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Nacional Es Pasión

·18 September 2024

PROBLEMAS DENTRO Y FUERA DE LA CANCHA

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FOTOS: ATLÉTICO NACIONAL OFICIAL.

El análisis de Juan Felipe Velásquez.


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El empate 1-1 entre Alianza FC y Atlético Nacional en el partido de ida por los octavos de final de la Copa BetPlay 2024, celebrado en Valledupar, no solo dejó incertidumbre en lo futbolístico, sino que ha destapado una serie de polémicas extradeportivas que amenazan con desestabilizar el proyecto del técnico Efraín Juárez. Lo que debería ser un análisis centrado en el desempeño en la cancha ha pasado a un segundo plano debido a los actos de indisciplina que involucraron a varios jugadores del plantel verdolaga, generando un escándalo que ha sacudido la moral del equipo y la paciencia de su hinchada. En el aspecto deportivo, Atlético Nacional demostró en el primer tiempo una mejoría bajo la dirección de Juárez. La apuesta por un fútbol de mayor posesión y una ofensiva más dinámica dio frutos cuando Alfredo Morelos, con un impecable cabezazo, abrió el marcador tras un centro preciso de Pablo Ceppelini. Nacional mostró un rostro más ofensivo que en partidos anteriores, algo que la afición esperaba con ansias tras la salida del técnico uruguayo Pablo Reppeto, criticado por su estilo de juego más conservador a pesar de sus buenos resultados. Sin embargo, el equipo antioqueño cayó en viejos errores en la segunda mitad. Alianza FC consciente de sus limitaciones pero también de su fortaleza como local en el calor de Valledupar, comenzó a ganar terreno. Nacional se replegó demasiado y cedió la iniciativa, algo que un equipo con la historia y ambición del verde de Antioquia no debería permitirse, especialmente en instancias definitivas como estas.

El empate llegó en el minuto 80, tras un controvertido penalti que, según muchos, solo vio el árbitro Luis Matorel. La falta de VAR en la Copa Colombia permitió que una decisión dudosa, tanto por la inexistente falta de Andrés Román como por un posible fuera de lugar de Andrés Rentería, cambiara el curso del partido. Isaac Camargo no desaprovechó la oportunidad y, con su gol, dejó todo por definir en la vuelta.

A nivel futbolístico, el reto para Juárez es claro: consolidar su idea de juego en un equipo que tiene talento de sobra, pero que necesita equilibrio y, sobre todo, consistencia. Sin embargo, el escándalo extradeportivo que estalló tras el partido en Valledupar ha agregado una nueva capa de dificultad para el mexicano. Al menos cinco jugadores, entre ellos Jorman Campuzano, Harlen ‘Chipi Chipi’ Castillo, Kilian Toscano, Dayron Asprilla y Joan Castro, fueron señalados por actos de indisciplina al ser vistos en un establecimiento nocturno consumiendo alcohol sin la autorización del cuerpo técnico. Esto ocurrió pocas horas después del partido, y las reacciones no tardaron en llegar.

El club, en un comunicado breve que muchos consideran insuficiente, se limitó a decir que “la ropa sucia se lava en casa”, pero esta respuesta ha dejado insatisfechos a los hinchas, que esperaban una posición más firme y una sanción clara para los involucrados. En medio de la crisis, la voz de la afición se ha hecho sentir en las redes sociales, donde la frustración no solo recae sobre los jugadores involucrados, sino también sobre la dirigencia del club, que hasta ahora no ha dado señales de que se tomarán medidas severas. Para un equipo como Nacional, que aspira a ganar cada torneo en el que participa, este tipo de comportamientos no pueden ser tolerados. La indisciplina refleja una falta de compromiso que, a la larga, afecta el rendimiento colectivo y la imagen del club. Lo más preocupante de este episodio es que no es un caso aislado. En los últimos años, varios equipos del fútbol colombiano, incluido Atlético Nacional, han enfrentado problemas de indisciplina en sus planteles. Ya no se trata de un hecho aislado o de una mancha pasajera, sino de un síntoma de una cultura que parece estar enraizada en ciertos sectores del fútbol profesional en el país. Mientras los jugadores ven sus salarios y fama aumentar, parece que se está perdiendo el enfoque en lo que realmente importa: el compromiso con el club y el respeto por la camiseta que representan. El regreso de David Ospina, un ícono no solo para Nacional sino para el fútbol colombiano en general, debía ser uno de los puntos más importantes del partido. Tras una larga ausencia por lesión, el arquero volvía a la titularidad con el objetivo de recuperar su mejor nivel. Sin embargo, su salida forzada por una nueva molestia física, esta vez en el aductor, empañó lo que debía ser un retorno triunfal. La imagen de David Ospina pidiendo el cambio después de intentar detener el penalti fue un duro golpe para el equipo, que ahora tendrá que esperar por su evolución física. La responsabilidad recaerá nuevamente en Harlen Castillo, uno de los jugadores involucrados en el escándalo nocturno, lo que pone aún más presión sobre su desempeño en el partido de vuelta. En lo futbolístico, Nacional tiene todos los argumentos para superar a Alianza FC en la vuelta en Medellín. La ventaja de jugar en el Atanasio Girardot, junto con un plantel superior en calidad individual, debería ser suficiente para sellar la clasificación a los cuartos de final. Sin embargo, el fútbol no se gana solo con nombres o talento, sino con disciplina, enfoque y cohesión. Estos últimos aspectos parecen estar en entredicho tras los hechos ocurridos en Valledupar. Efraín Juárez tiene por delante un reto que va más allá de lo táctico. Como nuevo técnico de Nacional, su éxito no solo se medirá por los resultados, sino por su capacidad para imponer disciplina y devolver al equipo a una senda de profesionalismo que parece haberse perdido en los últimos días. Este escándalo llega en un momento crítico, cuando Nacional busca recuperar la hegemonía en el fútbol colombiano y volver a ser protagonista a nivel continental. La respuesta del club será fundamental no sólo para superar esta serie, sino para demostrar que Atlético Nacional es más grande que los problemas internos y que la historia y el prestigio del club están por encima de cualquier comportamiento inadecuado. En este contexto, no se puede dejar de lado el tema del arbitraje. El penalti sancionado por Luis Matorel no solo fue un error grave, sino uno más en una larga lista de equivocaciones que vienen afectando el desarrollo de los torneos en Colombia. Sin VAR en la Copa BetPlay, los equipos y los hinchas quedan a merced de decisiones arbitrales que, en muchos casos, carecen de fundamento. La falta de un sistema de revisión tecnológica no solo afecta la justicia de los resultados, sino que mina la credibilidad del fútbol colombiano en su conjunto. La Dimayor debe actuar con rapidez para implementar el VAR en todas las competiciones y evitar que situaciones como la vivida en Valledupar sigan ocurriendo. En conclusión, el partido de vuelta en Medellín será una prueba de fuego para Atlético Nacional. No solo se juega el pase a los cuartos de final, sino la oportunidad de demostrar que es un equipo que puede superar la adversidad dentro y fuera de la cancha. La pelota está en el tejado de Efraín Juárez y la dirigencia del club, quienes deben tomar las decisiones correctas para enderezar el rumbo y devolverle al equipo el respeto y la disciplina que exige la camiseta verde. ¡Hasta la próxima, verdolagas!

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