La Galerna
·14 de diciembre de 2024
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El colegiado Martínez Munuera, exponente destacado del negreirato 2.0, logró un valioso empate en Vallecas. Le ayudó un Madrid empeñado en desbaratar sus propios méritos ofensivos con enormes errores en defensa.
La alineación de Ancelotti presentaba una de esas novedades que estimulan al contestatario, como la presencia de Güler. Quedaban por dilucidar su propia posición y las de de Brahim y Rodrygo, intuyéndose que el brasileño sería falso nueve. El banquillo contaba con ilustres como Vinícius, el recuperado Camavinga o el renacido Ceballos. Por poco propenso a las rotaciones que sea Carlo, la inminencia de la Intercontinental demandaba reservar efectivos. En una declaración de intenciones menos premonitoria de lo deseable, Arda Güler trataba de marcar desde el mismísimo saque de centro, en intento (fallido) que no recordábamos haber visto en nuestra larga historia de aficionados.
No ocurrió nada. Solo se selló uno de los más negros episodios del negreirato
Sin embargo, quien sorprendió fue el Rayo. El habilidoso De Frutos hizo lo que quiso conFran García por la banda que les enfrentaba , y Unai López remató de cabeza su centro sin que nadie se hubiera avenido a bajar a marcarle. Minuto 6, 1-0, y nervios inaugurales para marcar el encuentro desde la óptica madridista.
La organización táctica del Madrid no era la antes augurada. El falso nueve era para Brahim, con una línea de tres por detrás: Rodrygo por la izquierda, Güler por la derecha y Bellingham por el centro, aunque con la preceptiva movilidad. El partido se había puesto en chino mandarín desde el principio, y el dinamismo se antojaba crucial para remontar. Sin embargo, quien la tuvo a los diez minutos volvió a ser el Rayo, aunque De Frutos la mandó a las nubes.
El Madrid reaccionó con una buena jugada colectiva que por poco desemboca en gol de Rodrygo, pero Batalla paró su remate angulado. Trataba de asentar su dominio el Real, pero la intensidad de los blanquirrojos lo impedía, agresividad en las faltas incluida. Se subían a las barbas los rayistas a punta de puro nervio. Protestaron incluso los locales un posible penalti de Rüdiger en su brioso acoso. Se echaba de menos en los pupilos de Carletto una tensión competitiva pareja a la de sus rivales. La posesión era suya, pero los locales creaban más sensación de peligro en sus acercamientos, presididos siempre por un brutal ritmo de juego.
Pasada la media hora llegó la mejor ocasión hasta el momento para los madridistas. Una gran incursión de Rodrygo por la izquierda acabó en un centro largo que Lucas puso a Bellingham para que remachara, pero se adelantó Güler para lanzar fuera un balón que no era para él.
No obstante, quien marcó fue, increíblemente, el Rayo, en un córner vergonzosamente defendido por la defensa blanca. Isi Palazón lanzó muy bien desde la esquina, y remató completamente solo Mumin. Debería ser penado con la mayor severidad que el mejor equipo del mundo puedo encajar goles tan inocentes, como también debería estar premiado que existan jugadores capaces de marcar el tanto a través del cual el Madrid acortó distancias. Valverde le pegó con toda el alma, marcando uno de los goles de la temporada. Nadie lanza de lejos como él.
En el minuto 42, Munuera, epígono ilustre de Negreira, se tragó un penalti como una catedral sobre Güler. A veces se nos olvida que jugamos contra lo que jugamos, y cronistas como el firmante cae en la tentación de tratar de analizar las cosas como si fueran normales.
Pero el Madrid es lo que es y ama el vértigo. Un centro magnífico de un inquieto Rodrygo fue rematado por Bellingham a la red. Séptimo gol del inglés en siete partido partidos consecutivos y en siete remates a puerta. Su cabezazo fue inapelable, como decían los clásicos.
El Madrid intensificó su dominio al comienzo del segundo tiempo, bien es cierto que sin generar ocasiones claras hasta que Rodrygo facturó otro de los prodigios de la noche. La pegó el brasileño después de amagar en la frontal y, aunque el balón roza ligeramente en Ratiu, su remate es una maravilla técnica. 2-3 desde el 20, en una nueva muestra de la legendaria querencia vikinga por las remontadas.
Óscar Valentín y Sergio Camello entraron en el bando de Íñigo, mientras en las filas carlettistas calentaban Camavinga, Ceballos y Vini sin que el técnico se decidiera a darles entrada aunque Modric daba muestras de cansancio en un partido mejorable del croata. El sustituido, no obstante, fue Brahim para dar entrada a Vini, recibido con pitos.
El Madrid, con todo, parece decidido a no abrazar jamás la solvencia. Lejeune tiró desde lejos, e Isi Palazón se interpuso en la trayectoria de la pelota para meter la puntera delante de Courtois y establecer el 3-3. Vuelta a empezar y gracias, porque Pedro Díaz casi marca en un chutazo raso.
El partido era un correcalles absurdo y entretenido para el neutral. Camavinga ingresó en el campo en sustitución de Modric. La sensación era que cualquier cosa podía pasar, incluido un nuevo penalti escamoteado al Real Madrid, esta vez sobre Vini. No se entiende que los jugadores del Madrid no protesten en estas tesituras, dejándonos solos predicando en el desierto a los que condenamos el negreirato 2.0.
Entraron Endrick y Ceballos. Batalla hizo un paradón descomunal a disparo de Vinícius. Era el minuto 84 y seguía pareciendo que cualquier cosa podía suceder. El Rayo se estiraba con loable pujanza, aunque el dominio seguía siendo del Madrid. Rüdiger casi emboca una dejada de cabeza de Vinícius a centro de Fran García, y el remate de Endrick de espaldas a portería, pocos minutos después, lo solventó Batalla.
No ocurrió nada más. Solo se selló uno de los más negros episodios del negreirato.
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