos demostrar que los árbitros que se reunían con el hijo de Enríquez Negreira ascendían rápidamente a Primera y luego a internacionales, pero parece haber una cierta causalidad.

- Sí, usted asciende muy rápidamente tras una serie de errores, pero curiosamente la UEFA no le da partidos de Champions porque no lo considera suficientemente capacitado para ello. Le asignan apenas dos partidos en ocho años y, sin embargo, aquí lo designan con pasmosa facilidad para pitar los partidos más importantes del Madrid o del Barça.

- Todos ustedes tienen una cierta afición por poner la mano en el fuego. O perdone, para ser más exactos, por decir que pondrían la mano en el fuego.

- Ya hemos comentado mis estadísticas con el Fútbol Club Barcelona, si quiere ir por ahí, verá que no son especialmente favorables, apenas gana el cincuenta por ciento de los partidos conmigo.

- Las estadísticas no lo cuentan todo, permítame que se lo indique. En Italia, por ejemplo, el Moggigate no era un caso solo de influencia en los arbitrajes, era también de selección de árbitros afines, de manipulación de las designaciones.

El fiscal se acercó a su mesa, cogió una carpeta de color azul marino y se acercó hacia el testigo y la mesa del juez.

- El Madrid gana con diez en el Camp Nou: usted anula un gol a Bale y expulsa a Sergio Ramos. En su interpretación de las estadísticas, aparecerá como “desfavorable” para el Barcelona porque perdió, pero su actuación estuvo plagada de errores que perjudicaron al rival. Otra, el Madrid empata en el Camp Nou y usted se traga dos penaltis sobre Varane -según ponía ejemplos, el fiscal dejaba fotos en la mesa del juez, a la par que repartía otras entre el testigo y el jurado-. Otra más, vaya, qué mala suerte tenía usted con el francés: el cuarto árbitro le indica que ”es falta de Suárez” a Varane y usted deja seguir la jugada, que acaba en gol de Messi. Ese partido acabó en empate y también suma a favor de sus estadísticas supuestamente desfavorables, ¿quiere que sigamos?

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El colegiado, o “culegiado”, como había escrito uno de los periodistas esa misma mañana en su medio, permanecía callado. Finalmente se defendió diciendo:

- Ya, lo entendemos, muy injusto. Los errores se reparten, a veces se favorece a unos, normalmente de azulgrana, y en ocasiones se perjudica a otros que habitualmente visten de blanco. ¡Tengo más! Mire, en ese mismo partido se come este penalti de Jordi Alba a Marcelo, pese a que estaba bien situado, como puede verse en la foto. Usted seguía sin pitar en Champions, ¡pero se le caían los Madrid-Barça de las manos! ¿No le llamaba la atención? Aquí vuelve a errar al no señalar un penalti de Umtiti a Cristiano, pero no se preocupe, que en sus estadísticas, el Barça ganó. Ah, también expulsó a Sergio Ramos en ese partido. ¿Cree que era por eso por lo que se le designaba para los partidos más importantes de cada temporada? En lugar de a los árbitros élite UEFA, como sus compañeros Mateu o Gil Manzano.

El colegiado canario permanecía callado, pero el fiscal seguía mostrando fotos:

- Aquí el Madrid perdió con un gol en claro fuera de juego, y aquí… mi favorito de todos ellos: el Penalba.

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Se giró hacia el juez, puso una foto en su mesa y le preguntó:

- Señor juez, perdone que me salta el procedimiento, pero usted, que no es aficionado al fútbol, ¿podría decirnos qué ve en estas imágenes?

El juez se puso las gafas, analizó la imagen, y balbuceó sin mucha seguridad:

- Pues… no me haga mucho caso, porque yo de esto no entiendo, pero… veo a un jugador dando una patada al suelo.

- ¡Exactamente! Patada al suelo que fue convertida en penalti. Y como se falló, unos minutos después, el combo de penalti y expulsión. Última jornada de Liga, por cierto. Quería llamar la atención del testigo sobre las fechas. Usted acaba de contarnos que acudió al plató de Movistar para lamentarse de un error que perjudicó al Fútbol Club Barcelona.

- Así es, fue al acabar la temporada, creo que la 2016-17 -respondió Hernández Hernández.

- Exacto. Acudió al estudio de Movistar en junio de 2017 y aquel error contra el Barça en el Villamarín sucedió en enero de 2017. Cinco meses antes.

- Puede ser, no recuerdo las fechas con exactitud.

- Lo son. Lo sorprendente es que el “Penalba” y su calamitosa actuación en la última jornada de Liga sucedió una semana antes de que fuera al programa, ¿y no se le ocurrió disculparse en términos parecidos? “Me quedé tocadísimo”, “cómo pude fallar en un error tan groseramente claro”, no sé, algo así.

- El error contra el Fútbol Club Barcelona pudo costar una Liga, no sé, quizás por eso -se disculpó el canario.

- No, hombre, no. ¿Sabe usted sumar? El Barcelona acabó esa Liga a tres puntos del Madrid. De no haber mediado su error, la diferencia habría sido de solo uno, pero no habría cambiado el campeón del torneo. Yo creo que usted estaba mandando un mensaje al sistema: pedía perdón por su error contra los que lo controlan. Que no volvería a ocurrir, que estaba “tocadísimo” por su cagada.

- Señor fiscal, le llamo la atención por el lenguaje -le recriminó el juez.

- Me disculpo, lo retiro. Solicito que en la transcripción figure la palabra “error” en lugar de “descomunal cagada” (se volvió de nuevo hacia el testigo). Llama la atención que nunca le hayamos visto disculparse por ninguno de los errores comentados, que no son pocos. Y algunos no son errores, como cuando recibió el aviso de su asistente sobre la falta de Suárez y dejó seguir el juego. Si hasta se le ve hacer el gesto de pitar y frenar el ataque culé.

Hernández Hernández seguía en silencio.

- ¿Sabe usted lo que le ocurrió a aquel árbitro asistente que le avisó de la descomunal cag… del error de dejar seguir el juego? Fue descendido a Tercera. Ricardo Escudero Marín. De asistente en un Clásico a Tercera. Se retiró del arbitraje con 34 años. En cambio, el asistente que justificó a Zidane su decisión se mantuvo en la categoría. Y usted, como todos sus compañeros del CTA, saben todo esto. Con sus palabras en televisión, usted estaba comunicando al “Sistema Negreiro”, a ese sistema que premia y castiga de tal modo, que se encontraba muy tocado por su error, que no volvería a fallar en esa dirección.

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- ¡Protesto! -exclamó Scotto-. Está afirmando que el testigo actúa de manera premeditada, le está acusando de prevaricar.

- Se admite -dijo el juez.

- De acuerdo, retiro la última parte de mi argumentario -prosiguió el fiscal-. Su colega de profesión, Xavier Estrada Fernández, publicó en su libro La verdad sobre el caso Negreira detalles muy jugosos del comportamiento de Enríquez Negreira y su control sobre el arbitraje. “La familia” (puso una voz afónica mientras pronunciaba esas palabras). En ese libro aparece usted como uno de los más “oficialistas” del presidente en el momento en que estalla el caso, Medina Cantalejo.

- Me limité a intentar coordinar nuestras acciones como árbitros, firmar un comunicado común, recabar apoyos…

- Ya, al presidente que intentó tapar el escándalo. Por desgracia para la fiscalía, no va a haber un solo árbitro de Primera que reconozca que actuaba influido por este sistema de Negreira y Sánchez Arminio, pero todos ustedes saben desde hace décadas cómo deben comportarse para prosperar en el arbitraje. No haré más preguntas, señoría.

Volvió hacia su asiento y lanzó una mirada al banquillo de los acusados, en el que se encontraba Laporta negando con la cabeza y hablando hacia su compañero de bancada a la izquierda. Aunque se tapaba la boca con la mano, se le escuchó decir perfectamente: “¡era penalti claro!”. La abogada del Real Madrid, Luisa Ramírez, se levantó a continuación y se acercó al banco del testigo.

- Con la venia, señoría. Me gustaría recordar las palabras de un sabio del fútbol cuyas iniciales eran, curiosamente, como las de nuestro invitado: Helenio Herrera. Helenio Herrera, HH, decía que al fútbol se juega mejor con diez que con once. Díganos, ¿es por eso que usted considera que no perjudicaba al Real Madrid en todos esos partidos en que dejaba a mi representado con diez?

- Bueno, seguramente podría defender cada una de esas expulsiones -respondió el “otro” HH-, ahora mismo no lo recuerdo, pero mis motivos tendría.

- El caso es que llama la atención lo fácil que le resulta expulsar a jugadores del Real Madrid y lo difícil que le resulta aplicar el mismo criterio con el Barcelona. En especial, con su máxima estrella durante años, Leo Messi.

El colegiado permanecía en silencio. Su única respuesta consistió en encogerse de hombros y hacer un mohín de indiferencia con la boca.

- Hay numerosas agresiones delante de usted, otras segundas amarillas perdonadas por no dejar sacar faltas, pero quiero destacar una especialmente llamativa, que es aquella en la que Messi le intenta dar un balonazo a usted. ¡Vamos, que ni por esas lo expulsó! ¿Acaso temía los informes “arbitrales” de la familia Negreira? ¿El índice corrector o corruptor? ¿El impacto que podría tener esa tarjeta roja en su carrera?

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La abogada empleó una táctica similar a la de su colega Estuardo y acompañó sus frases con una serie de imágenes que se dedicó a repartir por la sala.

- Nadie se atrevía a expulsar a Messi en España, pero es que tampoco se atrevían a hacerlo con Luis Suárez. El “saldo arbitral” que demostraron los informes periciales es muy claro. ¿No se atrevían, tenían instrucciones, o eran conscientes de lo que una expulsión a estos jugadores iba a suponer para el “dedo índice corrector”?

El colegiado canario mantenía silencio, como seguramente le había aconsejado su asesor legal.

- Usted tuvo varias oportunidades para expulsarlo, desde el terreno de juego o desde el VAR. Pero aquí no le estamos juzgando a usted, estamos juzgando a esos señores de allí (señaló hacia el banquillo de los acusados), estamos tratando de saber la influencia de los pagos de los distintos presidentes del Fútbol Club Barcelona (fue señalándolos uno a uno) al vicepresidente de los árbitros (mantuvo el brazo extendido hacia el acusado que daba nombre a la trama) para que se designara a colegiados afines como usted para los partidos relevantes.

- Lo de afín es una opinión suya. Mire, ya que menciona el VAR, no olvide mencionar que la temporada pasada, el Real Madrid derrotó al Almería con tres correcciones que hice yo desde el VAR –se defendió el testigo.

- Claro -confirmó la abogada-, porque el árbitro de campo se había equivocado y usted hizo bien sus deberes al hacérselo saber, para eso está el VAR, ¿no?

- Ciertamente, para eso está. Lo llamativo es que esas correcciones desde el VAR se produjeran dos meses después de declarar ante la Guardia Civil, me resulta curioso. Durante los doce años anteriores, como hemos podido ver por los numerosos ejemplos mostrados, nunca se comportó de esa manera, su tendencia arbitral era otra.

- Siempre fui muy respetuoso con mis compañeros de la sala del VAR -contestó un cariacontecido HH.

- Excepto una vez. Decisiva. Y en aquella ocasión no acudió a ningún plató a pedir perdón, o a decir que estaba tocadísimo. 7 de marzo de 2021.

La abogada sacó tres copias de una foto de gran formato de su carpeta y las depositó con parsimonia y en este orden en la mesa del juez, junto al micro del testigo y en la barrera de separación del jurado.

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- Diecisiete veces había acudido usted al monitor de VAR avisado por sus compañeros y en las dieciséis primeras cambió su criterio. ¡Diecisiete! Dieciséis veces cambió su criterio inicial, pero en esta ocasión, en un partido entre los dos primeros clasificados del campeonato, ¡en el partido decisivo de LaLiga!, usted decidió no hacer caso del error claro y manifiesto que le estaban corrigiendo desde la sala VOR.

"aquí no se les juzga a ustedes, sino a estos señores, a los que mantenían este sistema"

- Yo no tengo claro que fuera un error por mi parte. Expertos arbitrales como Iturralde González me dieron la razón -se defendió el colegiado.

- ¡Iturralde González! Si esa es la referencia, estamos listos. Ese… señor, por llamarlo de algún modo, ya dejó clara su tendencia al testificar en el mismo banco en el que está usted sentado ahora mismo. Seamos claros, su criterio depende de a quién esté pitando, arbitra condicionado, como todos los de su colectivo. Sabedores de que una decisión podía hacer que promocionaran o descendieran. Usted mismo ha ido al monitor del VAR más de una vez para pitar manos mucho menos claras, como esta, por ejemplo:

- Si es que el balón está en el hombro del jugador, no es un brazo separado como el de Felipe. Sin embargo, como he repetido varias veces, aquí no se les juzga a ustedes, sino a estos señores, a los que mantenían este sistema. Mayo de 2021, apenas dos meses después. En esa misma temporada en la que usted no quiso pitar la mano que su compañero le indicó desde el VAR que debía pitar, con las consecuencias que ello tuvo en el sentido de privar del título a mi representado, usted fue designado, ¡premiado!, como árbitro asistente de Mateu Lahoz en toda una final de Champions.

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- Bueno, ya había sido elegido mejor árbitro de la temporada unos años antes -se justificó HH.

- El CTA siempre premia a los que mejor cumplían sus designios. Y a usted, señor Hernández Hernández, le daban siempre esos partidos porque toda su vida le han tirado ciertos colores. Por casualidad, ¿ha visto usted El secreto de sus ojos, la película argentina?

El árbitro hizo una mueca de extrañeza y negó con la cabeza, así que la abogada continuó:

- Uno de los personajes le dice al protagonista que se puede cambiar de todo, “de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de dios, pero no puede cambiar de pasión”. Y su pasión desde pequeño es el Fútbol Club Barcelona.

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- Pero eso fue una entrevista que me hicieron con nueve o diez años -protestó el canario.

- Recuerde, no se puede cambiar de pasión. Y otro compañero de profesión, Rafa Guerrero, camino a un partido en Huelva, le vio a usted celebrar un gol del Barça. (HH emitió un gesto de fastidio y movió la cabeza hacia ambos lados) Pero no le culpo por eso, entiéndanos. Culpo a los que compraron el sistema para asignar los partidos más importantes de cada temporada a un culé que no disimula con el silbato.

- ¡Protesto! -dijo Scotto-. Nuevamente está emitiendo juicios de…

Antes de que el juez resolviera, la abogada se adelantó:

- No se preocupe, letrado. Retiro mis juicios de valor. Si el problema no es con estos señores, sino con estos otros (señaló de nuevo al banquillo de los acusados). No haré más preguntas, señoría.

El juez resopló, como al final de cada sesión, pidió a su asistente que guardara las fotos que habían dejado en su mesa, cerró la libreta y sus carpetas, y golpeó con el mazo para dar por finalizada la sesión. Estaba más agotado que Iturralde defendiendo todas las decisiones arbitrales de la carrera de Hernández Hernández.

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