
La Galerna
·8 March 2025
Zidane, algo más que un gestor

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·8 March 2025
“A mí me gustan los gestores de vestuario y Zidane, sin ser un entrenador (gesto de top), gestionó un vestuario con Ramos, con Cristiano… y lo llevó de lujo”.
Estas palabras de Albert Luque deberían resultarle aterradoras a cualquiera que se sienta aficionado de la selección española, pues no hacen sino poner de manifiesto el escaso entendimiento futbolístico de quien alberga en sus manos la dirección deportiva de la denominada Roja.
Desde hace tiempo se ha utilizado como elemento peyorativo hacia la leyenda francesa, así como hacia el actual entrenador del Real Madrid, Carlo Ancelotti, que son meros gestores de grupo con una comprensión limitada de lo que sucede en el terreno de juego. La consecución de los títulos obtenidos por ambos entrenadores se debe a la enorme calidad de sus jugadores y, seguramente en igual medida, al segundo elemento peyorativo favorito del antimadridismo y de los creadores de opinión de este país (si es que se puede distinguir entre ambas facciones): la flor.
Que un aficionado pueda coger cuchillo y tenedor para ingerir gustoso este argumento se puede entender desde la perspectiva actual de una afición futbolera cada vez más lobotomizada por el relato malintencionado que regurgitan los supuestos neutrales de este país. Que lo haga el director deportivo de la selección española, anteriormente jugador de Primera División, es síntoma preocupante del profundo desconocimiento sobre el deporte rey que asola este país.
Pensar que las tres Champions consecutivas obtenidas por Zidane fueron fruto meramente de una buena gestión de vestuario es sinónimo de no saber absolutamente nada de fútbol
Pensar que las tres Champions consecutivas obtenidas por Zidane fueron fruto meramente de una buena gestión de vestuario es sinónimo de no saber absolutamente nada de fútbol. Es verdad que el propio Zidane reconoció que él no era el mejor tácticamente, pero tenía “otra cosa”. Sin embargo, la sonrisa esgrimida por el francés tras pronunciar dichas palabras escondían que tampoco era lego en la materia precisamente, y lo demostró sobradamente en sus dos etapas en el club vikingo, que, pese a lo dispares en cuanto a la consecución de títulos, fueron casi igualmente meritorias.
Zidane llegó al banquillo blanco a mitad de la temporada 2015-16, con el equipo moralmente hundido tras el fracaso de un entrenador supuestamente muy superior en lo táctico y metódico, y consiguió devolver al Madrid la solidez perdida, amén de la vuelta al 4-3-3 y la titularidad de un Casemiro que no tenía hueco con Benítez, creando— sin saberlo, supondrá la mayoría— los cimientos de un centro del campo histórico compuesto por ese triángulo de las Bermudas que fue nuestra CMK.
El Madrid pasó de ser humillado ante el equipo que pagaba a Negreira en liga a remontar una desventaja de 12 puntos para quedarse a las puertas de la consecución de la liga y obtener la primera de las 3 Champions consecutivas. Imaginamos que simplemente diciéndole a los jugadores que salieran al campo, se lo pasaran bien y confiaran los unos en los otros.
En 2017, el Madrid de Zidane consiguió el primer doblete liga-Champions de este siglo, y para ello nada tuvo que ver que el entrenador francés proyectara en el campo a un equipo que sacara el máximo rendimiento de su centro del campo con un fútbol posicional brillante; ni que el Madrid fuera capaz de tocar, esconder y sobar pacientemente la bola hasta encontrar el hueco en la defensa rival para que, generalmente Cristiano, perforara la portería rival; ni que Zizou encontrara en Casemiro el escolta perfecto para cubrir las mortíferas subidas de Marcelo por la izquierda; ni que los planteamientos del francés y su cuerpo técnico fueran capaces de ganar la mayoría de duelos directos contra los rivales de arriba en liga y las eliminatorias de Champions ante equipos como Nápoles, Bayern de Munich, Atlético de Madrid y Juventus.
El Madrid pasó de ser humillado contra el Barça a recortarle 12 puntos en liga y obtener la primera de las 3 Champions consecutivas. Imaginamos que simplemente diciéndole a los jugadores que salieran al campo, se lo pasaran bien y confiaran los unos en los otros
Lo mismo sucedió en 2018, cuando los pupilos de Zizou, por iniciativa propia, se intuye, plantearon eliminatorias ganadoras ante los campeones de cada liga: PSG —jugando sin Kroos, Modric, Bale e Isco en el partido de ida—, Juventus, Bayern y Liverpool. Tampoco Zidane tuvo nada que ver a la hora de resolver los problemas tácticos que se le planteaban en forma de lesiones, como el paso al 4-3-1-2 con Isco de mediapunta tras las lesiones de Bale, o incluso el 4-4-2 con Asensio y Lucas en bandas cuando no disponía de los más habituales.
En su segunda etapa, sin Cristiano y con jugadores que debían dar un paso adelante pero cuyas continuas lesiones no lo permitieron, como Bale y Hazard, el francés hizo de un Madrid “entreguerras” un equipo muy combativo que siguió ganando los duelos directos, y que consiguió en su primer año ganar la liga y, en su segundo, competir liga y Champions a pesar de sufrir casi 60 lesiones, llegando a disputar minutos de esta última con disposiciones tan improbables como una delantera compuesta por Arribas, Hugo Duro y Mariano, ante la Atalanta en octavos, o la alineación de Vinícius como carrilero derecho en semifinales ante un Chelsea que acabaría proclamándose campeón de aquella edición.
Es cierto que Luque, lejos de utilizarla de manera despectiva, pone en valor la habilidad de gestión de grupo de Zidane, cualidad por cierto que en los cursos de entrenador que ha realizado un servidor siempre se tiene en gran estima por ser la más complicada de todas. Sin embargo, decir de Zidane que no es un entrenador top es equivalente a quedarse absorto observando el dedo que señala la luna.
Lo conseguido por Zinedine, no sólo los títulos, habla por sí sólo y le acredita para merecer, por lo menos, un poco de respeto hacia su labor táctica
Zinedine Zidane, con sus virtudes y defectos, ha demostrado ser un entrenador tremendamente competitivo y poseedor de la mejor de las virtudes para entrenar al Real Madrid: una versatilidad camaleónica en función a las circunstancias. La resolución de problemas es una de las mejores cualidades de un entrenador y Zidane ha tenido que reinventar continuamente a un equipo al que hemos visto jugar con 4-3-3, 4-3-1-2, 4-4-2 y hasta con 3 centrales en un 5-3-2. Zidane fue capaz de hacer competitiva a una segunda unidad al completo hasta el punto de que en 2017, en un determinado punto de la temporada, jugaba con dos onces completamente diferentes en cada partido.
Alguno podrá estar en desacuerdo con determinadas decisiones del francés cuando estaba a los mandos del banquillo, pero la cantidad de decisiones tácticas y planteamientos que ha realizado Zinedine Zidane como entrenador del Real Madrid, ganándole la partida a entrenadores como Simeone, Ancelotti, Heynckes, Klopp, Allegri, Luis Enrique, Sarri, Spalletti o Gasperini, todos ellos mejor considerados a nivel táctico que el francés, creo que deberían ser más que suficientes, desde mi humilde opinión, para poner fin a este absurdo y falso mito de que Zizou es sólo un gestor de grupo. Lo conseguido por Zinedine, no sólo los títulos, habla por sí sólo y le acredita para merecer, por lo menos, un poco de respeto hacia su labor táctica.
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