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·20 de mayo de 2025

25 años de la liga del Dépor: «Somos uno de nueve, que nadie lo olvide»

Imagen del artículo:25 años de la liga del Dépor: «Somos uno de nueve, que nadie lo olvide»

El Deportivo de la Coruña celebra los 25 años de su campeonato liguero, una gesta irrepetible y que le convierte en uno de esos nueve privilegiados que han conseguido proclamarse campeones de Primera División.

Hace 25 años, el Dépor logró una proeza que hoy parece imposible para cualquier equipo de sus características: ganar la liga. Lo consiguió en la última jornada, en un Riazor abarrotado hasta la bandera y con una Coruña convencida de que esta vez no «nos la quitaban de los fuciños», como había ocurrido seis años y cinco días antes con un penalti de Djukic que traumatizó a toda una generación.


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Los de Irureta se proclamaron campeones de liga con solo 69 puntos. Puntuación que hoy en día no es suficientes para entrar en la Champions League. Pero lejos de ser la liga más «pobre» que se ha ganado, todo parece indicar que fue la más igualada, en la que más equipos soñaron con proclamarse campeones.  El Espanyol ganó la copa, el Valencia la supercopa y el Madrid quedó quinto, pero conquistó la octava esa temporada. Dentro de lo extraño que suena hoy en día, el Deportivo fue el justo campeón esa temporada. Se puso al frente de la clasificación en la jornada 12 y ahí se mantuvo hasta el final. El título se decidió la última jornada contra el Espanyol, al Dépor le bastaba con un empate y otros dos equipos optaban al título: Barcelona y Zaragoza.

«Le di al balón por el Superdepor y Arsenio»

La herida del penalti de Djukic todavía a flor de piel, las meigas y el fatalismo que persigue al Dépor podía provocar que el pánico se apoderara de los jugadores y de la afición. Pero no fue así. Moncho Viña, periodista que narró aquel partido en RNE, explicó así como vivió aquel momento. «Estaba convencido de que seríamos campeones. No era como el año del penalti de Djukic, que fue toda la semana intranquila, yo ya pensaba que no iba a ser. En el título estaba convencido, no sentí ese desbordamiento de última hora. Llevaba muy pensado de casa que íbamos a ser campeones».

Riazor sufrió bastante poco aquel día. Donato abrió el marcador tras cabecear un córner a los tres minutos de juego, en la misma portería que se perdió la liga del 94. Y como no, dedicó ese tanto al pasado cuando terminó el partido: «Le di de lleno al balón con la cabeza, con decisión, por el Superdepor y Arsenio». Él junto con Fran y Mauro Silva fueron los únicos supervivientes de aquel Superdepor que tuvieron oportunidad de revancha. Además, que el gol fuera de Donato fue el final más poético posible para aquella hazaña. Djukic fue el tirador de aquel penalti en el 94 porque Arsenio había retirado del campo a Donato unos minutos antes. Esta vez, las casualidades y las meigas reescribían la historia para darle al Deportivo la liga que le debían.

Roy Maakay finiquitó el título anotando el segundo gol en el minuto 34 y desatando la fiesta en Riazor. Terminó la liga con 22 tantos, un tercio de todos los que marcó el equipo. El holandés junto con Víctor Sánchez del Amo, que se hizo con la banda derecha y asistió a Donato en ese histórico gol. Después de las celebraciones, contó que el día anterior al partido ambos se habían quedado a ensayar los corners después del entrenamiento. Un balón al primer palo, una carrera desde atrás y un remate para mandar la pelota al fondo de la red.

Djalminha, arma de doble filo

Pero nada de eso habría sido posible sin la gestión que Javier Irureta hizo del equipo. Consiguió la mejor versión de Djalminha que destacó por anotar diez goles y firmar caños, penaltis a lo panenka, bicicletas y el invento de la lambretta, pero que tenía que lidiar con su escasa falta de sentidiño. En Copa de la Uefa, contra el Arsenal, marcó un penalti a lo panenka y fue expulsado tras recibir dos amarillas en escasos cinco minutos, costándoles el partido al Dépor. El brasileño volvió a mostrar que era un arma de doble filo cuando se quitó la camiseta para celebrar un gol que dejaba La Liga medio ganada a falta de tres jornadas y volvió a ver la segunda amarilla.

Irureta se inventó un trivote con Mauro, Flavio y Jokanovic para hacer impenetrable al equipo, supo sobrepasar las ausencias de internacionales como Naybet y Scaloni y convenció a Maakay y Turu Flores para que se reciclaran como jugadores de banda. Aunque probablemente lo más complicado fuera culebrear entre todos los egos que se juntaban en aquel extraordinario plantel.

Todo aquello permanece grabado en el hipotálamo de todos los coruñeses. Desde los más mayores hasta los más jóvenes. Incluso los que no habían nacido todavía, vienen de esos éxitos y siguen a su Dépor esperando que regresen aquellos días de grandeza. Hace 25 años, pero la memoria no entiende de almanaques. Lo recuerda siempre Lucas Pérez, uno de los niños que crecieron en esos años: «Somos uno de nueve, que nadie lo olvide».

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Por Marcos López; pueden seguirme en X @MarcosLopezUNAV, en Instagram @marrcosld.

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