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·17 de abril de 2024

Amargo adiós

Imagen del artículo:Amargo adiós

El Atleti llegó a Dortmund con un gol de ventaja para plantarse en las semifinales de la Champions. Una de esas oportunidades de las que uno se arrepiente cuando no se dan, que no suelen ser frecuentes, una de esas que antes, en ese tiempo tan cercano y lejano a la vez, no se dejaban escapar. Pues este Atleti la dejó, y lo hizo además de una manera amarga, hiriente. Recibió cuatro goles y dejó ir la eliminatoria en el momento menos esperado, de la manera más dolorosa.

El partido arrancó como era previsible, con el Borussia atacando aupado en el aliento de su gente. Parecía que sería una situación de acoso y derribo, en los dos primeros minutos ya habían suspirado por el primer uy, pero en el cuatro, en tres toques fulgurantes, Griezmann habilitó a Morata que se plantó solo frente al portero, tras treinta metros de carrera en los que tuvo tiempo para decidir qué hacer. Una de esas situaciones que no suelen presentarse con frecuencia a un nueve, de tan claras, una ocasión para reivindicarse, para ajustar las cuentas consigo mismo y con su historia personal, pero Morata demostró el delantero que es, el que deja escapar esas ocasiones. Erró y con el mayúsculo fallo se salió del partido.


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Con el susto metido en el cuerpo tras la jugada de Morata, el equipo local se tomó las cosas con más calma, el Atleti parecía controlar e partido, pero lo hacía de una forma tímida, sin personalidad en el centro para combinar posesiones largas, sin piernas para plantarse en los dominios del rival. Y así, en dos jugadas casi consecutivas, el Dortmund volteó la eliminatoria manejándose como pez en el agua a las espaldas de Molina y de Witsel. El lateral derecho es la sombra de aquel que volvió del Mundial, un jugador desnortado, frágil, que ni ataca ni defiende. El Borussia lo sabía y por ahí encarriló su pase.

Tras el descanso Simeone dio entrada tres jugadores: Barrios, Riquelme y Correa. Se quedaron en el banco Morata, Molina y también Azpilicueta, que cumplió en la primera mitad en su función de evitar que el Dortmund atacase por la banda. Mejoró el Atleti ostensiblemente, Riquelme dio desborde, piernas frescas, Correa el vértigo que necesitaba el equipo de cara a la portería rival y por ahí llegó el dos a uno, en propia puerta de Hummels, y muy de seguido un nuevo fallo mano a mano de Correa, que se resarció en la jugada siguiente en la que, para júbilo de los cuatro mil estoicos hinchas colchoneros que alentaban sin descanso, dio de vuelta la eliminatoria de nuevo. Era casi el minuto setenta y el Atleti estaba en semis de nuevo.

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DORTMUND, GERMANY – APRIL 16: Jose Gimenez of Atletico Madrid looks dejected following the team’s defeat during the UEFA Champions League quarter-final second leg match between Borussia Dortmund and Atletico Madrid at Signal Iduna Park on April 16, 2024 in Dortmund, Germany. (Photo by Stuart Franklin/Getty Images)

Y ahí fue cuando llegó la amargura. El equipo había hecho lo más difícil y sin embargo volvió a caer en la misma trampa. En tres minutos, dos goles del Dortmund. Fragilidad, falta de personalidad, de oficio: cuatro a dos a un paso de unas semifinales. Hasta el final, no hubo ya físico siquiera para intentarlo, ni siquiera hubo llamamientos a la desesperada, todo estaba resuelto y finiquitado, de esa manera lacerante y amarga.

Muchos peros en un equipo que en noches como esta no puede disimular su verdadera condición, un equipo que no estuvo a la altura de sus desplazados y que dejó a todos recordando aquella jugada de Lino, aquella jugada de Morata, aquella de Correa, pero sobre todo, probablemente, dejó a todos recordando aquel genio de Gabi, de Tiago, de Costa. Una semifinal a veinte minutos. Que amargo adiós.

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