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·22 January 2025
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Julián Alvarez, héroe de un partido que el Atleti jugó 51′ con uno menos por expulsión de Barrios y en el que el Leverkusen marcó primero. Doblete del argentino. Los del Cholo duermen 3º en Champions.
El partido latía en el corazón de todos a la vez mientras Julián Alvarez corría. Otra vez, como cuando tras el descanso le había gritado al mundo que este es su sitio, esta su gente y este su partido, la noche de mostrarlo para el 1-1. Y ahora ahí estaba de nuevo para, con una gambeta, engañar a Kovar y que, en el 90’, el Metropolitano se abrazara fuerte, alto y afónico otro día más. 2-1. Otra remontada. Otro imposible de nuevo conquistado. Y el Atleti con los pies entre los ocho primeros de esta Champions a una jornada del final. Tan lejos todo del partido que en realidad había despuntado.
Porque 90 minutos antes el trazo era otro y todo alemán: el Leverkusen salió a monopolizar el balón, con pausa pero con filo, hasta el área de Oblak. Wirtz y Grimaldo se movían libres, buscando espacios de dentro hacia fuera, Frimpong e Hincapié ocupaban los carriles y los de Xabi generaban peligro de todas las maneras posibles. Ya amasando el cuero, ya a la contra, siempre como espolvoreados en guindilla. El Atleti aguardaba replegado. Un Atleti al que le costaba sacar la cabeza entre el dominio alemán, impecable el Leverkusen en la presión tras pérdida.
Giménez estaba de vuelta en la trinchera que levantó Simeone ante Oblak. El primer muro con cinco hombres y, por sorpresa, Giuliano en el carril. Nahuel ejercía de tercer central y Galán sufría en los dos contra uno desde que la pelota y el reloj comenzaron a la vez a andar. El segundo tabique se lo formaban cuatro, con Llorente en la derecha y Grizi a la izquierda. Como si fueran de arena de playa, ambos los superó Palacios en el minuto 5 con un disparo desde la frontal que se fue fuera pero quedó sobre la portería de Oblak como bandera roja ondeante: ese era el camino de los alemanes. Y por allí solo irían los de Xabi.
Apretaba el Leverkusen negándole hasta el oxígeno a un Atleti cuyo juego consistía en rifar balones hacia Julián Alvarez, por si de alguno prendía un milagro, aunque los recibiera todos en inferioridad. Antes del 24’ el Leverkusen ya sumaba otra ocasión que se fue alta de Hincapié, un gol en fuera de juego de Tella y paradones de Oblak, de revival ante el equipo ante el que comenzó su leyenda, con aquella lesión de Moyá que le abrió la puerta en 2016 y la triple parada de 2017. Ya llevaba dos. Una ante un disparo mordido de Wirtz y otra ante un latigazo de Tella. Las dos en tres minutos. Entonces llegaba ese minuto, el 24, y Barrios resquebrajaba por primera vez el partido.
Fue con una entrada durísima por bajo a Mukiele, dejándole los tacos en el gemelo. Primero de amarilla, tras llamada de VAR y pantalla, el árbitro rectificó. Era de cárcel. Roja. El Atleti debería sobrevivir con diez 66 minutos. Pero si el dominio del Leverkusen comenzó a llenarlo todo como niebla pegajosa, fue en ese tiempo cuando los del Cholo sacaron la cabeza para tomar por primera vez el balón. El Leverkusen de pronto parecía no saber ya cómo atacarle a diez. Con el descanso asomando, el Atleti creyó que había sobrevivido a la primera parte hasta que Frimpong se fue por enésima vez de Galán y caracoleando le dejó atrás. Salvó Giménez un primer remate de Wirtz a bocajarro, pero el rebote se fue a los pies de Mukiala como si los buscase y su centro al segundo palo lo cabeceó impecable, y solo, terriblemente solo después de comerse a Giuliano, ese jugador cuyo nombre se acarició como a un amor imposible en verano: Hincapié. Ahí en el Metropolitano estaba, pero de otro, para ponerle el partido al Atleti como el mes del calendario. En cuesta y terriblemente frío.
En realidad sería abono para la épica y los Superhéroes del Cholo.
Porque el Atleti regresó con Reinildo y no Galán (lesionado) y después de haberse mirado al espejo y verse a sí mismo. El equipo del coraje y el corazón. Enseguida su Hombre Araña en su propio ácido láctico encontró todo el oxígeno que hasta ese momento los alemanes les habían negado para levantar el partido y al público. Para contagiarlos a todos. Las voces, las pieles y el mismo marcador en una carrera imposible, de esas que no se olvidan nunca.
Griezmann le había servido la pelota en largo para que se midiera a campo abierto con Tah, al que superó. Julián Alvarez prolongó de cabeza, cuerpeó a Grimaldo y se la cruzó a Kovar para el 1-1. La palabra imposible no existe en el diccionario de un atlético y esta Araña con estrella pronto eso lo ha aprendido.
El Leverkusen dejó de hacer pie en el partido. A Xabi Alonso se le colapsó la pizarra. Incapaces de contener los alemanes a Julián, de seguir su correr imparable, Wirtz se jugó la roja por una entrada al argentino que era de segunda amarilla. Poco después la vería Hincapié, a 25 del final, después de que Giuliano se la forzara. El tiempo del Atleti con uno menos se había quedado en 51 minutos. Reinildo había salido para recuperar su corona y, con su oficio y físico, dejó de haber noticias de Frimpong. Entonces llegó el 90’, Correa se llevó un rebote, se giró en el área y buscó a Julián que, con un regate, engañó al portero para el 2-1 y dormir terceros. Locura. Euforia. Y el Atleti siendo más Atleti que nunca también esta Champions League. Ojo.
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