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La Galerna

·17 de septiembre de 2024

3-1: El Madrid digiere al Stuttgart

Imagen del artículo:3-1: El Madrid digiere al Stuttgart

Convendrán con nosotros, queridos lectores galernautas, que para entender la nueva Champions que han diseñado al alimón Ceferino y Al Khelaifi hacen falta, como mínimo, un par de doctorados en Oxford y otros tantos en Cambridge. Cuando dicen que se inspiró en el ajedrez uno acaba por evocar a Bobby Fischer y la mente maravillosa necesaria para comprender este guirigay balompédico.

Un embrollo, en definitiva, un cacao como el que nuestro Madrid, de un tiempo a esta parte y con su máximo esplendor, luce en los primeros compases de cada partido. El regreso de la vieja Copa de Europa al Nuevo Bernabéu auguraba precisamente lo contrario. Incluso el Madrid, amenazando con presión alta, mostró una buena puesta en escena... que duró 20 segundos.


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Los que tardó nuestro nobel rival, el aseado Stuttgart del sobrino de Uli Hoeness —que tan bien nos quiere— en darse cuenta de la jauja que podría resultar la noche en Madrid. A partir de este instante, los alemanes iniciaron un torrente de ocasiones ante el estupor del hincha blanco que disiparon cualquier duda de que el mejor portero del mundo se viste de madridista. Primero fue un tiro cruzado random, después Mallot, por dos veces tras sendas cagadas.

Se abrían agujeros negros tras cada pérdida madridista, auténtica antimateria, y poco a poco la frontal del área merengue parecía un veraneo en Mallorca ante el tránsito fugaz y constante de germanos por sus postrimerías. Así llegaría la última ocasión final del Stuttgart en esta su primera acometida; Courtois salvaba otro mano a mano ante Stiller —Angelo no Ben—, el Madrid, una comedia.

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El sufrido primer cuarto de hora de encuentro daba el pistoletazo de salida al clásico runrún del Bernabéu, runrunen en este caso. No en vano, 144 pases habían dado con éxito por entonces los alemanes por 59 de los de Carletto, a punto de atragantársele el duodécimo chicle.  El primero que advirtió que la noche se estaba nublando fue Mbappé, que masculló en perfecto castellano un aguerrido “vamos” para alentar en la presión a sus compañeros de vanguardia.

Dicho y hecho, a los 24 minutos se deshizo de dos marcadores con una bicicleta supersónica para estrellar el balón contra el portero. Rodrygo, bajo los focos, recogió el testigo, desarbolando a su rival por la derecha con maestría para instantes después malograr el pase. Culminó la primera orgullosa oleada madridista una galopada de Fede que, cruel recordatorio, acabó en un letal contraataque del Stuttgart que central Carvajal, achicando agua cual fontanero del Titanic, desvió con la puntera al larguero. Los palos seguían siendo vikingos.

Se abrían agujeros negros tras cada pérdida madridista, auténtica antimateria, y poco a poco la frontal del área merengue parecía un veraneo en Mallorca ante el tránsito fugaz y constante de germanos por sus postrimerías

A pesar del último susto, pensamos por momentos que con un arreón blanco bastaría. El extraño penalti que el colegiado otomano señaló a favor del Madrid en torno a la media pareció confirmarlo. Ahí comenzó, sobre las 21:35 de la noche, una hora menos en Canarias, un nuevo espectáculo de VAR Producciones con Halil Umut Meler como artista invitado. El árbitro turco se tomó su tiempo para dilucidar que la patadita con la que el defensor alemán rozó a Rüdiger no era pena máxima. Fútbol moderno lo llaman. Por cierto, que era Bellingham quien había depositado con mimo el esférico en los once metros.

El circo del turco despertó a un Stuttgart valiente que, como buen diesel alemán, supo mejorar sus prestaciones antes de llegar a vestuarios. Antes, incluso, el delantero estutgardiense Undav no acabó de rematar un balón franco en el área mientras el locutor repetía su nombre en un loop imposible con aroma de danza tribal cerca del Masai Mara.

0-0 al descanso e inquietud en las filas blancas. Dicen que en esta nueva Champions perder puntos haciendo el canelo puede salir más caro. Lo consultaremos con físicos y matemáticos.

Pero sabemos contar. Exactamente 20 segundos. Los que tardó en marcar el Real Madrid tras sacar de centro. Ya lo ha intentado más veces. Tchou cruzó un buen balón largo que recogió Rodrygo en la banda derecha a pesar del acrobático y desesperado escorzo del zaguero alemán. Con calma, Goes condujo con el balón pegado a la bota, para tres toques después servir el pase de la muerte a Mbappé.

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1-0 a los 46 minutos.

El Madrid, también como malacostumbra últimamente, creyó espantar al espantajo, y comenzó a recrearse demasiado. El propio Mbappé, una contra prometedora en la que Fede incomprensiblemente no pateó con violencia la pelota para servir un enésimo y guardiolesco pase, así como un disparo de Vinícus al larguero pudieron culminar la sentencia. El temporal madridista que anunciaba el rapsoda Valdano se quedó en sirimiri. Courtois que respondía, bien, serio, felino, abajo a un latigazo de Lewelling, inauguraba un nuevo periodo de angustias.

Es Madrid. Es la Copa de Europa

El Stuttgart, como al principio, comenzó a acumular ocasiones y agotar nuestra fortuna. Así, a los 67 minutos, y tras varios avisos ante los que no acabó de reaccionar desde el banquillo un hoy especialmente iracundo Ancelotti, Undav recogió un centro dentro del área para hacer el empate. Ahora sí, Modric entraba por un Tchouaméni, poco después lo harían Fran García por Mendy, Güler por Rodrygo y Endrick por Bellingham, entre guturales cánticos de los alemanes en la grada.

Cesarían abruptamente a los 82 minutos porque Modric cuasi cuarentón sigue teniendo seda en sus botas. Un saque de esquina del hechicero de los Balcanes acabó con cabezazo de Rüdiger en las mallas tras imponente salto entre tallos germanos. Ahora sería Antonio quien recibiera las carantoñas de sus compañeros para felicitarle por el gol de la victoria ante el club con el que dio sus primeras patadas. Por cierto, Fran García fue especialmente efusivo en estas sacudidas. 2-1 a falta de ocho minutos.

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Esta vez sí, los alemanes acusaron el golpe y el embrujo del Bernabéu, un encanto, un romance con la Champions que no cesa, la llamen como la llamen, se sufra lo que se sufra y se juegue a la nada como a la nada se juega.

Es Madrid. Es la Copa de Europa.

Gana el Madrid (Con Gol de Endrick en el último minuto).

Getty Images.

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