
La Galerna
·12 March 2025
Segundo round

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·12 March 2025
Esta noche nos jugamos el pase a cuartos de la Champions. A partir de ahora, nos enfrentamos al destino a cara o cruz. Es lo jugoso de esta competición, el retrato del ser o la nada. El Real Madrid nació para partidos así y el aficionado merengue no entiende otro idioma que el de la máxima competición. Los devaneos o los papelones de la temporada aquí no tienen lugar. La Copa de Europa todo lo iguala porque ella es la dueña y señora de nuestro destino en lo universal. Esta noche frente al Atlético de Madrid tenemos una nueva cita para dirimir quién se llevará la Copa de Europa del 2025.
El Real Madrid llega al partido de esta noche con una ventaja mínima tras un partido de ida en el que mereció mayor premio. El martes pasado en el Santiago Bernabéu el equipo de Carlo Ancelotti fue a por la eliminatoria en todo momento, y a pesar de conseguir el primer gol en el minuto 4, jamás le dio la espalda a la victoria. Ni el empate de Julián Álvarez ni los escasos momentos en los que los pupilos del Cholo Simeone pudieron romper la balanza fueron suficientes para oscurecer un encuentro de clara militancia blanca. De hecho, una semana más tarde, aún muchos nos lamentamos de la última jugada entre Kylian Mbappé y Vinícius Júnior. En esa acción estaba el tercero. Y como esas, unas cuantas más.
Paradójicamente, el Madrid llega al encuentro de esta noche en entredicho. Sus dos máximas estrellas, Vini y Mbappé, son vilipendiadas por la prensa e incluso por muchos aficionados merengues que tienden al comportamiento avinagrado. Y como montamos un circo y nos crecen los enanos, proliferan las filtraciones de fuentes de dudosa procedencia que aseguran que los astros se llevan mal y que incluso el vestuario está roto e incómodo con el cuerpo técnico. Curiosamente, este es el estribillo de una vieja canción por todos conocida que se vuelve a poner de moda justo cuando llegan los partidos importantes que deciden una temporada. Es decir, nada nuevo bajo el sol.
Sin embargo, me llama poderosamente la atención cómo se pone en cuestión a dos estrellas del nivel de Vinícius y Mbappé. Situar la lupa sobre ambos continuamente me parece exagerado. En según qué casos, puede ser discutible el rendimiento, pero en el de nuestros dos delanteros carece de lógica evaluarlos así, demasiada exigencia. Pudieran estar más finos, sí. Y también podría ver yo esta noche el partido con Scarlett Johansson y no será así. Como dijo el filósofo Mick Jagger, en esta vida no siempre se obtiene lo que quieres.
¿Qué nos lleva a despreciar los buenos recuerdos y empeñarnos en romper con lo más hermoso que hemos vivido? Esto es, ¿alguien nos asegura que desechar lo conocido y progresar hacia lo desconocido es una buena idea?
Ahora bien, si por cuestionar se cuestiona hasta al máximo responsable de esto, que es el presidente Florentino Pérez Rodríguez, pues apaga y vámonos. ¿Qué más quiere el aficionado? ¿Más centrales y laterales? ¿Ganarlo absolutamente todo y golear cada partido? A esos aficionados desubicados les invito a sentarse y, cuando estén en ese estado de total reposo, a continuación me nombren un equipo de cualquier deporte profesional que se pasee continuamente por la competición a la que pertenezca. E, inevitablemente, Carlo Ancelotti no sale bien parado del examen del tendido siete. En las últimas fechas se vuelve a cuestionar al entrenador. Si bien el italiano no vive su temporada más cómoda, me gustaría saber cuál es el perfecto sustituto del técnico nacido en Reggiolo. Y si la respuesta es Xabi Alonso, perdonen que me cuestione su candidatura. Con todos mis respetos, el de Tolosa no termina de convencerme.
Todo este circo mediático me recuerda a esa estupenda canción de The Kooks llamada She moves in her own way. En ella, la banda británica, cuenta cómo su líder Luke Pritchard lleva con diplomática manera la ruptura con su exnovia Katie Melua, también cantante. En un momento dado, Pritchard afirma que desearía que nunca hubieran sobrevivido todos los veranos juntos y, por el contrario, los hubieran conservado en lugar de volver a los suburbios. Es decir, ¿qué nos lleva a despreciar los buenos recuerdos y empeñarnos en romper con lo más hermoso que hemos vivido? Esto es, ¿alguien nos asegura que desechar lo conocido y progresar hacia lo desconocido es una buena idea?
Por mi parte, vivo con ilusión estas horas previas al partido de esta noche. Todo el rato me pregunto si formaremos con Raúl Asencio y Antonio Rüdiger o si Fede Valverde será el lateral derecho. Estoy deseando ver cómo Eduardo Camavinga y Aurélien Tchouaméni hacen un partidazo. Y, por supuesto, si jugarán arriba los cuatro fantásticos o si saldrá Brahim de inicio. Mientras tanto, mato el gusanillo de la espera leyendo en La Galerna el fantástico artículo de Antonio Valderrama sobre el mago malagueño. ¡Hala Madrid y nada más!
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