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·6 de agosto de 2025

A 19 años: el día que Martín Palermo jugó después de la muerte de su hijo

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Martín Palermo, ídolo eterno de Boca Juniors, protagonizó una de las jornadas más memorables y conmovedoras del fútbol argentino el 6 de agosto de 2006. Ese día, pocas horas después de perder a su hijo Stéfano, el delantero pidió jugar el partido frente a Banfield por el Torneo Apertura. Fue titular tras una charla con Alfio Basile y convirtió dos goles que quedaron marcados a fuego en la historia Xeneize.

El bebé, esperado como el primer hijo con su pareja Lorena Berrichi, había nacido de forma prematura y falleció poco después. En medio de ese dolor, Martín Palermo expresó a su entrenador su deseo de jugar: “Coco, quiero jugar igual”. El encuentro se disputó en La Bombonera, con triunfo 3-0 de Boca y dos goles del “Titán”, que celebró abrazando profundamente a sus compañeros y recibió el apoyo incondicional del estadio. El fútbol, por un instante, se convirtió en refugio.


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Martín Palermo en el festejo de uno de los dos goles que le hizo esa tarde a Banfield.

El recuerdo de Martín Palermo

“Se me murió mi hijo y a los dos días estaba jugando un partido de fútbol. ¿Te pensás que este momento me puede afectar?”, dijo Martín Palermo hace unos meses, cuando enfrentaba un mal momento como entrenador de Olimpia, luego de haberlo sacado campeón.

Con esas palabras, mostró que la pérdida más dura de su vida le dio una perspectiva única sobre la adversidad. Ya no como técnico de Olimpia, sino como exfutbolista y referente del deporte argentino, su declaración volvió a resaltar la dimensión humana de una figura que nunca se rindió.

Años después, Palermo profundizó en lo que sintió aquel día: “Era una necesidad porque ya no se podía volver para atrás y lo que había pasado era muy doloroso y difícil de asimilar. El fútbol y estar adentro de una cancha eran mi contención. Me reflejaban como persona y eran mi cable a tierra. Es la pasión que uno siente y vive”.

Su decisión de jugar no fue solo un gesto profesional, sino una manifestación de amor por el deporte y una forma de afrontar el duelo. La historia del Titán va más allá de los goles: está hecha de momentos como estos, donde el coraje se impuso al dolor, y el fútbol se transformó en símbolo de resiliencia.

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