‘Pepinazo’ al Barcelona | OneFootball

El equipo blaugrana sigue siendo fuerte ante los fuertes, pero un desastre ante los que se suponen débiles. Su caída en la Liga es tremenda tras perder ante el Leganés.

Regresó el Barça a Laliga y demostró que es un equipo que es fuerte ante los fuertes, pero que ante los que se suponen débiles fracasa de manera recurrente. Es inexplicable que un equipo que haya sido capaz de vencer por 4-1 al Bayern, por 0-4 al Madrid en el Bernabéu y por 2-3 al Borussia Dortmund esta misma semana sea capaz de firmar únicamente cinco de los últimos 18 puntos en el campeonato doméstico tras dejarse puntos contra la Real Sociedad, el Betis, el Celta, el Rayo y cayendo en casa ante el Leganés perdiendo por 0-1. El Leganés, que llegaba a Montjuïc en problemas, a un punto del descenso se llevó el partido tras desactivar todos los recursos del equipo catalán. El Barça es un adolescente. Un equipo bipolar que perdió su cuarto partido del curso. El segundo consecutivo.

Hansi Flick, ausente del banquillo, pero dirigiendo la maquinaria blaugrana, decidió que tampoco en esta ocasión hubiera una rotación general más allá de que Cubarsí dejara su puesto a Eric García, un olvidado desde que se lesionó. El resto de los jugadores eran los mismos que dieron la campanada en Dortmund. Pero se está descubriendo que el Barça de la Champions es uno y el de LaLiga es otro.

De salida, al Leganés le bastaron cinco minutos para doblegar a los blaugrana. Iñaki Peña salvó una ocasión de Munir a los tres minutos forzando un saque de esquina que botó Óscar y que Sergio González remató a gol como si fuera un entrenamiento. 0-1 y a remar el equipo blaugrana, que empezó a ponerse las pilas, pero que se encontró con un gigantesco Dmitrovic, el portero del equipo madrileño.

El portero del Leganés fue una pesadilla para los delanteros del Barcelona. Le sacó tres balones de gol a Lewandowski en el primer tiempo y para enmarcar fue su paradón a un remate de Raphinha que envió al larguero en pleno asedio de un Barcelona que sometía al Leganés, pero que legó vivo a la media parte.

El equipo blaugrana hizo méritos más que sobrados para marcar algún gol antes del intermedio, pero dejando aparte la exhibición del portero serbio, faltaba finura. Lewandowski no finalizaba, Olmo no andaba fino en los controles y a Lamine, la solución final del Barcelona, no le salía nada y además desde el minuto 15 anduvo medio cojo por una entrada de Neyou que le hizo pedir el cambio en primera instancia, aunque luego paró la sustitución.

El Barça se mantuvo firme en el descanso y siguió sin cambios. Eran conscientes de que habían jugado para tener un mejor resultado, pero que estaban perdiendo tres puntos claves.

Viendo que no cambiaba nada en el escenario del partido, desde el banquillo del Barcelona se empezaron a efectuar maniobras de emergencia. Lewandowski y Olmo, negados en los metros finales, dejaron su puesto a Ferran Torres y Fermín y minutos después se añadieron Cubarsí y Gavi. El Barça ya iba a la desesperada.

Y a la desesperada, el Barcelona no funciona. Crea peligro, pero no tiene ese poder de intimidación que tienen equipos más forjados. Existe la sensación de que si al Barça no le sale bien todo desde el primer momento le cae una losa encima de la que es incapaz de librarse. En el Barcelona, o todo funciona de manera fluida desde el inicio o parece que hay un muro incontestable.

Cierto es que Dmitrovic fue un titán en la primera parte, pero en la segunda el ejercicio de impotencia del Barcelona fue deprimente para los culés, que además tenían la oportunidad de volver a ganar terreno ante el Real Madrid.

Pero la bipolaridad de este equipo de adolescentes es un enigma por descubrir, especialmente cuando te encuentras enfrente a un equipo como el Leganés que estuvo genial en todos los registros. Marcó la que tenía que marcar y lo defendió todo. La Liga arde.

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