
La Galerna
·23 March 2025
Pacto interno Barça-Federación

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·23 March 2025
Buenos días, amigos. Esta mañana en Madrid se ha podido atisbar, entre el macizo de nubes, una fuente luminosa muy potente. El enigmático objeto celeste ha sembrado de misterio el amanecer. «¿Qué diantres es esa inmensa pelota amarilla?» o «¿Por qué no llueve, como ha llovido desde siempre, y hay una luz cegadora ahí arriba?» son algunas de las preguntas que se han formulado los madrileños mientras tomaban café.
Quiterio Rodríguez, joven de 54 años de Cadalso de los Vidrios, ha sacado de dudas a millones de personas: «No es ninguna pelota amarilla, tampoco el OVNI de un feriante ni la ambición de Tebas. Es el Sol, que lo he buscao en Google».
Generaciones que no conocían qué era el Sol, y que por supuesto no habían oído hablar jamás de él, están peregrinando en masa a lugares despejados para poder observarlo y bañarse en su luz. Desde aquí recomendamos no mirarlo directamente, puede causar lesiones en los ojos. Es casi tan dañino como presenciar un partido del Atlético de Madrid a pelo.
No faltan quienes están aprovechando la ocasión para instalar tenderetes con chocolate, café, churros y los periódicos deportivos de hoy con objeto de sacar unas perrillas al son del Here comes the sun de Harrison que no deja de filtrarse por las mentes de la turba.
La reacción generalizada ante los diarios es de extrañeza. La mayoría se pregunta por qué se ha creado una industria como la de la prensa deportiva, capaz de investigar, redactar, editar, armar, componer, imprimir y distribuir un periódico para luego llenarlo de boberías sin interés alguno.
La gente se pregunta qué interés puede tener una tal «Final Four de la Nations», como reza en la portada de Marca, para hacerla merecedora de una primera plana. Por lo que ha corrido a preguntar a Quiterio Rodríguez y este les ha contestado: «Es un torneo de selecciones para obtener beneficio económico que se han inventado con el propósito de dotar de apariencia de seriedad a lo que antes eran partidos amistosos, que lo he buscao en Google».
Corren también los comentarios acerca de agudísimo juego de palabras del titular marquista: «Valencia nunca falla». Pueden escucharse no pocos «ja, ja, ja», con pausas de más de un segundo entre cada interjección, salir de la boca de los observadores solares mientras mojan el churro en chocolate y miran de reojo las portadas.
Una de las asistentes al advenimiento solar se asombra al leer un recuadrito de As que reza: «El Bernabéu es una mina. Los ingresos por la explotación del estadio se dispararon un 177 % entre julio y diciembre». «¡Anda! ¿Pues no decían “todo mal” referente al Bernabéu?». Una amiga joven de la anterior, entre porra y porra, le contesta: «Con la gestión del Madrid pasa como con la parcela deportiva, que “todo mal”, pero luego acaba ganando la Champions seis de cada diez veces».
En ese momento se hace un silencio general. «¿Qué es eso del Real Madrid que has pronunciado? ¿Y lo de Champions?», preguntan todos al unísono. «No lo sé —responde la mocita—, ha sido algo instintivo, me ha salido de lo más profundo del alma. Debe de ser algo que llevo guardado muy dentro del corazón».
Pronto comienzan a enunciar hipótesis y se generaliza la sospecha de que el Real Madrid ha de ser algo muy muy grande que, por lo que sea, hace mucho tiempo que no se sabe de él.
«Vamos a preguntar a Quiterio Rodríguez», espeta un mozo al fondo. El joven de 54 años de Cadalso de los Vidrios, que ya comienza a ser apodado como el IA, responde a la cuestión: «El Real Madrid es el club más importante del mundo. No hay Real Madrid de fútbol o de baloncesto, hay Real Madrid. Una camiseta blanca, un escudo redondito y muchas Copas de Europa. O Champions, el mejor torneo del planeta. Actualmente pocos recuerdan, cerebralmente, su existencia, aunque lo guarden en el corazón, debido a una cosa llamada parón de selecciones, responsable de la desaparición del fútbol de interés durante mucho tiempo, del mismo modo que nadie recordaba lo que era el Sol. Que lo he buscao en Google».
Cuando salen de su asombro, echan un vistazo a otros dos periódicos: Mundo Deportivo y Sport. Leen algo de Barça, Cubarsí, Osasuna... Preguntan a Quiterio Rodríguez. «Cubarsí es un defensa del Barça que sintió molestias en el último partido jugado con la selección española, por lo que abandonó la concentración para no perderse el próximo partido con su club. Otros jugadores también han regresado a Barcelona, como Fermín, Gerard Martínez y Pablo Torre, merced a un pacto interno entre Barça y Federación, que lo he buscao en Google».
Se escucha algún «vaya morro» y un señor mayor pregunta a Quiterio Rodríguez: «¿Qué es eso de selección, Barça y Federación y por qué el pacto es interno».
«La selección es un apéndice del Barça, un escaparate mundial para revalorizar a sus jugadores. La Federación, o RFEF, es el organismo rector del fútbol en España. Desde hace décadas está presidida por personas investigadas o condenadas por la justicia por diversos delitos. El pacto con el Barça es interno porque en realidad no hay una línea fronteriza clara que delimite dónde acaba la Federación y dónde empieza el Barça. Lo mismo ocurre con el Gobierno de la nación, que lo he buscao en Google».
Marcial Bohórquez replica: «Muy interesante, Quiterio Rodríguez, pero no has dicho qué es el Barça».
«El Barça es una institución que tiene más similitudes con una asociación criminal que con un club de fútbol, que lo he buscao en Google».